A Miguel Ángel Malavia.

Esta vez escribo bien tu apellido, como nunca he oído hablar de un Malavia, pues por error le asigné una tilde. A mi me ocurre exactamente lo mismo con el apellido Mestre, muchos lo dicen y escriben como Maestre.

Volviendo al tema, son muchos los circos mediáticos que a los católicos siempre de alguna forma nos molesta entrar. Algunos de nuestros obispos tristemente los favorecen y los crean, y otros en cambio sabiendo lo que tienen decir, lo dicen alto y claro y se les escucha sin causar perplejidad ni escándalo.

Destaquemos que entre nuestros prelados que más hablan y menos polémicas causa es Don Carlos Amigo Vallejo. Muchas veces la prensa busca de él esa cercanía que siempre manifiesta con personas de diversa condición, y en eso resalta también con los gays. Si tu obispo don Jesús los condena don Carlos los acoge, aunque mantiene sus posiciones. Siempre es amigo persona de buscar esos puntos intermedios desde el que es posible entenderse con todos. También intenta defender la labor social de la Iglesia, intenta defender sin polémicas y con diplomacia el nombre de una plaza a Pío XII, o intenta combatir al laicismo diferenciándolo de la laicidad del estado.

En contraste está tu obispo, Cañizares como bien recuerdas, usó en su día esa polémica del mileurismo. Le crecieron críticas y resultó desafortunado. Jesús Catalá, tu obispo, repite polémica ¿y para qué?

Puede ser que el obispo tal vez dijera cosas realmente mejores. No me es posible contrastarlo por ninguna parte. Esto es lo triste, que en la comunicación falla muchísimo el obispado de Alcalá. La Conferencia Episcopal ha aprendido en eso muchísimo y cuelgan entrevistas y ruedas de prensa en su web. Me acuerdo en una polémica con Martínez Camino que tuve que pasar varias veces la entrevista para entenderle bien, y después de eso vi que la polémica de los periodistas estaba fundada, y si realmente se equivocó en decirlo bastaba con públicamente rectificar cosa que no hizo.

Yo es que me pregunto cuantas polémicas sería posible ahorrarse si se aprendieran e hicieran bien los discursos. Estando en un partido político he ido aprendiendo cosas que desconocía, por ejemplo, un lenguaje polémico puede servir para salir en la prensa y llegar a un electorado importante. El lenguaje polémico puede servir para acercarse a leer un tríptico electoral, despertar curiosidad, resaltar una figura, etc. Pero el lenguaje polémico es de doble filo, y al usarse se puede caer en parecer un extremista, por ello se hace necesario usarlo solo en ciertos temas y ciertas ocasiones. Yo he visto preguntas entrampadas a Rosa Díez por ejemplo:

- ¿Qué opina usted que haya salido Rouco como presidente de la Conferencia Episcopal?


Y Rosa Díez responder:

- Pues como yo no soy católica pues me da exactamente igual que este uno u el otro, si hace algo bueno o malo pues opinaré pero como aun no hizo nada, menos tengo que decir.


Aprendí con esto la ventaja que tiene en ciertos temas no dar opinión ninguna y salirse felizmente por la tangente. Pero en ocasiones cuando se ponen preguntas así a nuestros prelados, se mojan en cosas que no tienen que mojarse y el periodista al final saca en portada lo que le interesa.

Ser obispo no puede implicar decir o hacer todo lo que uno piense o piensa. Determinadas cosas se las guarda uno para si mismo o para sus familiares y amigos, pues un prelado igual. Un amigo párroco, crítico con Rouco, jamás usa el pulpito para atacar a su jefe, pues lejos de abrir los ojos a los fieles los horrorizaría envolverlos en una polémica de la que no solo él como párroco saldría mal parado, sino la Iglesia. Se impone pues la moderación, la cercanía con unos y con otros, y esa busqueda que siempre intenta de armonizar a los del Opus y a unas familias de Kikos con los progresistas de la parroquia, y además con los que acuden sin buscar ni progresismos ni Kikos ni opusinos. El obispo de Alcalá nada más llegar a la diócesis citó a unos curas que le habían informado que eran progresistas, le dio igual si eran buenos o malos párrocos y los relegó a parroquias perdidas donde no había pastoral alguna que desarrollar, o fieles casi a los que tratar, la cosa sentó mal y sé de uno que le dijo que ahí se quedaba que él se iba a otra parte.

En ocasiones nos toca apoyar a tu obispo y en otras mejor dejarle que se estrelle. Eso nos lo dice nuestra razón que para algo está. En mi caso apoyé a Rouco contra los de la San Carlos Borromeo, y aun hoy sigo manifestando que no me gusta las polémicas que monta Enrique de Castro porque son muy perjudiciales. Pero no puedo estar de acuerdo con el Cardenal en por ejemplo su forma de mandar en la COPE.

Lo ideal sería que no tuviéramos que entrar en ningún circo mediático los seglares, los sacerdotes, los religiosos, ni tampoco los obispos. Pero lo peor es que veas que se monta una con él y veas que o pasas del olímpicamente del tema, o bien tratas de tomar postura. ¿Qué ocurre cuando no compartes lo que dice el obispo en el circo mediático? Pues que no puedes concederle razón ninguna o intentas matizarlo y disculparlo. Un circo mediático no cansa, pero cuando es un chorreo continuo la cosa cansa, y eso me pasó a mí un buen día, que me cansé de matizar y de defender y pensé que lo mejor es que el obispo se estrelle y manifestar mi opinión contraria. Mi experiencia personal es que ni lo uno sirve ni lo otro tampoco, si el obispo sigue en sus trece seguirá de circo en circo, lo que si por lo menos uno experimenta con la postura crítica es una sensación de tranquilidad para con uno mismo, pero de intranquilidad por lo que toca a tu Iglesia.

Si tengo una experiencia negativa con una periodista del diario El País, que decidió hacer una entrevista a un joven de Somos Iglesia. Me ofrecí voluntario y exigí las preguntas por escrito. Rellené muchas preguntas, previamente se las mandé a la Coordinadora de Somos Iglesia, y tras no ver ninguna objeción se las envió a la periodista. El resultado de toda mi entrevista se resumió en una frase que a mí me disgustó que hicieran consistir mi opinión solo en eso. Pero no nos queda otro remedio que aprender un poco quien nos entrevista y para qué, y ese fue mi error que espero no volver a cometer, claro que dudo que tenga muchas ocasiones de volver a cometerlo.
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