Padre Nuestro de la Cuaresma

Nos va a prometer algo que él no puede hacer. Nos va a prometer que nos dará el mundo entero si lo adoramos a él. Todo esto te daré si te postras y me adoras. Es mentira. No puede darnos nada porque no tiene nada. El mundo no es suyo, sino de Dios. Buscad pues, primero, el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se os dará por añadidura. Así que, en cuaresma, debemos buscar decididamente el Reino de Dios y rezar así:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre (y no el del diablo que está en el infierno), venga a nosotros tu reino (y quédese el diablo con el suyo), hágase tu voluntad (que nos libera y no la del diablo, que nos esclaviza) así en la tierra como en el cielo.
Cuando el diablo vea que estamos dispuestos a rezar va a empeñarse en que recemos como él quiere -o sea mal- y no como Dios manda. Va a intentar hacernos confundir lo que realmente necesitamos con lo que nos apetece y va a insistir en que pidamos a Dios lo que nos apetece como niños malcriados: Si eres hijo de Dios haz que estas piedras se conviertan en pan. Sabiéndolo, en Cuaresma debemos pedir como conviene:
Danos hoy nuestro pan de cada día (como das alimento a los pájaros del cielo y vestido a las flores del campo para que reconozcamos tu Providencia amorosa), perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden (para que así, Señor, quede claro que eres nuestro Padre y el sembrador de cizaña quede confundido por los siglos de los siglos).
Cuando el diablo vea que confiamos mucho en Dios usará esa misma confianza que tenemos para tentarnos y nos dirá: puedes hacer todo cuanto se te antoje, porque está escrito: Enviará a sus ángeles para que tu pie no tropiece. El diablo conoce las Escrituras, pero las cita al revés, porque lo que dice la Escritura no es que Dios nos sacará las castañas del fuego cuando hacemos nuestra voluntad sino que sus ángeles marcharán delante de nosotros cuando nos empeñemos en hacer su Voluntad. Y, por muchos tropiezos que ponga el diablo en nuestro camino el Ángel del Señor los removerá todos si terminamos nuestro Padre nuestro cuaresmal así:
No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal.
Entonces podremos descansar mirando a la Señora. Y podremos sonreir al ver cómo, a sus pies, la feísima culebra ha sido derrotada.
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