"La Iglesia se sentiría culpable ante su Señor si no emplease los medios de comunicación"

«El primer areópago del tiempo moderno es el mundo de la comunicación, que está unificando a la humanidad… La utilización de los medios de masas ha llegado a ser esencial para la evangelización y la catequesis… La Iglesia se sentiría culpable ante su Señor si no emplease esos poderosos medios… Gracias a ellos puede hablar a las masas». Es preciso para ello la capacidad para incardinar el mensaje «en la nueva cultura… con nuevos lenguajes, nuevas técnicas y nuevas actitudes psicológicas».

Para difundir el mensaje de la Palabra de Dios, la Iglesia tiene todo el derecho de procurarse sus propios medios de comunicación social cuidando, eso sí, que toda su programación esté en coherencia con aquella y no le reste credibilidad. Pero los muchos hombres y mujeres que trabajan en medios oficiales o cívicos han de procurar análoga coherencia, por encima de las cuotas de audiencia o las directrices ideológicas marcadas por sus responsables.

La presencia de la Palabra de Dios en algunos de sus programas no es ningún privilegio abusivo. No se caracterizan en general tales medios por su generosidad en ofrecer espacios religiosos. Más bien se distinguen algunos medios públicos y privados por admitir en su programación espacios que tergiversan o ridiculizan la fe y hacen una lectura selectiva de las reales o supuestas noticias eclesiales de signo desfavorable.

No pedimos tratos de favor. Reconocemos el carácter cívico y plural de nuestra sociedad. Sólo pedimos el respeto que se merece la comunidad creyente. Los profesionales cristianos que, desde diferentes niveles de responsabilidad, colaboráis en ellos sois invitados por vuestros Obispos a preguntaros qué podéis hacer, sobre todo para que el humanismo coherente con el Evangelio inspire vuestros programas. Y nuestras iglesias diocesanas deberían alentar a los laicos a participar en programas de prensa, radio, TV, exponiendo, respecto de temas en los que son competentes, criterios coherentes con el Evangelio.

La excesiva timidez de los creyentes facilita el que muchos espacios sean ocupados en exclusiva por personas que hacen profesión pública de increencia y, en ocasiones, muestran una actitud agresiva ante las posiciones de la Iglesia y ante la misma fe.

(Tomado de la Carta de Cuaresma de los Obispos vascos y navarro)

baronrampante@hotmail.es
Volver arriba