Seguimos con otra fiesta.

Ayer el Real Madrid logró un título más de los que ya tiene. Pasé cerca de Cibeles ayer, y me encontré de sopetón con un montón de aficionados que corrían a ir a vociferar el campeones.
Tengo demasiada manía al fútbol, aunque respeto que a otros les guste, pero es curioso como algunos se les van las neuronas con esto de vivir el fútbol exageradamente. Tengo en mi familia dos ejemplos de aficionados al Real Madrid, y no los identificaré. Pero se los cuento:
El primero ve los partidos de fútbol tranquilamente en su casa con canal de pago, si la mujer dice a la cocina, va a la cocina. Y si hay que poner la mesa la pone, sigue el partido como puede pero sin quedarse embobado ante el televisor, y si hay gol o jugada buena va y ve la repetición. Pero desde luego con su familia primero y con el fútbol después.
El segundo ejemplo ya es más vergonzoso, cuando hay fútbol se aísla para ver el partido, se aleja de su familia. No quiere que se le moleste cuando hay fútbol, y si es de pago se va al bar y la mujer y los hijos en casa se quedan. En ocasiones se va al estadio a ver el partido y algunas veces a Neptuno si gana su Atleti. Y como es del Atleti, pues odia al Real Madrid y ve los partidos del Real Madrid animando al equipo rival. Los sábados se va a jugar al fútbol y regresa tarde.
Desde luego tengo presente que muchos, pero seguramente no todos, de los que ayer asistieron a Cibeles son del segundo tipo de aficionados que he descrito. Hay quien le gustará el fútbol y tendrá su equipo, pero no vive una obsesión absurda de coleccionar camisetas, banderas, firmas, fetiches, etc.
Es curioso como en este segundo tipo de personas, el fútbol tiene tal capacidad de abstracción y distracción, que les lleva a despreocuparse de personas y cosas importantes. Desde luego la cosa no es tan grave como en tiempos de los romanos, donde Calígula y Nerón distraían con nefastos espectáculos al pueblo romano, y así lo lamentable de sus gobiernos era más llevadero y soportable. Hoy el fútbol tendrá ese efecto analgésico, aunque en mucha menor medida que ayer.
Lo que si me gustaría es que tras la fiesta de ayer, el alcalde Alberto Ruiz Gallardón tenga los cojones de presentarle al Club de Fútbol Real Madrid la factura por la fiestecita de ayer. Y así lo pienso, que para beneficiar a una entidad privada montándole con dinero público un espectáculo, más vale que costeen ellos los gastos, y más cuando mueven cifras millonarias y seguro que por mucho menos se paga lo de ayer. Y sino pues que lo celebren gustosamente en ese enorme estadio que tienen. El Real Madrid no representa a mi ciudad más que en el nombre, pues ni los jugadores se han formado aquí, ni representan el fútbol o deporte alguno de nuestra ciudad. Por ello no veo motivo como para encima después de montar su fiesta en la que es habitual ver destrozos, no se les pase una cultura.
Una vez y hace mucho tiempo fui madridista, y lo fui porque era lo que había que ser, incluso con semejante tontería me consideré antiBarsa, pero realmente lo fui por la absurda moda. Hoy por ningún equipo de fútbol, pues el fútbol no despierta mi interés, pero bastante me cansa el continuo bombardeo en telediarios de las lamentables y amarillistas noticias deportivas que consisten únicamente en anunciar los grandes clubs de fútbol, en los cuales se mezcla política, espectáculo y negocio y donde el deporte de competición se limite a ver correr a dos docenas de ricachones.