¿Por qué si se puede celebrar misa en chino, en gallego o en catalán se va a tildar de involución el hecho de que la Iglesia de libertad para celebrar la misa en latín? Cuando el Concilio Vaticano II optó por las lenguas vernáculas en la liturgia, muchos criticaron la Iglesia por abandonar a su suerte una parte del patrimonio histórico, el latín, del que la consideraban guardiana; hoy la vuelven a criticar por admitir la posibilidad de que se vuelva a decir misa en latín. Los que defendieron a hacha y martillo la misa de Entrevías (Madrid) criticada por el obispado por no ser fiel a los libros litúrgicos renovados, única fidelidad exigida, atacan ahora la libertad de decir la misa en latín. Muchos periodistas e intelectuales aprovechan que el papa o cualquier representante de la iglesia abra la boca para arrearle. Eso es ser fiel a aquel principio filosófico fundamental: “leña al mono hasta que aprenda el catecismo”.