Éxtasis epifánico

La gente poda los rosales, los manzanos, los nogales. Algunos del pueblo pasan el día sin ver el sol atizando el fuego para curar los chorizos. Un hombre solitario va subiendo por la falda del Cebreiro pensando y viendo, se oye como una queja eterna un grito de un pájaro, se escucha un ladrido como un lamento llegado de la lejanía, se siente el tiempo petrificado en el canto de un gallo. El mundo parece un campo de melancolía, de silencio, que camina quedo y nos arrastra como un río de lava. El mundo calla para contemplar extasiado la Epifanía.
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