“Licencia para matar”

Con una multitudinaria misa en la plaza de la Virgen, el cardenal de Valencia, Agustín García-Gasco, ha clausurado el encuentro de familias inmigrantes organizado al alimón con la Consellería de Cooperación e Inmigración del Govern valenciano, dirigida con acierto por Rafael Blasco. Durante la Eucaristía, García-Gasco ha denunciado a aquellos que hacen “fraude” al “utilizar el nombre de la libertad y de la democracia para extender la licencia para matar”.
Desde esta bitácora siempre nos hemos posicionado en contra del aborto, y en contra de la ampliación de los supuestos para abortar. Otra cosa es que jamás condenaremos a la mujer o la familia que decide no continuar con el embarazo, porque resulta muy complicado hacerlo sin estar en su piel. Un aborto siempre es un fracaso y un trauma, tanto para la mujer que aborta como para la sociedad que no es capaz de poner los medios para que nadie tenga que abortar. Y, evidentemente, una profunda injusticia para ese pequeño e indefenso ser, el único que no tiene voz ni voto, y quien paga con la muerte una decisión en este sentido.
Por eso pensamos que, antes de aprobar cualquier nuevo supuesto, hay que, por un lado, cumplir bien la actual ley –que algunos se pasan por el forro- y, por el otro, trabajar para que traer un niño al mundo, en todos los casos, sea una bendición. Sé que estas palabras pueden sonar vacías y estereotipadas, pero es lo que siento.
Pero García-Gasco ha dicho muchas más cosas. Sin demasiado tiempo, apenas las recogemos –gracias a la agencia Avan-. Será el lector quien opine si se pasa, no llega, se está o no de acuerdo. Lo que nadie le podrá negar al cardenal de Valencia es la claridad con la que muestra sus argumentos. Que, insisto, no necesariamente tienen que ser los de este barón rampante.
“Todos los seres humanos desde el primer instante de su concepción hasta el último de su muerte natural tienen plenos derechos”, ha subrayado en su homilía el cardenal, quien insistió en que “una democracia sin valores puede perder su propia alma”. “La religión y la moralidad son soportes indispensables para la prosperidad y la paz social”, añadió el purpurado. Por ello, pidió a la Virgen de los Desamparados que “seamos defensores de la civilización de la vida y nunca promotores de una cultura de muerte”.
De igual modo, el cardenal se ha dirigido a la patrona de Valencia para, “de un modo particular, hacerte presentes hoy las necesidades y sufrimientos de los inmigrantes, que han llegado a nuestra patria y comparten su vida con la nuestra”.
Quien ha debido abandonar su hogar de origen por cualquier necesidad “debe ser acogido como el mismo Cristo”, ha subrayado el cardenal, que ha evocado también cómo “María, la Madre de Jesús, se puede contemplar también como imagen de la mujer emigrante: dio a la luz a su hijo lejos de casa y se vio obligada a huir a Egipto para salvarlo de las amenazas e injusticias de los poderosos”. Esta “profundísima realidad”, ha precisado el purpurado, “ha de tener consecuencias prácticas en la vida de los cristianos”.
“Aquí no caben racismos ni rechazos extraños al querer de Dios. Los que no tienen cabida en nuestra tierra son los que se dedican a explotar a las mujeres inmigrantes; o las mafias que se aprovechan de su situación”, resaltó García-Gasco.
Finalmente, el purpurado se refirió a la futura reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa, reclamando “un mejor cuidado de la libertad religiosa: los católicos no queremos privilegios. Sólo pedimos libertad y respeto”. El hombre “es un ser social y la fe tiene una dimensión comunitaria”, ha preciado el cardenal, que con palabras de Benedicto XVI ha asegurado que “es inconcebible que el creyente tenga que renunciar a una parte capital de sí mismo -su fe- para ser ciudadano activo”.
En este sentido ha precisado que “de ahí dimanan tantos deberes y derechos de los ciudadanos: como la libertad efectiva de los padres para elegir la educación que desean para sus hijos” y ha señalado que “el Estado no debe sustituir a los padres: solo tiene un papel subsidiario”.
Por ello, “todo intento del Estado de invadir los ámbitos soberanos de la familia sólo encontrará la legítima resistencia de las familias. Y en esa circunstancia la Iglesia debe prestar todo su apoyo a los padres”.
baronrampante@hotmail.es