Cinco mil jóvenes de todo el país participaron en un evento de cinco días. La Pastoral Juvenil en Chile: ¿Un rostro renovador para la Iglesia?

La Jornada Nacional de la Juventud (JNJ) concluyó ayer en la ciudad de La Serena con un mensaje central: el compromiso juvenil en la Iglesia y la sociedad como signo de esperanza. En las eucaristías finales, el Arzobispo René Rebolledo y el Cardenal Fernando Chomali invitaron a los jóvenes a ser luz en un mundo urgido de valores evangélicos.
“Cuando nos enseñan a competir, nosotros decimos que queremos compartir. Cuando nos enseñan que debemos ser servidos, decimos que queremos servir”, dijo el Cardenal Chomali frente a los cinco mil peregrinos que llegaron de todo Chile.
Ahora, la Iglesia chilena se encuentra ante un dilema crucial: permitir que este encuentro quede en la memoria como otro evento masivo más o asumir el reto de convertirlo en un verdadero impulso hacia una renovación eclesial integral.
Ahora, la Iglesia chilena se encuentra ante un dilema crucial: permitir que este encuentro quede en la memoria como otro evento masivo más o asumir el reto de convertirlo en un verdadero impulso hacia una renovación eclesial integral.
| Aníbal Pastor N. Corresponsal en Chile.

El acto final estuvo marcado por una misa presidida por el arzobispo de La Serena, René Rebolledo, quien también es presidente de la Conferencia Episcopal de Chile. En su homilía, Rebolledo destacó el papel transformador de los jóvenes y su capacidad de ser agentes de cambio. Al citar el Evangelio de Lucas, subrayó: “Hoy, en presencia de ustedes, se ha cumplido este pasaje de la Escritura” (Lc 4,21), y añadió: “El Señor nos convierte no solo en testigos, sino en peregrinos anunciadores de la esperanza que salva, en constructores de un nuevo tiempo”.

El mensaje a los jóvenes les animó a volver a sus comunidades como portadores de esperanza. Rebolledo hizo un llamado a vivir la fe con autenticidad: “Cristo nos da esa esperanza que no se detiene ante la adversidad; que está viva y llena de sentido nuestra vida”. Asimismo, puso la jornada bajo la protección de la Virgen del Rosario de Andacollo, invitando a los jóvenes a enfrentar sus desafíos con valentía.
En su homilía les señaló que “el Espíritu del Señor toma posesión también de nosotros, quiere animarnos a ser testigos de su caridad para que optemos por los pobres, para que liberemos a los cautivos, para que entreguemos luz a los ciegos, para que demos esperanza a los oprimidos… Cada uno de nosotros está llamado a ser protagonista de este nuevo tiempo, dando humilde testimonio de la Buena Noticia de Jesucristo. Es el Espíritu Santo quien nos anima y fortalece, el que toma posesión de nosotros, para que seamos testigos creíbles del Evangelio”.
Chomalí: mensaje clave en Vigilia Eucarística

El sábado 25 por la noche, la playa de La Serena vivió uno de los momentos más emocionantes de la JNJ: la Vigilia Eucarística. Bajo el lema “Tú Palabra es lámpara para mis pasos”, los jóvenes participaron en una profunda experiencia de oración iluminada por miles de luces. El cardenal Fernando Chomali destacó la importancia de la fe como vínculo que une a los cristianos y llamó a los jóvenes a ser testigos de Cristo: “Cuando nos enseñan a competir, nosotros decimos que queremos compartir. Cuando nos enseñan que debemos ser servidos, decimos que queremos servir”.
En su mensaje el cardenal Chomali también se disculpó por un mundo marcado por la corrupción, instando a las nuevas generaciones a renovarse desde la fe. Les motivó a prepararse adecuadamente, a asumir la responsabilidad de su futuro y a vivir con seriedad. Por último, subrayó que la esperanza debe prevalecer sobre la desesperanza, y alentó a los jóvenes a comprometerse con la vida, ya sea a través del matrimonio, la paternidad, o una vocación religiosa.
Uno de los momentos más significativos fue la procesión del Santísimo Sacramento, que recorrió la playa con el océano como telón de fondo.

Desafíos y Oportunidades para la Iglesia
El impacto de la JNJ no se limitó a los momentos litúrgicos. Durante toda la semana, parroquias, voluntarios y comunidades religiosas trabajaron para recibir y acompañar a los peregrinos. Este esfuerzo colectivo animó en el servicio a la Iglesia local y generó comunión en torno a la fe. Sin embargo, los desafíos que se avecinan son serios y profundos.
Un aspecto destacable fue el mensaje de inclusión y servicio transmitido por los obispos, en sintonía con el espíritu del Papa Francisco. Se subrayó que la Iglesia no debe ser un espacio cerrado, sino un “hospital de campaña” al servicio de los más vulnerables. Pero este mensaje debe trascender las palabras. La verdadera prueba será si las estructuras pastorales logran transformar este entusiasmo en un compromiso constante.

La Iglesia chilena enfrenta un dilema clave: ¿será esta Jornada Nacional de la Juventud un evento efímero o un punto de partida para una renovación eclesial real? Este desafío es complejo, especialmente en un contexto marcado por una creciente secularización y los ecos de la crisis de confianza hacia la institución debido a escándalos de abusos y falta de transparencia. Sin embargo, el entusiasmo y la energía de los jóvenes han demostrado que hay un potencial inmenso para construir una Iglesia más auténtica, inclusiva y misionera.
Para lograrlo, es imprescindible que las diócesis y parroquias creen espacios significativos donde los jóvenes no solo sean escuchados, sino también protagonistas en la toma de decisiones. Además, cualquier intento de cambio debe estar respaldado por un testimonio coherente que responda a las expectativas de una juventud que exige autenticidad y coherencia con el Evangelio.
Un legado de esperanza

La colocación de una placa conmemorativa en la “Cruz Peregrina” marcó el cierre simbólico de la JNJ. Este gesto dejó un mensaje claro: la fe no es un recuerdo del pasado, sino una misión viva y activa que hay que transmitir. Así los jóvenes iniciaron su regreso a sus comunidades con el compromiso de ser testigos del Evangelio, llevando consigo la luz y la esperanza experimentadas en La Serena.
La primera Jornada Nacional de la Juventud cierra un capítulo memorable para la Pastoral Juvenil y, de algún modo, para toda la Iglesia chilena. Sin embargo, la verdadera pregunta sigue en pie: ¿será este evento el inicio de una nueva era para la Iglesia en Chile?
Cabe recordar que la organización de eventos masivos dirigidos a jóvenes ha sido una constante en la historia reciente de la Iglesia católica, con las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ) como principal referente global, nacidas en 1986, y que han congregado a miles de jóvenes en torno a la fe, el discernimiento vocacional y el compromiso misionero.

En Chile y otros países se han replicado estas experiencias a menor escala, buscando fortalecer la pastoral juvenil por lo que el desafío sigue siendo traducir el fervor de estos eventos en un impacto duradero y transformador dentro de las comunidades locales.
La respuesta dependerá de la capacidad de los obispos, el clero y animadores de pastoral juvenil para sostener esta llama y convertirla en una renovación real y duradera. Veremos cuánto se podrá avanzar en el período hasta que tenga lugar un nuevo “JNJ”, cuya nueva ciudad-sede y fecha serán anunciadas próximamente de modo oficial.

