Vuelve la naturaleza a sorprendernos.

Lo del tiburón martillo parece que se nos queda cojo. Anunciaba este martes en Diario de la Noche en Telemadrid Fernando Sánchez Dragó la noticia, una pareja gay de flamencos conseguía adoptar. Cuando decimos flamencos no me refiero a los Holandeses, ni menos a esos artistas, sino a dos aves zancudas. Ya se los conocía por su obsesión de intentar raptar los nidos o huevos ajenos, siempre buscando desesperadamente ser padres. Y parece que tras un exitoso robo lo han conseguido.

Tras incubar el huevo, salió un polluelo que es dado de comer por ambos flamencos. Según los ornitólogos, la homosexualidad es muy frecuente entre los flamencos, pero resulta novedoso que estemos ante una pareja de flamencos de seis años de duración, y con esa perpetua obsesión por la adopción. Incluso ya les han bautizado con el nombre de Carlos y Fernando.

Pues parece que contentos se han quedado los dos, y bastante tranquilos. Y nuevamente la naturaleza, vuelve a dejar con el culo al aire a todos los que intentan catalogar de antinatural la homosexualidad. Visto lo visto, parece que van a tener que replantearse el apoyo que creen que les brinda la Madre Naturaleza, dado que parece estarles dando la espalda.

No se si ahora seguirán viendo tanta perfección en la naturaleza, tanta armonía. Tampoco sé si van a catalogar de inmorales a esos dos pobres flamencos, y más si roban los huevos de otros flamencos o pretenden criar hijos ajenos. Tal vez incluso terminemos por contemplar si el polluelo acaba siendo tan gay como los padres o bien acaba siendo todo un padre de familia junto a una flamenca. Lo que si parece seguro es que la criatura es tan rosa como sus padres.
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