Justicia frente a legalismo

Con eso de modernizar la justicia y ponerla al día los jueces andan muy revueltos. Entre otras cosas porque no se ponen de acuerdo las distintas asociaciones que la componen. Los más radicales parecen decididos a ir a
la huelga el 18 de febrero.

Precipitada y poco virtuosa me parece la actitud de los que representan tan alta virtud. ¿No estaremos más bien ante personas afines al legalismo que es el enemigo primero de la verdadera Justicia ? Sobre esto vamos a reflexionar detenidamente.

Entre nosotros existe una tendencia muy arraigada a considerar la Justicia que es conforme al derecho escrito, como el único valor moral capaz de regir la vida pública. Ya Ortega se hizo eco en su día de este vicio que hemos heredado de los romanos.

No es que trate de negar el alto valor del Derecho, puesto que no es posible prescindir de él en la vida pública de los pueblos, pero el exclusivismo casi absoluto del Derecho en la administración de Justicia ha traído muy malas consecuencias a veces.

Si este exclusivismo se hubiera decantado en favor de otra virtud cualquiera, la Justicia hubiera resultado más ágil. Estamos de acuerdo con él porque el Derecho es una selva en la que uno se pierde. Pero aporta otra razón muy convincente: de todas las cualidades que adornan al hombre el Derecho o la legalidad es la más externa a su naturaleza.

En defensa de su tesis utiliza una imagen sumamente gráfica: “sin ley no podemos vivir bien, como sin vaso no podemos beber bien, pero no vacilaremos, si damos a las cosas su debido orden, en preferir un buen hontanar a un vaso. La atención excesiva a la legalidad nos ha dejado en las manos un vaso casi perfecto, pero casi perfectamente seco.”

Precisamente los fariseos fueron descalificados en el Evangelio por ser ante todo legales, hasta tal punto de preferir la ley a la vida de los hombres, lo que es completamente absurdo e inmoral.

Por decreto divino la ley no goza de primacía en sí misma, sino que ha surgido como remedio a un imprevisto: se ha dicho de ella que es como el entablillado que se pone a algo que se ha roto en la sociedad.

Por tanto, no es la ley lo primero que hay que atender, ya que ella lleva aneja la desesperanza ante lo humano. Esto es, cuando los hombres desconfían de la humanidad de unos con otros, idean algo que se interponga entre ellos para poder tratarse y convivir. Ese es el papel de la ley.

El historiador romano, Tito Livio, se desmarcó de sus conciudadanos cuando dijo de ella: “Es la ley cosa sorda e inexorable, incapaz de ablandamiento ni de benignidad ante la menor transgresión”. De ahí que antes que legales debiéramos ser personas honestas y respetuosos unos con otros

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¿Así que eres el
Hijo de Dios hecho
Hombre?

Pues aquí lo vas a
tener muy difícil:

unos ya no creen en
Dios y los otros ya no
creen en el hombre.

(Nacho og)
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Si me lee hoy PP, que hizo un comentario el martes día 3 sobre Nueva Teología Política, le digo que he visto hoy su mensaje y le he puesto la contestación en ese día por si quire leerlo
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