La sangre de Jesús

El Amor, ése que nos salva cada día. Pues la salvación no está en la Cruz, sino en el sepulcro vacío, no en la Muerte, sino en la Resurrección. No en el odio homicida, sino en el Amor que perdona, reconcilia, que todo lo puede, hasta vencer la muerte. Bien es verdad que un paso no se da sin el otro. Sin la aceptación, el mensaje, la autenticidad, la dignidad, la honestidad, la lucha, el sufrimiento, los clavos y la cruz, no se hubiera producido el Milagro. Sin Viernes Santo no hay Domingo de Resurrección. Hay que morir, para vivir.
Danos, Señor, tu fuerza para cumplir tu voluntad, y no la nuestra, para aceptar nuestra misión en este mundo, para no enterrar nuestros talentos entre el miedo a la muerte y el dolor. Danos la visión desde tu Cruz, sabiendo la vida que nos espera. Gracias por tu sangre, mi Dios. Por continuar perdonándonos, que seguimos sin saber lo que hacemos.
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