Nuestra misa en visperas del Domingo de Ramos.
No he celebrado la misa del Domingo de Ramos en el propio Domingo de Ramos. La celebramos el día anterior con mi comunidad, el Sábado. Se hizo una misa con diez asistentes más el cura, con nuestros ramitos de olivo y en una capillita que tiene mi parroquia.
Una de las cosas que más disfruto son de las misas en comunidad, con gente que conozco, con gente con la que me relaciono semanalmente. No me resulta lo mismo una misa de parroquia en la que desconoces a casi todo el mundo que en un grupo reducido donde haces amistad y compartes una celebración religiosa.
En las Semanas Santas y también en otras fechas, nos juntamos con el resto de la parroquia y el resto de grupos. Son fechas en las que las misas son más intensas, más bonitas y se las nota más llenas de vida.
Pues en la misa de ayer, me tocó por primera vez repartir el pan (obleas) y el vino. Nunca lo había echo, y cometí un desliz justo al final, algo que siempre veía hacerse y que se me olvidó, la purificación del cáliz y la patena. El sacerdote comprendiendo mi desliz me llama y me dice que se me ha olvidado la purificación, y acto seguido en nuestra humilde misa me indica como hacerlo.
Le tengo pánico a ser monaguillo, lo confieso. Hoy me han pedido serlo esta Semana Santa y yo me he negado. No se me da bien ayudar en la misa, incluso en las lecturas me trabo constantemente con los nervios. Solo en mi comunidad me he atrevido a hacer de monaguillo. No me da tanto miedo ante gente conocida. Siempre prefiero ser público que a estar en el altar ante la mirada de tanto desconocido.
Me encantan como ya dije las misas de mi comunidad. Tenemos un gran sacerdote, un hombre de gran pastoral, muy cura en sus misas y riguroso. Hoy hicimos acto penitencial previamente al inicio de la misma, y aunque hayamos estado hora y media de misa merecen muchísimo la pena. En cambio si alargas una misa a nivel parroquial, el público se cansa y huye. Nunca pensé que me gustasen las misas largas, pero estando tan bien preparadas… Mientras el sacerdote prepara la lectura o lo que dirá en la homilía, otro prepara la capilla, y otro prepara las canciones. Es lo bueno de estar en una comunidad con dos teólogos, un excura y un cura.
Por si alguno cree que concelebramos todos, hacemos bailes o no usamos obleas se equivoca, somos rigurosos en la misa, lo único diferente es que el cariño de unos y las ganas de compartir de otros dan a la misa un sentido de comunión único y valioso.
Una de las cosas que más disfruto son de las misas en comunidad, con gente que conozco, con gente con la que me relaciono semanalmente. No me resulta lo mismo una misa de parroquia en la que desconoces a casi todo el mundo que en un grupo reducido donde haces amistad y compartes una celebración religiosa.
En las Semanas Santas y también en otras fechas, nos juntamos con el resto de la parroquia y el resto de grupos. Son fechas en las que las misas son más intensas, más bonitas y se las nota más llenas de vida.
Pues en la misa de ayer, me tocó por primera vez repartir el pan (obleas) y el vino. Nunca lo había echo, y cometí un desliz justo al final, algo que siempre veía hacerse y que se me olvidó, la purificación del cáliz y la patena. El sacerdote comprendiendo mi desliz me llama y me dice que se me ha olvidado la purificación, y acto seguido en nuestra humilde misa me indica como hacerlo.
Le tengo pánico a ser monaguillo, lo confieso. Hoy me han pedido serlo esta Semana Santa y yo me he negado. No se me da bien ayudar en la misa, incluso en las lecturas me trabo constantemente con los nervios. Solo en mi comunidad me he atrevido a hacer de monaguillo. No me da tanto miedo ante gente conocida. Siempre prefiero ser público que a estar en el altar ante la mirada de tanto desconocido.
Me encantan como ya dije las misas de mi comunidad. Tenemos un gran sacerdote, un hombre de gran pastoral, muy cura en sus misas y riguroso. Hoy hicimos acto penitencial previamente al inicio de la misma, y aunque hayamos estado hora y media de misa merecen muchísimo la pena. En cambio si alargas una misa a nivel parroquial, el público se cansa y huye. Nunca pensé que me gustasen las misas largas, pero estando tan bien preparadas… Mientras el sacerdote prepara la lectura o lo que dirá en la homilía, otro prepara la capilla, y otro prepara las canciones. Es lo bueno de estar en una comunidad con dos teólogos, un excura y un cura.
Por si alguno cree que concelebramos todos, hacemos bailes o no usamos obleas se equivoca, somos rigurosos en la misa, lo único diferente es que el cariño de unos y las ganas de compartir de otros dan a la misa un sentido de comunión único y valioso.