No vamos a caer en el error de suponer qué estaría haciendo nuestra Carta Magna en caso de ser chica, o chico.
Pero la treintena es una etapa difícil para cualquier persona: la independencia, la forja de una nueva familia, la toma de decisiones definitivas, los niños, las canas, la prisa...
Nuestra Constitución se hizo adulta, y nadie la enseñó a mantener su independencia, a sobrevivir al albur de conflictos políticos, religiosos, sociales y económicos. La "coyuntura" es adversa para el texto constitucional. Y, sin embargo,
quedan tantas cosas por cumplir...
Cuando se cumplen cifras redondas -
30 años de Constitución, 40 del fin del Concilio Vaticano II...-, es buen momento para
sentarse a reflexionar sobre todo lo que no se ha cumplido, y llevarlo a cabo, antes de acometer otras reformas. Cumplir y hacer cumplir la Constitución es, hoy más que nunca, una responsabilidad ineludible. También
apostar por la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, conseguir que nadie sea perseguido a causa de su raza, condición sexual o religión que profese (o no). Agradecer todo lo que se ha conseguido en 30 años de democracia y, acto seguido, dejar de mirarnos el ombligo o el calendario de reformas y subirnos las mangas. Queda mucho por hacer.
¡Adelante!baronrampante@hotmail.es