El Papa anima a “dibujar nuevos mapas de esperanza” en materia educativa León XIV bendice el “Pacto Educativo Global”, una “herencia profética que nos ha confiado el Papa Francisco"

León XIV, tras firmar la carta
León XIV, tras firmar la carta Vatican Media

El Papa escribe una carta apostólica por los 50 años de Gravissimum educationis, y reclama a la educación católica: “Desarmad las palabras, alzad la mirada, custodiad el corazón”

"La educación católica no puede callar: debe unir la justicia social y la justicia ambiental, promover la sobriedad y los estilos de vida sostenibles, formar conciencias capaces de elegir no solo lo conveniente, sino lo justo"

"La educación cristiana es una labor coral: nadie educa solo”, reivindicando el “nosotros” de la comunidad educativa, cuyo fundamento “sigue siendo el mismo: la persona, imagen de Dios, capaz de verdad y relación”,

“Desarmad las palabras, porque la educación no avanza con la polémica, sino con la mansedumbre que escucha. Levantad la mirada (…): sabed preguntaros adónde vais y por qué. Custodiad el corazón: la relación es anterior a la opinión, la persona anterior al programa. No desperdiciéis el tiempo y las oportunidades”. La educación, junto a la unidad y a la sinodalidad, serán tres de los ejes de este pontificado. Este martes, cuando se cumplen 50 años de la declaración del Concilio Vaticano II Gravissimum educationis, el Papa León XIV ha lanzado una nueva carta, cuyo título supone toda una declaración de intenciones, en pleno Jubileo de los Educadores Católicos: “Dibujar nuevos mapas de esperanza”.

Creemos. Crecemos. Contigo

Este es el reto que Prevost quiere para los formadores y escuelas católicas de cara a los desafíos planteados por la sociedad de la información, en tiempos de Inteligencia Artificial, con “rápidos cambios e incertidumbres” y donde a veces se olvida, como apunta el pontífice, que “la educación constituye la trama misma de la evangelización”.

León XIV firma el documento
León XIV firma el documento

“Allí donde las comunidades educativas se dejan guiar por la palabra de Cristo, no se retiran, sino que se relanzan; no levantan muros, sino que construyen puentes. Reaccionan con creatividad, abriendo nuevas posibilidades para la transmisión del conocimiento y del sentido en la escuela, en la universidad, en la formación profesional y civil, en la pastoral escolar y juvenil, y en la investigación, ya que el Evangelio no envejece, sino que hace «nuevas todas las cosas»”, insiste León XIV nada más arrancar el texto, de nueve páginas y con once puntos, en los que subraya cómo “cada generación es responsable del Evangelio y del descubrimiento de su poder seminal y multiplicador”.

Tras asumir que “vivimos en un entorno educativo complejo, fragmentado y digitalizado”, el Papa reivindica las “constelaciones educativas” que a lo largo de la Historia en surgido vinculadas al Evangelio, y que han sido “capaces de leer los tiempos, de custodiar la unidad entre fe y razón, entre pensamiento y vida, entre conocimiento y justicia”.

“Han sido, en la tormenta, un ancla de salvación; y en la bonanza, una vela desplegada. Un faro en la noche para guiar la navegación”, añade el pontífice, señalando a escuelas, universidades, asociaciones y movimientos vinculados a instituciones laicales o religiosos.

León XIV firmó el documento

Resonder a nuevos retos

En el mundo de hoy, es “apremiante” responder a nuevos retos. “Ante los muchos millones de niños en el mundo que aún no tienen acceso a la escolarización primaria, ¿cómo no vamos a actuar? Ante las dramáticas situaciones de emergencia educativa provocadas por las guerras, las migraciones, las desigualdades y las diversas formas de pobreza, ¿cómo no sentir la urgencia de renovar nuestro compromiso?”, se pregunta.

En su carta, el Papa reivindica la herencia de la educación católica como “historia del Espíritu en acción”, al tiempo que recuerda que “los carismas educativos no son fórmulas rígidas: son respuestas originales a las necesidades de cada época”. Así, repasa el ejemplo de los Padres del desierto, de San Agustín, el monacato o las primeras universidades, hasta llegar a la espiritualidad ignaciana, los calasancios, Champagnar o Don Bosco. “Mujeres valientes, como Vicenta María López y Vicuña, Francesca Cabrini, Josefina Bakhita, María Montessori, Katharine Drexel o Elizabeth Ann Seton, han abierto caminos para las niñas, los migrantes, los últimos”, recalca.

Y es que, asegura León XIV, “la educación cristiana es una labor coral: nadie educa solo”, reivindicando el “nosotros” de la comunidad educativa, cuyo fundamento “sigue siendo el mismo: la persona, imagen de Dios, capaz de verdad y relación”, señala el Papa, confirmando la declaración de John Henry Newman como copatrono de la misión educativa de la Iglesia junto a Tomás de Aquino.

“Educar es un acto de esperanza y una pasión que se renueva porque manifiesta la promesa que vemos en el futuro de la humanidad”

De hacer preguntas, y responderlas, porque “la universidad y la escuela católica son lugares donde las preguntas no se silencian, y la duda no se prohíbe, sino que se acompaña”.

“Educar es un acto de esperanza y una pasión que se renueva porque manifiesta la promesa que vemos en el futuro de la humanidad”, sostiene Prevost, quien añade que educar, también, “es una tarea de amor que se transmite de generación en generación”.

León, con Tolentino

En el texto, el Papa pone en valor la Gravissimum educationis, que “reafirma el derecho de cada uno a la educación y señala a la familia como la primera escuela de humanidad” e insiste en que “la comunidad eclesial está llamada a apoyar entornos que integren la fe y la cultura, respeten la dignidad de todos y dialoguen con la sociedad”. Una formación que “abarca a toda la persona: espiritual, intelectual, afectiva, social, corporal” y ha de evitar un “enfoque puramente mercantilista”.

En este punto, el Papa alerta del riesgo de “alzar la bandera de la posesión de la verdad”, pues “la educación católica tiene la tareade reconstruir la confianza en un mundo marcado por los conflictos y los miedos, recordando que somos hijos y no huérfanos: de esta conciencia nace la fraternidad”. Y, siempre, poniendo a la persona en el centro.

Así, subraya Prevsot, “la escuela católicano es simplemente una institución, sino un entorno vivo en el que la visión cristiana impregna cada disciplina y cada interacción”,e invita a los educadores a “una responsabilidad que va más allá del contrato de trabajo: su testimonio vale tanto como su lección”. También, a colaborar con las familias, que “siguen siendo el primer lugar educativo”. Como tal, han de contar con el respaldo del Estado para desarrollar sus derechos, añade el pontífice.

Firma de la carta

Una educación que no se olvide de los pobres

Y, también, una educación que no se olvide de los pobres. Prevost lo deja claro: “Olvidar nuestra humanidad común ha generado fracturas y violencia; y cuando la tierra sufre, los pobres sufren más. La educación católica no puede callar: debe unir la justicia social y la justicia ambiental, promover la sobriedad y los estilos de vida sostenibles, formar conciencias capaces de elegir no solo lo conveniente, sino lo justo. Cada pequeño gesto —evitar el desperdicio, elegir con responsabilidad, defender el bien común— es alfabetización cultural y moral”. Con Francisco, León pide “una educación que involucre la mente, el corazón y las manos”, para una “educación para la paz desarmada y desarmante” que “enseña a deponer las armas de la palabra agresiva y de la mirada que juzga, para aprender el lenguaje de la misericordia y de la justicia reconciliada”.

El Papa, con los educadores cristianos

Mirando hacia el futuro, el Papa se detiene en el entorno digital, y pide “creatividad pastoral” para asegurar que “las tecnologías sirven a la persona, no la sustituyen”. León advierte de la “tecnofobia”, pues “nuestra actitud hacia la tecnología nunca puede ser hostil”, pero sí insta al “discernimiento” en los planes educativos. porque “ningún algoritmo podrá sustituir lo que hace humana a la educación: la poesía, la ironía, el amor, el arte, la imaginación, la alegría del descubrimiento e incluso la educación en el error como oportunidad de crecimiento”. “Lo decisivo no es la tecnología, sino el uso que hacemos de ella”.

Como guía de camino, el Papa bendice el “Pacto Educativo Global”, una “herencia profética que nos ha confiado el Papa Francisco” y pide “a todas las realidades educativas que inauguren una etapa que hable al corazón de las nuevas generaciones, recomponiendo conocimiento y sentido, competencia y responsabilidad, fe y vida”. “Desarmad las palabras, alzad la mirada, custodiad el corazón”, concluye Prevost. 

Volver arriba