En apoyo de Sor Lucia Caram.



Una de las cosas que me fascinó de las monjas Clarisas de Lerma es la vitalidad y alegría que tenían sus caras entre las rejas de la clausura. Se nota que son felices con su entrega a Dios, aunque yo prefiero antes una monja dando clases o en un hospital que en la clausura.

Sor Lucia Caram pasa bastante tiempo de clausura, y por sus cualidades y magníficas dotes, tenemos la posibilidad de disfrutarla a través de Internet. Es malo que la clausura signifique en ocasiones la desaparición completa de personas que teniendo 120 talentos, entierren 100 y solo empleen 20. Sor Lucía parece emplearlos todos o casi todos.

Hay gente, entre ellos aquel que no nombro dado su cada vez más creciente poder en el arte de causar y provocar problemas a personas que le son ajenas, que parecen decididos a poner a caer de un burro a una pobre monja de clausura. ¿Por qué? Pues porque en su manía personal de hacer cruzada contra esa Iglesia que da y concede esperanza, de camino le pilla una monja de clausura, que usa hasta hábito, y además de intachable vida personal.

Lo que sor Lucía dice en el video, y con aquello con lo que desean buscarle cinco pies al gato, es:

“Yo tengo solo un sueño, sueño con una Iglesia en comunión, donde la comunión se de en la caridad, porque muchas veces pedimos la comunión en la Verdad, y eso siempre para separarnos, la Verdad la aportamos todos, y la Verdad de Jesús.”

No se refiere Sor Lucia a que la verdad nos separe como insinúan que dice. Sor Lucía deja muy claro que la Verdad es usada para separarnos, y esto es verdad. Una muestra de ejemplo es ver como en el nombre de la ortodoxia, aquel que no nombro, usa la misma no con la sana intención de corregir, como tuvo hasta la Santa Inquisición en sus inicios, sino de expulsarte fuera de la Iglesia. Da igual si eres seglar, sacerdote, monja de clausura, arcipreste, vicario, obispo o arzobispo, si no dices lo que les gusta aunque nada tenga que ver justamente con la ortodoxia ya te han dado de baja del famoso carné de católico que nadie ha expedido jamás.

Los obispos con su mirar para otro lado están criando la antiiglesia, se trata de laicos capaces directamente de excomulgarles. Ya no se trata de simples rebeldes, ahora se trata de laicos que aspiran a ganar mucho poder e influencia. Laicos sin licencias teólogicas o pastorales, incluso sin estudios o prestigio en alguna importante rama de conocimientos eclesiásticos. Tan solo son dados a la lectura rápida y sacarlo todo de contexto, como si nunca en un bachillerato o en el COU hubiesen estudiado algo de “Comentario de Texto”.

Así si Masiá niega la resurrección de Lázaro de Betania alegando que este es revivido, diferente a resucitado, estos lo tachan de hereje ignorando que en la Biblia el único que resucita de entre los muertos es Cristo. Lo mismo pasa con Pagola y el caso de los famosos nombres de Dios, que si Jesucristo se llama Yahvé como el padre, según aquel que no nombro. Y por no llamar Pagola Yahvé a Cristo fue tildado hasta de arriano.

Pues si, Sor Lucía tenía razón. Aquí en la Iglesia tenemos gente que se afana en usar la Verdad con expresa intención de romper la comunión eclesial. Tienes que ser Yo entiendo que se pueda criticar a un teólogo en sus verdaderos errores, pero para poder hacer eso lo primero es informarse un poco, ir a las fuentes y consultar. Pues por lo que se ve ni eso.

Mi estimada Sor Lucía, solo darte mis ánimos. No te preocupes por lo que de ti digan ciertas personas. En la Iglesia se necesita esperanza, sin ella nuestra Fe se podría tornar en miedo a Dios, podríamos perder la alegría de ser cristianos, el llamar padre a Dios. Podría ocurrirnos como a esos judíos tan radicales, que impusieron por norma no pronunciar jamás su nombre en la escritura, con la trágica perdida de la pronunciación de su nombre tal como le llegó a Moises. Por eso infunde esperanza, danos alegría, recuérdanos la presencia de Dios cada día, pues se nos podría olvidar. Y si te lo pido a ti, es porque tú y las monjas de clausura estáis en perpetua oración y relación con él. Tal vez por eso ni las rejas que había entre las Clarisas de Lerma y yo, o entre los muros y los kilómetros de distancia de tu convento de Dominicas, son suficientes para impedirnos sentir vuestro testimonio de vuestra relación con Dios.
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