El Evangelio de hoy es uno de los
momentos más emotivos de la vida de Jesús. Uno de sus mejores amigos,
Lázaro de Betania, muere. Sus hermanas,
Marta y María, le esperaban, pero él no llegó. "
Si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano", le dice María, sin enojo ni odio, sabiendo que el Maestro amaba a Lázaro. Y, por primera vez,
Jesús llora.
No lo hace por el dolor de los clavos uniéndole a la cruz, por los latigazos inflingidos por los legionarios romanos...
Llora por la muerte de su amigo. Las lágrimas del Hijo de Dios nos revelan, una vez más, la profunda humanidad de Cristo. Y esas lágrimas nos unen todavía más con el Creador de toda vida.
Después, viene el milagro. "Yo soy la Resurrección y la Vida". Pero antes, Jesús llora. Derrama lágrimas por quien ama.
Yo estoy llorando hoy por tí, que no me puedes ver, pero que tal vez me leas. Y
para Él no hay nada imposible. De las lágrimas, casi siempre, surge el milagro. Del sufrimiento, la dicha. De la muerte, la Resurrección. Buen domingo a todos.
“Espera en el Señor, espera en su palabra”baronrampante@hotmail.es