Elocuencia del silencio

El que sabe dice mucho cuando calla, y el que habla mucho casi nunca dice nada. La mayoría de las veces hablamos para resguardar lo esencial y ocultar nuestra ignorancia. Nadie sabe de la ambigüedad de la palabra como el que guarda silencio y escucha. Quien no tiene nada esencial que decir no guarda silencio sino que calla. El silencio del enfermo en la antesala de lo definitivo nos hace morder los últimos límites de nuestras posibilidades. "Los dos meses de agonía de mi hijo que murió de sida los pasé a los pies de su cama, mirándolo en silencio y creo que nuestra comunicación nunca fue tan intensa como cuando ya él no podía articular palabra", me dijo la madre en el velatorio de su hijo.
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