En un día que se presta a los rituales el obispo de Vitoria, Miguel Asurmendi, no podía obviar en su homilía sus ya conocidas referencias al patrón de Álava exaltando sus valores y trasladándolos a la sociedad actual. Ante una atenta y nutrida audiencia, entre la que descollaba una destacada representación política, el prelado vitoriano subrayó la religiosidad y espiritualidad de San Prudencio, que se contrapone al vacío espiritual, «que no pocas personas experimentan en la vida moderna y van en busca de medios que calmen su sed de Dios». Lo cuenta B. Corral en El Correo.
Un objetivo que Asurmendi consideró que lo cumple «quien viene a celebrar la fiesta». Tampoco eludió cuestiones más terrenales como la crisis económica y exhortó a los presentes a que en estos tiempos «en que tantos sufren, pasan hambre y otras dificultades por la crisis, la comunidad cristiana está llamada a ofrecer ayuda, hemos siempre de ayudar a los necesitados y más en estos momentos», insistió antes de recordar la piedad profunda y la bondad «para con todos» que elevaron a San Prudencio como obispo de Tarazona.
Su homólogo actual en la capital alavesa no quiso pasar por alto otra cuestión de primer orden político, la consecución de la paz. Un logro para el que, si bien dejó claro que la Iglesia «respeta el papel y la responsabilidad de las instituciones y partidos para garantizar ese bien común, la paz es un compromiso de todos». En ese sentido, recordó que la Iglesia tiene «modos propios, complementarios a los políticos» de trabajar por la paz, «creando actitudes de perdón y de reconciliación» y deseó que el santo alavés «traiga la anhelada paz a nuestro pueblo».