Ciencia y Fe II (El mito de la tierra plana)

Popularmente se repite, aun hoy, que la Iglesia durante la Edad Media mantuvo que la Tierra era plana, basándose en la letra de la Escritura y prohibiendo la doctrina de la antigüedad griega que conocía ya su forma esférica. Esta oposición se habría mantenido hasta que Colón, contra el sentir de las autoridades eclesiásticas propuso que la tierra es esférica y que navegando hacia el oeste se podían alcanzar las costas de las Indias. Sin embargo, esto no es más que una invención del siglo XIX sin ninguna base histórica, como lo demuestra claramente Jeffrey B. Russell en una obra reciente. Esta es una historia poco conocida. En efecto, la cosmología, recogida en el Genésis y otros pasajes del Antiguo Testamento, corresponde a la antigua cosmología mesopotámica de una tierra plana y una bóveda celeste semiesférica. Los autores cristianos de la Iglesia de los primeros siglos se enfrentaron con la cosmología griega, que desde Pitágoras en el siglo VI a.C. mantenía la forma esférica, tanto de la Tierra como de los cielos. La doctrina de Aristóteles, que tuvo una enorme influencia en el medievo cristiano sostenía claramente esta posición y Eratóstenes en el siglo III a.C. había medido ya, con asombrosa exactitud, la circunferencia de la Tierra.
Los Santos Padres, como Basilio y Agustín, que escribieron comentarios sobre el Génesis en los siglos IV y V, no dieron importancia a este problema, aunque demuestran conocer la esfericidad de la Tierra. Curiosamente no se creó ningún problema en contra de esta doctrina, a pesar de la claras expresiones en la Biblia sobre una Tierra plana. Solo dos autores cristianos, Lactancio, autor latino del siglo IV y Cosme Indicopleustes, autor griego del VI, defendieron claramente la Tierra plana, basándose en la Biblia. Estos dos autores son citados preferentemente en el siglo XIX por los que inventan la idea de una universal aceptación eclesiástica de la Tierra plana durante la Edad Media. Pero, en realidad, Lactancio tuvo poca influencia
posteriormente por su doctrina teológica sospechosa, y la obra de Cosme no fue traducida al latín hasta el siglo XVIII, con lo que no pudo influir en los autores eclesiásticos medievales. Los más antiguos entre estos, Isidoro en el siglo VII, con cierta ambigüedad, y Beda el Venerable en el VIII, ya con toda claridad, defendieron la forma esférica de la Tierra. A partir de ahí todos los autores eclesiásticos lo hacen
como, por ejemplo, Alberto Magno y Tomás de Aquino en el siglo XIII, quienes, al comentar la obra de Aristóteles, presentan la forma esférica de la Tierra como algo admitido por todos, proponen los argumentos tradicionales en su favor y dan valores de su diámetro, de acuerdo con los autores griegos y otros más modernos tomados de autores árabes.
Cuando Colón propuso su proyecto de llegar a las Indias viajando hacia el oeste, nadie negaba que la Tierra era redonda. La dificultad estaba en la longitud del viaje y Colón tuvo que falsear tanto la longitud de Asia, haciéndola más larga, como el valor del grado del meridiano, haciéndolo más pequeño, para que su viaje fuera factible. Sólo el hecho de la existencia del continente americano evitó el total fracaso de su expedición, que no hubiera podido nunca alcanzar las costas orientales de Asia. A pesar de su clara fabricación, la leyenda de la tierra plana se ha utilizado como ejemplo del oscurantismo de la Iglesia Católica en contra de las pretendidas ideas progresistas de Colón.
Las ciencias y el cristianismo en la historia
Agustín Udías, S.J.
Universidad Complutense de Madrid