Lo que Benedicto XVI ha dicho a los obispos españoles


Como adelantábamos ayer, la única noticia de la existencia del encuentro entre Benedicto XVI y el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal, que ya ha concluido, ha sido una mera línea en el Vatican Information Service (VIS). En el apartado de audiencias, se dice que el Santo Padre ha recibido en audiencia esta mañana "a los miembros de la Presidencia y del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal española". Sí se ha extendido más el VIS sobre la rueda de prensa que han protagonizado en Roma el arzobispo y el alcalde de Zaragoza para presentar el pabellón de la Santa Sede en la Expo del Agua. Pero de este asunto -muy interesante, por cierto- hablaremos otro día. Hoy no toca.

Como anunciamos, el encuentro tenía un carácter privado, pero a la vez la Santa Sede quería hacer visible su opción por escuchar a todas las voces posibles dentro de la Iglesia española. De ahí que invitara a todo el Ejecutivo, y no sólo al presidente, vicepresidente y secretario general.

Según nos cuentan quienes bien lo saben -tal vez a lo largo de esta tarde algún prelado, o el mismo embajador Francisco Vázquez, nos ilustren con sus propias palabras-, Benedicto XVI ha animado a los obispos a continuar con su labor en España, uno de los países que más preocupa al actual Pontífice por sus veleidades laicistas.

Al mismo tiempo, también como apuntamos, el Santo Padre habría pedido a los obispos una mayor inteligencia a la hora de valorar posibles desencuentros con el Gobierno socialista. Los adjetivos son míos, no de las fuentes, pues en caso de utilizar las palabras precisas podrían tener problemas. Desde el Vaticano se entiende que el mejor modo de canalizar los desencuentros de la pasada legislatura, así como los desafíos de la presente, está en el diálogo sereno y no en las "salidas de pata de banco" (esta frase no es mía) que se han vivido durante los últimos meses y años con respecto a las respuestas frente a los "ataques" del poder político.

Claridad con caridad, firmeza con ternura, denuncia profética pero no inquisitorial. Estos son, a grandes rasgos, la "hoja de ruta" que Benedicto XVI ha planteado ante nuestros obispos. Se han tocado de pasada otros asuntos, como la comunicación en la Iglesia (Cope y demás), el sistema de financiación y los contactos para abordar la reforma de la Ley de Libertad Religiosa. Pero las cuestiones del día a día son cosa del cardenal Rouco (incluyendo aquí conflictos como el de la Ucam o el del arzobispo de Granada), y no objeto de un breve encuentro.

Siempre, claro está, con elegancia y dejando claro que el Obispo de Roma está con sus hermanos en el Episcopado. Pero que no hay que abonar la tesis de la guerra ni de la persecución, sino más bien acudir a la esperanza y a la experiencia de una Iglesia como la española, inserta como pocas en la realidad del país y de sus gentes. Una base sólida que este Gobierno ya ha asegurado -esperemos que lo cumpla- a la Santa Sede no va a dilapidar.

Otra cosa es que el Ejecutivo socialista entienda que la cúpula episcopal se comporta como un adversario político (un gran fallo de ambas partes), con lo que su actuación también lo será. Y entonces no nos entenderíamos. Pero, como dijo un buen amigo, en Roma se ponen las luces largas, se mira a largo plazo. Y creo, sinceramente, que nuestros obispos también lo harán. Por el bien de toda la sociedad -incluido el Gobierno-.

baronrampante@hotmail.es
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