El zarpazo de lo innombrable

Hay varios momentos de "El Señor de los Anillos" en los que los personajes no se atreven ni a nombrar al "malo", o a hablar en la lengua de Mordor. Y en vez de decir "Sauron" (que así se llama el sujeto en cuestión) emplean eufemismos como El Señor Oscuro, el Poder de las Tinieblas, la Sombra, el Enemigo...
A nosotros nos pasa con el cáncer.

Llevo varios días recibiendo noticias terribles de personas a la que se le descubre esta enfermedad de manera sorprendente, la última vez ayer; hace poco falleció una catequista y animadora de pastoral juvenil de un pueblo cercano, una mujer joven, alegre, con dos hijos y mucha vida... La gente, cuando habla de esto, lo nombra también con eufemismos como "una cosa mala", "una de esas cosas bonitas", "eso malo que empieza por c.", "algo malo" o simplemente "un tumor"... Todos lo hacemos, y modulando la voz, como con prevención, con temor, no vaya a ser que atraigamos las iras de "eso" que ataca indiscriminada y cruelmente, que cercena vidas y destruye familias con su zarpazo silencioso que deja helados los corazones.

El pudor y el secreto que acompaña el inicio de este mal supongo que acrecienta el sufrimiento; nos sentimos desamparados, desarmados ante un poder devastador y ciego, como un niño angustiado frente a un lobo que le enseña los dientes en la oscuridad, esperando un ataque sin piedad o un giro de la fortuna que ahuyente a la fiera.

En medio de tantas historietas de reuniones, trabajos, y a veces tantas cosas mundanas y vanas (como diría San Ignacio), siento un estremecimiento de respeto ante las noticias de cánceres cercanos, un punto de vergüenza pr las pérdidas de tiempo y una necesidad casi biológica de ayudar en algo a los que sufren este zarpazo.

César L. Caro
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