¿Hacerse religiosa en pleno siglo XXI?

Ayer una persona muy querida profesó los votos perpetuos como escolapia. En el mundo en el que estamos y con la que está cayendo ¿sabe donde se mete?

Ciertamente, en los momentos actuales, un compromiso religioso y de por vida “no se lleva”. ¿Cuántas personas del entorno de Elena y de su familia y amigos no lo habrán pensado? ¿Cuántas incluso no se lo habrán dicho?

Ponte, amigo lector, en la situación de sus padres el día que les dijo iba a profesar. ¿Cómo habrías reaccionado?

Yo he vivido la experiencia cerca de sus padres. “Es su voluntad”. “Se la ve feliz”, fueron, en todo momento, sus comentarios más frecuentes.

Ayer las lágrimas de su padre acabaron siendo mis propias lágrimas. Su madre estaba pletórica de emoción. Su hermano trasmitía su orgullo por una vocación que él mismo había alimentado. Y el abrazo de acogida de sus nuevas hermanas de la comunidad escolapia fue profundo, sincero y emocionado.

Sin duda es una decisión que va contracorriente de la sociedad actual. Pero….¿qué más se puede pedir que haber encontrado el sentido de la existencia personal? ¿No representa la entrega a su ideal cristiano y educativo lo más noble del ser humano?

Me siento enormemente orgulloso de haber sido invitado a la ceremonia. Una ceremonia importante e impactante en la que Cristo, el RESUCITADO, se hizo presente.

Elena mostraba una serenidad y un equilibrio interior grandes. Quien es feliz es capaz de hacer felices a los demás. Y Elena lo era, con la opción vital que había adoptado. Estaba pletórica y la felicidad que irradiaba acabó resultando contagiosa.

María Jesús García lo expresaba magníficamente: “fue una manifestación palpable de la existencia de Dios y de su presencia en la vida de los que generosa y humildemente se ponen a tiro de su escucha…fue la experiencia de palpar a Dios de un modo cercano y querido. Disfrutemos y guardemos en nuestro corazón lo vivido y demos gracias a Dios que tan generosamente nos regala con estas y otras muchas acciones para las que hay que prepararse, abrir los ojos y vaciar el corazón de todo lo que nos ciega”

Los que asistimos a dicha ceremonia tuvimos el privilegio de que la actitud y disposición de Elena: “aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad” nos allanara todos los caminos para ponernos “a tiro” de esa escucha.
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