¿El fin de la Ucam?

Parece una pelea en el barro. Sucia, donde todo vale y los acuerdos duran lo que conviene al adversario. Sólo que en esta batalla se está manchando una Universidad, varios movimientos apostólicos, una diócesis, el Gobierno regional de Murcia e, incluso, a las altas esferas de la Santa Sede. Y la bola de nieve sigue creciendo, y amenaza, esta vez seriamente, con minar con los cimientos de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (Ucam) que, al fin y al cabo, es un bien para la sociedad murciana. Y, lo que es más grave, destrozar la ya maltrecha salud de los cristianos de este rincón de España, y aumentar su desapego hacia la institución eclesiástica.
Y es que Murcia, a raíz de esta polémica, se ha convertido en un sin Dios, en el que nadie respeta nada, y los obispos se rebelan contra el Papa, los laicos contra el obispo, el Ejecutivo regional contra las leyes civiles dando primacía a las eclesiásticas... La situación está tan viciada que tal vez ya no haya marcha atrás. ¿Está todo perdido en Murcia? Pues tal vez.
Algunas fuentes hablan de deudas millonarias, otras de terrenos recalificados de modo irregular, todas de un conflicto personal entre un Obispo y un laico con demasiado poder y contactos. Para más inri, la Santa Sede, que se vio obligada a mediar, no es reconocida por el propio Reig Plá, quien ha solicitado al Gobierno de Murcia que no tenga en cuenta la carta escrita por el cardenal Tarcisio Bertone -Secretario de Estado vaticano- reconociendo la titularidad de los kikos (ya se explicó convenientemente en otro post) en la Ucam, por no tratarse de un texto oficial. Se ha intentado desacreditar, incluso, la autoridad vaticana, ¡por parte del obispo! Una amenaza que persiste, con la intención de Reig de acudir a la Signatura Apostólica, tratando de desacreditar, de este modo, la autoridad del Secretario de Estado, que todas las partes (Gobierno de Murcia incluido) se habían comprometido a aceptar. El mundo al revés, vamos.
Los días de Reig en Murcia están contados, a no ser que la Santa Sede, en un alarde de mala praxis más propia del Medievo que del siglo XXI, decida "castigar" a los fieles murcianos y "condenar" al prelado a permanecer hasta su cese en esta diócesis, rodeado de la desconfianza y la falta de autoridad. Porque el Vaticano no quisiera a quitar la Universidad a Mendoza, pero ojo, que el Gobierno de Murcia tampoco va a enfrentarse directamente con el obispo. Y, al final, los 4.000 millones de crédito con Cajamurcia y la polémica por la facultad de Medicina pueden acabar derrumbando un edificio que comenzó construyéndose sin los pilares firmes. Y ya se sabe: los ídolos con pies de barro, a poco que llueve, se hunden.
La única opción viable que se nos ocurre es que la Santa Sede haga valer su autoridad, del modo más suave y privado posible -para ello habría que contar con la discreción de Mendoza, cosa cuando menos difícil-, y disponga que la Universidad, siendo católica, no pertenezca a la diócesis. Y tratar de acordar con Mendoza la entrada de otros inversores, también de Iglesia, y con presencia en Murcia. Como el Opus Dei, por ejemplo. E intentar que Reig Plá encuentre una salida cómoda. Y que su sucesor en Cartagena-Murcia sea un hombre joven, que conozca el mundo de la educación y no se haya significado tan claramente por un movimiento apostólico, sino que invierta -nunca mejor dicho- en la apertura y la pluralidad de todos. Pero la cosa se antoja de muy difícil solución.
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