Las alegrías manifestadas con la sentencia del Tribunal Supremo.
Mucha alegría le ha producido la Sentencia del Supremo a los de la objeción de conciencia. No entiendo bien el motivo. No solo no han logrado lo que pretendían, sino que han fracasado en todo lo que aspiraban. El Tribunal Supremo ha dictado sentencia y ya está, no ha hecho una ley ni ha prohibido nada, pues el suyo es solo poder judicial y no legislativo. Para prohibir algo los jueces se requiere pasar primero por otro largo proceso judicial, que nuevamente será recurrible.
El profesor del colegio o instituto podrá en clase si lo desea tratar el aborto, la homosexualidad, el divorcio o la pesca con arpones del gamusino de montaña (temas que o no forman parte de Educación para la ciudadanía, o su importancia es muy secundaria) desde el punto de vista que le de la gana. Podrá dar su opinión y decir: “Yo os comento lo que para mi está bien o mal en estas situaciones y vosotros haced lo que queráis”, y aquí no cabe denuncia alguna. ¿Se ha logrado por tanto algo? Pues no, no se ha logrado nada. Además, y aunque un profesor no manifieste su postura en tan controvertido problema, la mayoría de los alumnos puede hacerlo y al final imponerse el criterio de lo moralmente correcto según la opinión de la mayoría.
Luego aparecerán esos padres, que tanto les gusta andar de juzgado en juzgado, denunciarán al profesor de un colegio por decir cosas que no les gusta a ellos o a la clase entera. Y entonces tendrán que llamar en calidad de testigos a los compañeros del colegio de sus hijos, eso si estos deciden prestarse a tal cosa que también podrían ponerse de acuerdo con el profesor para acorralar al nene cuyos padres plantean estos pleitos. Y al final todo quedará en nada. Claro que aunque demostrasen algo o no, su nene deberá cambiarse de colegio o instituto, sopena de quedar marcado.
¿Pero qué júbilos son estos? Si no han logrado nada, han perdido. Y hay que decirlo con rotundidad, han fracasado. Se tiraron al monte a por sardinas y han bajado con las manos vacías. Lo peor es que se alegran de perder el tiempo y de hacérselo perder a otros. Más inteligente fue en su momento la FERE a la que tanto han insultado y puesto a parir por adaptar e impartir la asignatura en sus centros, claro que a los obispos o a los colegios católicos que no son de la FERE ni insultarles cuando hacían igual.
Tampoco me preocuparía mucho por la FELGT, esos no han perdido nada pero tampoco han ganado nada. De hecho no se jugaban nada. Pero como se alegran por las derrotas de quienes les caen mal se consideran triunfadores. Han terminado reconociendo que los libros no les hacían el caso que en un principio quisieron tener, es más, algunos hasta ofenden. Pero como su propuesta educativa es absurda e inconcebible, es normal que con ella no entren más que algún instituto de alguna localidad gobernada por el PSOE o sobre todo Izquierda Unida. ¿Y es que a quien se le ocurre querer educar contra la “homofobia” basándose en la genitalidad? Pues van de cráneo. Pues de la FELGT también opino lo mismo, que no han ganado nada y sus alegrías no comprendo a que vienen.
Ahora se plantean denunciar a unos libros que no les gusta, como amparándose en la sentencia del supremo por la que otros se alegran. Pero mira que son idiotas. Por mucho que los libros digan algo de la homosexualidad o no, la última palabra la tiene el profesor de la asignatura y la dirección del colegio o instituto. Esa persona será la que definitivamente decida que se va a dar en su asignatura y como se dará. Y si intenta denunciar perderán el tiempo.
No se puede convencer para tu propia causa con juicios y demandas como algunos se empeñan. Tampoco con los insultos o los prejuicios. Si realmente quieren vencer, que hagan como dice el Supremo, a base de democracia que cambien la ley, o bien como digo yo que convenzan, porque hasta ahora lo que han hecho es perder el tiempo.
El profesor del colegio o instituto podrá en clase si lo desea tratar el aborto, la homosexualidad, el divorcio o la pesca con arpones del gamusino de montaña (temas que o no forman parte de Educación para la ciudadanía, o su importancia es muy secundaria) desde el punto de vista que le de la gana. Podrá dar su opinión y decir: “Yo os comento lo que para mi está bien o mal en estas situaciones y vosotros haced lo que queráis”, y aquí no cabe denuncia alguna. ¿Se ha logrado por tanto algo? Pues no, no se ha logrado nada. Además, y aunque un profesor no manifieste su postura en tan controvertido problema, la mayoría de los alumnos puede hacerlo y al final imponerse el criterio de lo moralmente correcto según la opinión de la mayoría.
Luego aparecerán esos padres, que tanto les gusta andar de juzgado en juzgado, denunciarán al profesor de un colegio por decir cosas que no les gusta a ellos o a la clase entera. Y entonces tendrán que llamar en calidad de testigos a los compañeros del colegio de sus hijos, eso si estos deciden prestarse a tal cosa que también podrían ponerse de acuerdo con el profesor para acorralar al nene cuyos padres plantean estos pleitos. Y al final todo quedará en nada. Claro que aunque demostrasen algo o no, su nene deberá cambiarse de colegio o instituto, sopena de quedar marcado.
¿Pero qué júbilos son estos? Si no han logrado nada, han perdido. Y hay que decirlo con rotundidad, han fracasado. Se tiraron al monte a por sardinas y han bajado con las manos vacías. Lo peor es que se alegran de perder el tiempo y de hacérselo perder a otros. Más inteligente fue en su momento la FERE a la que tanto han insultado y puesto a parir por adaptar e impartir la asignatura en sus centros, claro que a los obispos o a los colegios católicos que no son de la FERE ni insultarles cuando hacían igual.
Tampoco me preocuparía mucho por la FELGT, esos no han perdido nada pero tampoco han ganado nada. De hecho no se jugaban nada. Pero como se alegran por las derrotas de quienes les caen mal se consideran triunfadores. Han terminado reconociendo que los libros no les hacían el caso que en un principio quisieron tener, es más, algunos hasta ofenden. Pero como su propuesta educativa es absurda e inconcebible, es normal que con ella no entren más que algún instituto de alguna localidad gobernada por el PSOE o sobre todo Izquierda Unida. ¿Y es que a quien se le ocurre querer educar contra la “homofobia” basándose en la genitalidad? Pues van de cráneo. Pues de la FELGT también opino lo mismo, que no han ganado nada y sus alegrías no comprendo a que vienen.
Ahora se plantean denunciar a unos libros que no les gusta, como amparándose en la sentencia del supremo por la que otros se alegran. Pero mira que son idiotas. Por mucho que los libros digan algo de la homosexualidad o no, la última palabra la tiene el profesor de la asignatura y la dirección del colegio o instituto. Esa persona será la que definitivamente decida que se va a dar en su asignatura y como se dará. Y si intenta denunciar perderán el tiempo.
No se puede convencer para tu propia causa con juicios y demandas como algunos se empeñan. Tampoco con los insultos o los prejuicios. Si realmente quieren vencer, que hagan como dice el Supremo, a base de democracia que cambien la ley, o bien como digo yo que convenzan, porque hasta ahora lo que han hecho es perder el tiempo.