199. No se puede sostener que las ciencias empíricas explican completamente la vida, el entramado de todas las criaturas y el conjunto de la realidad. Eso sería sobrepasar indebidamente
sus confines metodológicos limitdos. Si se reflexiona con ese marco cerrado desaparecen la sensibilidad estética, la poesía y aun la capacidad de la razón para percibir el sentido y la finalidad de las cosas.
Quiero recordar que los textos religiosos clásicos pueden ofrecer un significado para todas las épocas, tienen una fuerza motivadora que abre siempre nuevos horizontes...¿Es razonable y culto relegarlos a la oscuridad, sólo por haber surgido en el contexto de una creencia religiosa?. En realidad,
es ingenuo pensar que los principios éticos puedan presentarse de un modo puramente abstractos, desligados de todo contexto y el hecho de que aparezca con un lenguaje religioso no les quita valor alguno en el debate público. Los principios éticos que la razón es capaz de percibir pueden reaparecer siempre bajo distintos ropajes y expresados con lenguajes diversos, incluso religiosos.
200. Por ota parte, cualquier solución técnica que pretendan aportar las ciencias será impotente para resolver los grandes problemas del mundo si la humanidad pierde su rumbo, si se olvidan las grandes motivaciones que hacen posible la convivencia, el sacrificio, la bondad. En todo caso habrá que interpelar a los creyentes a ser coherentes con su propia fe y a no contradecirla con sus acciones, habrá que reclamarles que vuelvan abrirse a la gracia de Dios y a beber en lo más hondo de sus propias convicciones sobre el amor, la justicia y la paz.
Si una mala comprensión de nuestros propios princiopios a veces nos ha llevado a justificar el maltrato de la naturaleza o el dominio despótico del ser humano sobre lo creado o las gerras, la injusticia y la violencia, los creyentes podemos reconocer que de esa manera hemos sido infieles al tesoro de sabiduría que debíamos custodiar. Muchas veces los límites culturales de diversas épocas han condicionado esa conciencia del propio acervo ético y espiritual, pero es precisamente el regreso a sus fuentes lo que permite a las religiones responder mejor a las necesidades actuales.
201. La mayor parte de los habitantes del planeta se declaran creyentes, y esto debería provocar a las religiones a entrar en un diálogo entre ellas orientado al cuidado de la naturaleza, a la defensa de los pobres, a la construcción de redes de respeto y fraternidad. Es imperioso también un diálogo entre las ciencias mismas, porque cada una suele encerrarse en lo límites de su propio lenguaeje. Eso impide afrontar adecuadamente los problemas del medio ambiente. Tambien se vuelve necasario un diálogo abierto y amable entre los diferentes movimientos ecologistas, donde no faltan las luchas ideológicas. La gravedad de la crisis ecológica nos exige a todos pensar en el bien común y avanzar en un camino de diálogo que requiere paciencia, ascesis y generosidad, recordando siempre que la realidad es superior a la idea.
Ver: Carta encíclica
Laudato si'
del Papa Francisco