Dos obispos en Sevilla
Dos obispos para una diócesis. No voy a esconder mi amistad -¿se puede ser amigo de un cardenal de la Iglesia católica?- y mi admiración por el cardenal Amigo, y tampoco que con Juan José Asenjo trabamos una profunda relación -con sus más y sus menos, debo reconocerlo- durante sus años al frente de la portavocía del Episcopado. Les reconozco que salí sorprendido de las entrevistas, que tuvieron lugar en el Palacio Arzobispal de Sevilla el pasado jueves.
Gratamente sorprendido, pues los temores acerca de un "cambio de rumbo" radical en la Iglesia sevillana, no lo podemos negar, están en el ambiente. Y, sin embargo, el cariño y el respeto demostrado por Asenjo hacia Amigo y hacia su labor pastoral, así como los comentarios de quienes les han tratado, y quienes han comprobado los primeros pasos de ambos en la nueva situación, me hacen pensar que la línea de servicio y diálogo con la sociedad llevada a cabo durante 27 años por el cardenal Amigo continuará -evidentemente, con los matices de la personalidad de cada uno- en monseñor Asenjo.
Y en cuanto a la "nueva situación"... Les invito a que lean la entrevista que hoy publicamos con Juan José Asenjo, y la que mañana aparecerá con Carlos Amigo. Que callará muchas bocas. Se lo aseguro. Y que descubrirá a muchos, por un lado, la grandeza de un príncipe de la Iglesia; y, por el otro, la sensatez y el buen hacer de un obispo eficaz. Sevilla tiene razones para seguir viviendo la esperanza de Amigo, acompañado por Juan José Asenjo. Y después de su marcha. Y con mucha paz, la propia de los hombres de Dios.
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