Madre y madrastra

La naturaleza es como un mar inmóvil de planicies, valles y montañas. Los de las ciudades vienen aquí a disfrutar lo que no tienen en la ciudad y lloran cuando nosotros cortamos árboles para calentarnos en invierno, para hacer tablas o para limpiar tierras para sembrar. Vienen a llenar con la belleza de la naturaleza las lagunas de su vida. Su llanto y sus muecas nos divierten como la gracia de un niño. La naturaleza es nuestra madre y nuestra madrastra, nuestra aliada y nuestro enemigo porque produce maleza que invade nuestros barbechos. En la ciudad tienen que plantar árboles; aquí si dejáramos crecer a su antojo todos los que nacen no tendríamos espacio para plantar tomates ni pimientos ni judías ni cereales. Es verdad: “añoramos lo que no tenemos y lo que tenemos no lo apreciamos hasta que nos falta". PD. Así se expresaba un grupo de labriegos.
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