Extraido de "Trama divina, hilvanes humanos" (Ed. PPC) Un reinado en estemundo... siendo alternativos.

Un reinado en estemundo... siendo alternativos.
Un reinado en estemundo... siendo alternativos. Jose Moreno Losada

Que se salve a sí mismo: ¡imposible ¡

 Hasta aquí los comentarios que  hemos ido compartiendo a lo largo de este ciclo C "desde Trama Divina,hilvanes humanos"

El misterio de la bondad de Dios es inescrutable, porque no es fácil entender un poder único y absoluto a la vez que entregado. La gracia de un amor sin límite alguno es sublime y no somos capaces de comprenderlo y nos cuesta abrirnos y sentirlo. ¿Cómo entender que Dios crea por amor y para amar? ¿Que hace al hombre a su imagen para compartir con él su gloria? ¿Que se ha hecho hombre en Jesús para darnos su vida y liberarnos? ¿Que ha resucitado como señor de la vida para incorporarnos a su gloria y su bondad eternamente? Está claro que su reino no es de este mundo, de la fuerza, del poder, del éxito, de la riqueza. Por el contrario, lo es del don, la ternura, la pobreza, el servicio, la humildad, lo sencillo.

JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO

El reino

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido». Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo». Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Este es el rey de los judíos».

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros». Pero el otro le increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio este no ha faltado en nada». Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.   Lucas 23,35-43

Los que son del Reino de Dios y Cristo es su rey

Todos los bautizados en Cristo hemos sido llamados a ser sacerdotes, profetas y reyes. Reyes en el reinado de Cristo, sabiendo poner todo al servicio de la libertad y el amor en la humanidad. Tener poder sobre todo para servir a todos es el horizonte de la grandeza de nuestro Dios padre y creador, de su hijo Jesucristo muerto y resucitado, y de su Espíritu motivador de la fe y el compromiso en medio del mundo.

Los llamados cristianos hemos de saber que este compromiso evangélico de seguir a Jesús en la construcción del Reino de la justicia y la paz, no se puede recorrer desde la división y la exclusión. Los cristianos hemos de caminar juntos en la acción y el compromiso por lo justo y lo humano, y hemos de hacerlo especialmente en nuestra Europa y su idea de comunidad que hunde sus raíces en el humanismo cristiano. En este sentido, la acción social y política ha de ser un camino de ecumenismo y de descubrimiento mutuo entre los cristianos de todas las iglesias y tradiciones.

Estar unidos frente a lo que divide, excluye, margina y separa a los pueblos de la tierra. Nos une pensar en una antropología de comunión que nos iguala en dignidad y derechos ante Dios y los hombres: un mismo evangelio de generosidad y de entrega, un mismo crucificado que ha dado su vida por la justicia y la salvación de todos los hombres sin exclusión alguna. Así lo proclama y exige el Reino de Dios que nos vincula y nos mueve a comprometernos.

Queremos caminar fraternalmente junto a todos los hombres de buena voluntad que creen que otro mundo es posible. No podemos comulgar con los muros que levantamos entres los hombres y entre los pueblos ya sea por razones de orden económico, social, cultural y político. Mucho menos por motivos religiosos. Consideramos que los cristianos hemos de apostar por un mundo de dignidad y de justicia, de cuidado de todo lo humano y de lo natural. Deseamos y apostamos por caminar en la unidad, porque la separación es un escándalo, que dificulta  la paz y la justicia en toda la tierra.

Oración sacerdotal con el rey crucificado, ya resucitado, en Galilea:

“Señor, te doy gracias con estos hermanos, todos los que han podido seguir estas reflexiones y oraciones a lo largo este año litúrgico, con los que he hecho procesión a Galilea para encontrarme contigo crucificado en la alegría de tu resurrección”.

Mi inmadurez y tu cruz

Me presento a ti más inmaduro de lo que creía. Pongo consciencia que no se madura con el tiempo, sin más, sino con el conocimiento profundo de tu persona, amigo de Nazaret. Al descubrir lo que es la cruz de mi inmadurez, me he sentido mucho menos crucificado de lo que me imaginaba. Sí, ojalá estuviera yo más abrazado a la tu cruz, Cristo amado. Tengo que confesar que me has ayudado a purificar mis pobres expectativas y ahora te deseo resucitado, pero con las señales de crucificado, donde tú estás cada día abrazándome en mis hermanos más pobres y doloridos del camino.

Elegido y enviado

Me he sentido elegido en mi debilidad, ganado en mayor gratuidad, con menos deseo de gloria mía y más afán de la gloria divina, que se me da en tu cruz. Sí, hoy me percibo más agraciado y quiero ser más agradecido, saber que por la encarnación me viene la gracia de Dios en los otros, y que solo así se puede llegar al verdadero compromiso de la pobreza y la compasión divina y solidaria. A ver si en este nuevo sentimiento, ya alcanzo al pesebre de tu pobreza para alimentarme bien de la vida de mi gente.

Tu sabiduría de crucificado

De nuevo me sorprendes con tu clave de que no son los “sabios y entendidos…”, que tu sabiduría es la de la cruz, esa asignatura para mí tan pendiente. En el caminar litúrgico, con estos hermanos al lado, he clarificado mucho más los temas centrales de lo que soy por ti y me descubro en proceso. Siento que ahora puede ser tiempo de gracia y de salvación para mí, para esta Iglesia débil, para este mundo herido. En el silencio me has ayudado a discernir y distinguir persecución y combate: ojalá me alegre más y me queje menos de la persecución y sepa lidiar bien el combate, con conciencia y determinación, esa batalla del verdadero seguimiento, el de la entrega en libertad.

Fraternidad ministerial

Confieso abiertamente que necesito al equipo apostólico. Mi debilidad marca la norma que tú me das como maestro: al menos de dos en dos, compartiendo vida y misión. Tendré que buscar como pordiosero el lugar del encuentro con otros apóstoles ordenados tal como necesito. Me uniré a los que ya lo hacen. Ayúdame a entrar en ese modo de servidumbre y discipulado. Y seguiré con todos los que tú ya me has unido en la vida, compañeros de ministerio y de todos los bautizados, en un laicado tan adulto y tan hermano de lo que amo y sueño.

Resucitado en el crucificado

Cómo me ha gustado profundizar en el entendimiento y contemplación del espíritu del resucitado que actúa en los que me rodean, en una lista interminable de nombres y corazones. Ahí me llamas a ser testigo de tu resurrección y a proclamarla desde todos estos hermanos tan anónimos, como fieles y sufrientes. Ojalá sepa verte resucitado en los que más se dan en el dolor y la pobreza, en los crucificados de hoy. Hazme más disciplinado en el estudio del evangelio, en el cuaderno de vida y en la lectura creyente –hecha siempre desde la inocencia primera-, para que sepa estar como las vírgenes despiertas y expectantes.

A donde tú quieras

Y sí, lo confieso, ya va siendo hora de que desarrolle un proyecto de vida y acción compartido. Mientras he sido joven, y no tan joven, he ido donde he querido…A ver si ahora voy avanzando en obediencia evangélica y dejo que la realidad, reedificada y resignificada, me lleve donde el Padre quiera que vaya para escuchar más limpiamente su palabra y quiera dejarme llevar por su voluntad para permitir que hagas en mí las obras que quieras, que serán siempre mayores que las mías.

Notas hilvanadas

Parar la tierra

“Lo que no se v es lo que cuenta”

(Viva Suecia- Parar la tierra)

Volver arriba