Rouco y Sebastián se equivocan con el Valle
Monseñor Rouco continúa con su estrategia de no hacer ruido, de no molestar, de no enturbiar las relaciones... hasta que pase la JMJ. Y todos se callan y reverencian a su señor. Ya nadie habla de las misas a la puerta del Valle, de la necesaria protección del templo, de si la cruz estará o no estará... Todas esas polémicas han desaparecido porque se ha demostrado, una vez más, que el Gobierno hiperlaicista agresivo del malvado Zapatero, no entra en sagrado. También por estrategia. También veremos después de la JMJ. Se equivoca Rouco, y también Sebastián al hacerle el juego.
Y, entre tanto, unos y otros -más los que se autoexcluyen del debate que los que participan en él, obviamente- sin hablar de lo que es preciso: reconvertir el Valle de los Caídos en un lugar de la memoria, de la de todos, que todos fuimos los vencidos en una guerra fratricida que algunos se empeñan en resucitar, por ambos lados. De lograr que Cuelgamuros sea un rincón del perdón, y de la justicia. Uno, que no es un apasionado de remover tumbas, entiende perfectamente que, en la medida de lo posible, algunos quieran recuperar los restos de sus familiares difuntos que reposan en el Valle. La técnica dirá si es o no posible, pero el hecho en sí no entraña maldad alguna. Y quien la encuentre, que se lo haga mirar. Que las conspiraciones judeomasónicas son propias de otro tiempo, curiosamente aquél que nadie quiere recordar ahora.
Lo más triste, con todo, es contemplar cómo, una vez más, la Conferencia Episcopal se borra de cualquier debate que no sea organizado y controlado por ella. Así les luce el pelo. Y a todos los creyentes, mientras la doctrina oficial siga hablando de "Iglesia" en lugar de hacerlo de "obispos". Que han dejado de tener tortícolis de tanto mirar a Roma... y sufren ahora de escoliosis de tanto girarse, una vez hacia Añastro, la otra hacia Bailén. Mientras le bailen el agua.
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