Apertura de curso en la Universidad Eclesiástica San Dámaso de Madrid Cardenal Versaldi: "Hoy, son las culturas cristianas las que rechazan el Evangelio"
(José Manuel Vidal).- "La Universidad San Dámaso vive un momento de consolidación". Tras solo cinco años de existencia, el centro universitario eclesiástico de la archidiócesis de Madrid puede presumir, por boca de su rector, de frutos abundantes y maduros. Así lo aseguró ayer, Javier Prades, en la solemne inauguración de curso del centro eclesiástico madrileño.
Un centro universitario que, en medio de la sequía vocacional, que conlleva el descenso vertiginoso de los estudios eclesiásticos, puede presumir de contar todavía con 3026 alumnos. Todos ellos estudiando carreras eclesiásticas, como teología, filosofía, derecho canónico, ciencias religiosas y literatura cristiana y clásica.
Sin contar los alumnos de una docena de centros de varias diócesis españolas, República Dominicana, Angola y Colombia, vinculados o agregados a la institución, así como una veintena de extensiones en España del Instituto de Ciencias Religiosas. Tiene, además, acuerdos con diversas diócesis de América latina y África para "facilitarles que puedan obtener una formación universitaria que, de otro modo, les resultaría inviable", enviando sacerdotes a formarse en Madrid, explica Prades.
En la solemne inauguración de curso, presencia de muchos obispos: El cardenal emérito de Madrid, cardenal Rouco, el Nuncio de su Santidad, Renzo Fratini, el Nuncio en Jordania, el madrileño Alberto Ortega, el arzobispo castrense, Juan Del Rio, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, el de Cádiz, Rafael Zornoza, el de Getafe, López de Andújar, el de Alcalá, Reig Pla, el de Palencia, Manuel Herrero, el arzobispo de Granada, Javier Martínez, el obispo auxiliar de Madrid, Martínez Camino, el auxiliar de Getafe, Rico Pavés, o el obispo de El Callo (Perú), el madrileño José Luis del Palacio.
En la mesa presidencial, junto al rector, el gran canciller, Carlos Osoro, y el cardenal prefecto de Educación, Giuseppe Versaldi, entre otros. El salón de actos, lleno a rebosar de alumnos, seminaristas, profesores e invitados.

Tras la proyección de un vídeo sobre los logros del año académico pasado, el rector recordó que "estamos en un cambio de época, caracterizada por la inseguridad y la pérdida de la confianza" e invitó a generar confianza a través de una mirada misericordiosa. En ese sentido, aseguró que su centro está dispuesto "a recibir en sus aulas a algún refugiado que llegue a nuestro país".
A continuación, tuvo lugar la lección inaugural a cargo de la máxima autoridad católica en materia educativa. El prefecto del dicasterio de Educación católica, Giuseppe Versaldi, pronunció una densa conferencia titulada 'La educación católica en una sociedades plural'.
Según el ministro de Educación del papa, la iglesia siempre apostó, desde el Vaticano II, por la inculturación, aunque "no siempre se haya observado". Inculturación y aceptación del pluralismo cultural, porque "ninguna cultura puede tener la pretensión de apropiarse el Evangelio e imponerse ante otras culturas".
Pero, antes como ahora, el Evangelio inculturado va a encontrar "resistencias". La novedad, a su juicio, radica en que, ahora, "el rechazo del mensaje evangélicos de da por parte de aquellos pueblos y culturas que antes lo habían aceptado y se había nutrido de él hasta desarrollar una cultura cristiana, que, por medio de ellos, se extendió por el mundo entero".
Para hacer frente a este desafío del rechazo del Evangelio por el Occidente cristiano, el cardenal Versaldi echó mano de la reflexión del cardenal Ratzinger, que advertía, ya antes de ser proclamado Papa, que "en nombre de la autonomía absoluta se niega ciudadanía y legitimidad a la dimensión trascendente del hombre y a la fe en Dios".

Según el entonces cardenal Ratzinger, "la cultura de raíz iluminista no constituye la última palabra de la razón en el campo científico ni tiene validez universal". Por eso, para cambiar el axioma del iluminismo occidental de vivir y pensar 'etsi Deus non daretur', la Iglesia apuesta, sobre todo en sus centros universitarios, por "el diálogo intercultural", el "amor y la búsqueda de la verdad" y, bajo el impulso del papa Francisco, por "el amor y la búsqueda de las periferias".
Y es que las enseñanzas e insistencias de Francisco permean ya todos los discursos eclesiásticos, incluso en una institución, como la Universidad San Dámaso, que nació de la mano del cardenal Rouco y que todavía tiene amplia representación de la 'vieja guardia' eclesiástica.
De ahí que, en ese contexto y en ese salón de actos, sonasen novedosas y hasta atrevidas, las palabras del cardenal Versaldi, invitando a la Universidad a ser "una comunidad en salida", con tres características 'bergoglianas': "Lugar del discernimiento, lugar en el que se elabora la cultura de la proximidad y lugar de formación en solidaridad".
Según Versaldi, ante el actual "secularismo combativo y persuasivo", hay que evitar dos tentaciones. La primera es la de los que "quisieran un atrincheramiento defensivo en la ciudad segura de la ortodoxia". La segunda, la de los que "en nombre del diálogo, olvidan la propia identidad y reducen las instituciones eclesiásticas, a meros lugares de debate".
Para evitar estos dos riesgos, Versaldi acude de nuevo a las recetas del Papa Francisco, que propone "una educación de emergencia, capaz de encontrar nuevas vías", asi como una educación que "derrumbe muros" y que "repiense las obras de misericordia". Una clara indicación vaticana a algunos jerarcas españoles que no terminan de poner su reloj a la hora del de Francisco.
