Las clarisas logran una rehipoteca para el convento de Córdoba

Por si acaso, las monjitas decidieron, hace un par de días, romper con su clausura y caminar por los polígonos de Córdoba y las empresas de la capital explicando su difícil situación y pidiendo ayuda. En algunos lugares, nos cuentan, les han tratado con sumo respeto. No en todos. Para quien tiene consigo el voto de pobreza, pedir para sí -el convento- no tiene que ser fácil. Pero la situación, por culpa de todos -la mala gestión, la cabezonería en no perder el control del patrimonio, la desidia de unos y otros y el sistema económico, que arrasa como un rodillo con lo que encuentra a su paso-, obligó a las hermanas a hacerlo.
Tras conocerse la situación, las clarisas han recibido donaciones de toda España, que en todo caso no suponen la solución definitia para el conflicto, pues cada mes que pasa la deuda se amplía. Y no hay visos de solución. El Obispado, que había prometido acudir en socorro de las hermanas, parece haberse puesto manos a la obra. La persistencia de Sor Clara, la abadesa del convento, ha tenido mucho que ver en esto. Y también la sensibilidad de los responsables de Cajasur, que no olvidan la importancia del convento, y de las clarisas, en Córdoba.
En todo caso, a partir de ahora, la solución es bien clara: la cesión del uso y disfrute -y también de la conservación- del patrimonio, de modo que las religiosas puedan seguir orando, trabajando y sirviendo a la Iglesia y la sociedad desde su convento, y la ciudadanía pueda disfrutar de una gestión adecuada de unos bienes considerados de interés cultural, y que suponen más de 6.000 metros cuadrados con joyas del Renacimiento y el Barroco. Santa Clara ha podido obrar el milagro, pero no convertir a las monjas en restauradoras, tratantes de arte o profesionales del turismo... sin dejar de ser lo que son: religiosas.
Ojalá se confirme una pronta solución al problema de las clarisas de Córdoba.
baronrampante@hotmail.es
N. del blogger: este post es la continuación del de ayer. En todo caso, dejar claro que la deuda no asciende a 3.000 euros, sino que esa cantidad es la mínima que deben abonar antes del 29 de agosto, después de muchas demoras, para evitar el embargo. Aunque no tengo datos totales del montante global de las deudas, éstas superan los 400.000 euros (casi 70 millones de pesetas). Y crecen cada día, pues el mantenimiento del convento y de su patrimonio resulta sumamente caro.