A los que aman (Gabril Kail Gibran)

Cuando el amor te llame, síguelo. Aunque su camino sea angustioso y arduo. Y entrégate a sus alas que te envuelven.

Aunque la espada oculta en ellas te hiera.

Y cree en él, créele cuando te hable.

Aunque su voz doblegue y marchite tus sueños, como el viento del norte marchita los jardines. Porque así como el amor te llena de gloria, así te crucifica.

Como te da abundancia, así te tala.

Como llega a la altura y besa tus más frágiles ramas, las que se agitan bajo el sol, así descenderá en su abrazo con la tierra.

Como a gavillas de trigo, el amor te une a ti, te reúne contigo.

Te desgarra, para desnudarte.

Te depura, para despojarte de las aristas que revisten tu imagen.

Te pulveriza, para que alcances la blancura.

Te amasa, para que cuanto es dócil y flexible en tu dureza renazca.

Y te entrega luego a su sagrado fuego, para que seas pan sagrado en la fiesta sagrada.

Todo esto hará el amor para llevarte hacia el conocimiento de tu alma, y a formar parte, así, del alma de la Vida.

Pero si tu temor te induce a buscar tan solo la paz y el goce del amor, es preferible que cubras tu desnudez y abandones su portal. Y marches hacia un mundo sin primaveras en el que rieras y lloraras, pero no con toda tu risa ni con todo tu llanto. El amor no da ni toma nada excepto de sí mismo.

Y no posee ni es poseído.

Porque el amor es todo para el amor.

Cuando ames, no digas que Dios esta en tu corazón, di que tu estas en el corazón de Dios.

Y no quieras regir el curso del amor, será el amor, si te ve digno, el que regirá tu curso.

El amor no tiene mas deseo que realizarse.

Pero si amas, y no puedes evitar los deseos, que ellos sean:

Fundirte, y fluir como el arroyo que susurra su música en la noche.

Conocer el dolor de la excesiva ternura.

Ser lastimado por tu conocimiento del amor.

Y sangrar voluntariamente, con alegría.

Despertar al amanecer con alas en el corazón y dar gracias por un nuevo día de amor.

Reposar al mediodía, recordando el deleite amoroso.

Volver serena y dulcemente al hogar en el ocaso.

Y dormir con un ruego por el amado en el alma y una canción de jubilo en la boca.


Estaréis juntos.

Pero dejad que crezcan espacios en vuestra cercanía
.

Y dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.

Amaos con devoción, pero no hagáis del amor una atadura.

Haced del amor un mar móvil entre las orillas de vuestras almas.

Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de la misma.

Compartid vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo
.

Cantad y bailad juntos

y estad alegres,

pero que la alegría de cada uno sea propia.

Las cuerdas del laúd están separadas

aunque vibren con la misma música.

Dad vuestro corazón,

pero no para que vuestro compañero se adueñe de él.



Porque sólo la mano de la vida

puede retener los corazones.

Y permaneced juntos, aunque no demasiado juntos.

Porque los pilares sostienen al templo

pero están separados.



El roble no crece a la sombra del ciprés;

y el ciprés no crece a la sombra del roble.


baronrampante@hotmail.es
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