Evangelizar en un mundo religiosamente plural

El pluralismo cultural y religioso ha existido siempre, a lo largo de toda la historia de la humanidad. La novedad actual es que la mundialización nos obliga a conocernos más para entendernos mejor, a desarrollar en cada uno de nosotros capacidades de acogida y hospitalidad, tolerancia y respeto mutuo. A dialogar.
Debemos aceptar que las otras tradiciones religiosas (Judaísmo, Cristianismo, Islam, Budismo, Hinduismo…)así como los diferentes modos de confesar la fe cristiana (Católicos, Protestantes, Ortodoxos, Anglicanos…) y las espiritualidades vinculadas o no a una tradición religiosa ocupan un lugar en el proyecto de Dios para la humanidad.
Si aceptamos el planteamiento anterior el momento histórico que nos está tocando vivir nos demanda descubrir un nuevo rostro de Dios, Padre de todos, que nos abre a la comprensión y aprecio de las diversas maneras de buscarle y confesarle.
Las divisiones y rivalidades entre cristianos oscurecen, y muchas veces son un escándalo, a la hora de comunicar la Buena Nueva del Evangelio.
Desde esa preocupación en el Centenario de la Primera Conferencia Misionera Mundial, realizado en Edimburgo el pasado mes de junio, se formuló un llamamiento común orientado a definir el rostro y el modo de ser testigos de Cristo y de realizar la Misión que Él nos ha confiado, en la nueva realidad mundial del siglo XXI.
Si como creyentes debemos contribuir a la misión evangelizadora de la Iglesia el reto que se nos plantea, en el momento y el mundo actual, es el trazar el camino que mejor nos ayude a evangelizar en un mundo religiosamente plural.
Ese camino, a mi entender, pasa por un diálogo intraeclesial (en nuestra propia Iglesia católica); interconfesional (con hermanos cristianos de otras confesiones); inter-religioso (con otras tradiciones religiosas y credos) y también con la increencia y la secularización..
En cualquier caso con el testimonio personal como eje fundamental.
El reto me parece estimulante y me convence más ese camino que el ir de víctimas y añorar un pasado que difícilmente volverá.