La vida y las vidas (del 11-M a Juan y Rodrigo)

Hoy, hace siete años, un terrible estruendo recorrió las estaciones de Atocha, El Pozo y Entrevías. Los que vivimos en Madrid sabemos qué hacíamos a esa hora, y hemos recorrido una y mil veces la famosa escalera de los seis conocidos buscando entre las víctimas a quien conocimos o apreciamos. Algunos encontramos muertos entre los nuestros. Se rompieron vidas, ilusiones y esperanzas. La reacción social fue, sin embargo, impresionante. Todavía recuerdo cómo, a los dos días de la masacre, los trenes de cercanías se llenaban hasta los topes para asistir a la masiva manifestación de protesta. El convoy se detuvo minutos antes de entrar en la estación. Todavía, a veces, me despierto recordando un zapato marrón de mujer tirado en el andén.


Esta misma semana en la que recordamos a los que murieron -y a todas las víctimas de toda violencia sin sentido, desde el aborto indiscriminado a ETA, desde la violencia de género a los que con dos copas de más arrasan lo que se encuentran por delante, de la persecución religiosa a los que mueren en soledad-, quieron presentar a dos nuevas personitas a la vida. Juan, que nació el viernes, y Rodrigo, que vino entre nosotros este miércoles. Les espera un mundo complicado, y es nuestra responsabilidad colaborar para que no se haga tan duro vivir.

Muchos, miles de niños y niñas, nacieron también el viernes, y el miércoles. Algunos morirán a las pocas horas, por el hambre, las malas condiciones de salubridad y la injusticia de un mundo que se sigue estirando por los polos. Hoy es un día para reivindicar todas las vidas, sobre todo las más débiles. Hoy es un día para tener esperanza en que los que nos han dejado nos vigilan y protegen desde lo alto, y para pensar en que Rodrigo, Juan y tantos otros nos harán mejores, más humanos. De sentir que el Dios de la Cuaresma nos lleva, pasito a paso, a un nuevo camino de vida... de vidas.

baronrampante@hotmail.es
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