Jesucristo, hombre libre
El discípulo Juan definió a Jesús como el Verbo o la Palabra hecha carne. Y un teólogo del Tercer Mundo ha osado sustituir Palabra por Libertad, de modo que Jesucristo se manifiesta ya al nacer como un hombre libre.
Realmente, si nos atenemos al tenor de su vida, Jesucristo se manifestó siempre libre ante las ataduras legalistas de la tradición religiosa judía, incluso ante las autoridades. Jamás abdicó de esa libertad, prefirió antes morir. Lógicamente su mensaje, la palabra que anunciaba no tenía otra finalidad que hacer libres al hombre y al mundo, un hombre y un mundo nuevos. Y esa es la tarea que dejó a sus seguidores al morir como un rebelde en la cruz.
Hoy con la ayuda de los testigos fieles que han entregado su vida por este ideal, el obispo Oscar Romero, Rutilio Grande, Ignacio Ellacuría y sus compañeros, hemos comprendido que la misiónn de los cristianos no es vivir resignados ni alentar la resignación entre las masas subyugadas por el poder político y económico represivo aún existentes. Esto sería negar a Jesucristo. Al contrario, hemos de sentirnos libres y todos juntos ponernos a construir un mundo nuevo en el que todos vivamos con la libertad propia de los seres humanos.
Cuanto existe en el mundo ha de ayudar a que que todos los hombres y mujeres sean libres, sin que esta libertad signifique en modo alguno negar el sentido común.
La esperanza con la que la fe cristiana nos relaciona con un futuro trascendente no puede realizarse al margen del mundo y de su futuro, porque esa esperanza ha de responder del único futuro que se nos ha prometido, en el que está incluido el futuro del mundo. El hombre actual comprende así ese futuro, de ahí su tendencia a crear permanentemente cosas nuevas, su mentalidad no es contemplativa, sino creativa. Así se pone de manifiesto en las mismas revoluciones sociales, políticas y tecnológicas.
Para el hombre de hoy, la edad de oro no está detrás, sino delante. Por eso no considera ya al mundo como algo grandioso regido por leyes inmutables ni por una naturaleza intocable y soberana. Al contrario, lo ve como cantera y taller donde construye un nuevo mundo, su propio mundo. Es él quien transforma el mundo, por lo que éste aparece como producto de la técnica humana y, por lo mismo como un mundo secularizado (JB. Metz).
En definitiva, hemos de tomar más en serio lo de la Palabra o la Libertad hecha carne en la historia, en la que Dios se ha manifestado, porque este ha sido el camino para deificar al hombre. Además, la salvación-liberación del hombre en la historia es la única forma de que la historia salvífica alcance su culminación (Ignacio Ellacuría).
www.porunmundomasjusto
Realmente, si nos atenemos al tenor de su vida, Jesucristo se manifestó siempre libre ante las ataduras legalistas de la tradición religiosa judía, incluso ante las autoridades. Jamás abdicó de esa libertad, prefirió antes morir. Lógicamente su mensaje, la palabra que anunciaba no tenía otra finalidad que hacer libres al hombre y al mundo, un hombre y un mundo nuevos. Y esa es la tarea que dejó a sus seguidores al morir como un rebelde en la cruz.
Hoy con la ayuda de los testigos fieles que han entregado su vida por este ideal, el obispo Oscar Romero, Rutilio Grande, Ignacio Ellacuría y sus compañeros, hemos comprendido que la misiónn de los cristianos no es vivir resignados ni alentar la resignación entre las masas subyugadas por el poder político y económico represivo aún existentes. Esto sería negar a Jesucristo. Al contrario, hemos de sentirnos libres y todos juntos ponernos a construir un mundo nuevo en el que todos vivamos con la libertad propia de los seres humanos.
Cuanto existe en el mundo ha de ayudar a que que todos los hombres y mujeres sean libres, sin que esta libertad signifique en modo alguno negar el sentido común.
La esperanza con la que la fe cristiana nos relaciona con un futuro trascendente no puede realizarse al margen del mundo y de su futuro, porque esa esperanza ha de responder del único futuro que se nos ha prometido, en el que está incluido el futuro del mundo. El hombre actual comprende así ese futuro, de ahí su tendencia a crear permanentemente cosas nuevas, su mentalidad no es contemplativa, sino creativa. Así se pone de manifiesto en las mismas revoluciones sociales, políticas y tecnológicas.
Para el hombre de hoy, la edad de oro no está detrás, sino delante. Por eso no considera ya al mundo como algo grandioso regido por leyes inmutables ni por una naturaleza intocable y soberana. Al contrario, lo ve como cantera y taller donde construye un nuevo mundo, su propio mundo. Es él quien transforma el mundo, por lo que éste aparece como producto de la técnica humana y, por lo mismo como un mundo secularizado (JB. Metz).
En definitiva, hemos de tomar más en serio lo de la Palabra o la Libertad hecha carne en la historia, en la que Dios se ha manifestado, porque este ha sido el camino para deificar al hombre. Además, la salvación-liberación del hombre en la historia es la única forma de que la historia salvífica alcance su culminación (Ignacio Ellacuría).
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