¿El obispo Reig quiere que gobierne Podemos?

Vaya por delante mi máximo respeto a Podemos. Considero que es un soplo de aire fresco que entren en política personajes "no contaminados" por la corrupción y por el mal llamado "servicio público". Pero yo no les he votado, ni les votaré. No me convencen muchos de sus planteamientos, que considero trasnochados e irreales. Me he leído sus programas, tengo amigos que forman parte de sus listas y no dudo de su buena voluntad... pero así es la democracia, y no tienen mi confianza para gobernar este país. No sé si a nadie le importa este preámbulo, pero consideraba necesario consignarlo antes de plantear la tesis central de este artículo: hay muchos ultracatólicos que están trabajando para que Podemos llegue al Gobierno.

La paralización de la "ley Gallardón" ha llevado a los más ultramontanos a hacer lo que está inscrito en su ADN: tirarse al monte. Hazteoir.org y otras asociaciones autodenominadas católicas -nada que decir de sus terminales mediáticos, cuya obsesión por imaginar brujas a las que condenar a la hoguera por doquier- se han lanzado a una campaña para evitar que el PP gane las próximas elecciones. Con el increíble -no por el personaje, sino por el contenido de su carta- apoyo del obispo Reig, que en una andanada revolucionaria -por lo violento- arremete contra todo lo que se mueve: Rajoy, Pedro Sánchez... y al propio Vaticano II, que prohibía a la Iglesia promover o liderar partidos políticos confesionales.

Las diatribas de Reig -algunas de cuyas expresiones rayan el delito- no hacen otra cosa que colocar a la Iglesia española -al concepto que, lamentablemente, durante demasiados años se ha dado de la Iglesia de nuestro país- sesenta años atrás: añoranzas de la dictadura que lamentablemente no hemos sabido erradicar del corazón de muchos de los que hoy siguen expidiendo carnets de catolicidad. Y, posiblemente sin pretenderlo, dar una patada en los bajos del modelo de Iglesia que promueve el Papa Francisco, y que, con cierto retraso, comienza a instalarse en la cúpula episcopal de nuestro país.

Las palabras del todavía obispo de Alcalá -si la Iglesia fuera una institución seria, ya le he habrían pedido cuentas- llaman al odio y no logran el objetivo que, de buena fe, querríamos suponer a Reig Plá: la defensa de la vida. La vida no se defiende a cañonazos, dinamitando cualquier puente de diálogo con la sociedad. En otras palabras: si los católicos hicieran caso al escrito de Juan Antonio Reig Plá (y sus palmeros mediáticos), en el que defenestra a los partidos políticos tradicionales, sindicatos y demás, Podemos estaría gobernando mañana nuestro país.

Don Juan Antonio: una vez más, ha cometido un error de dimensiones desproporcionadas. Una vez más.
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