La historia de Occidente desde sus comienzos anteriores al cristianismo, Nietzsche inclusive, es la historia del olvido del ser del que el cristianismo, más que causa, es un derivado. “Dios ha muerto” significa que el mundo metafísico de las ideas, los ideales y los valores ya no tiene validad ni vitalidad. El abandono de Dios sería la constatación. "Dios ha muerto" sería para Heidegger "la constatación del declive del carácter vinculante de un mundo suprasensible" (K. Löwith). Desde los griegos se ha vivido en el nihilismo, gobernados por no valores, pero en este momento somos conscientes de ello, por eso se habla de nihilismo y somos ihilistas.