Reciclaje de la clase política
La composición de las mesas del Congreso y del Senado es un indicio claro del nuevo rumbo que quiere tomar la clase política, abandonando la confrontación nefasta y estéril de la legislatura pasada, que propició el principal partido de la oposición. Ha sido la peor de los 30 años que llevamos de democracia.
Es urgente una nueva forma de hacer política, basada en el consenso y los pactos. La política virtuosa que impulsó Leopoldo Calvo Sotelo de feliz recuerdo.. La renovación de los cargos del partido popular y el próximo congreso pueden interpretarse como el deseo de sus dirigentes máximos de hacer una política más sensata si quiere ser alternativa de Gobierno.
Los hábitos del pasado en que primaba la consecución del poder por encima de todo y la permanencia en él cuanto más mejor, ya han fenecido. La esencia de la política, que es la gestión honesta del bien común de la sociedad y la solución de los problemas de los más vulnerables de ella, pide otra cosa. Lo anterior hoy se considera como la negación de la política.
Los grupos opositores han de ser conscientes de que en la oposición tambien hay que hacer buena política, una política constructiva y no limitarse a desgastar al grupo que está en el Gobierno, porque la perjudicada siempre es la sociedad. El colapso de la justicia en la legislatura anterior es el mejor ejemplo.
A la política hay que ir por vocación, con preparación conveniente y con una actitud ética transparente. Los que están al frente de los partidos deben tener esto en cuenta y no permitir que accedan a ocupar puestos de responsabilidad los que entran en política para trepar. Una actividad tan noble exije un reciclaje permanente de todos sus mieembros. Los congresos son un buen momento para reflexionar sobre ello.
Y si queremos ir a la raíz del problema hemos de aceptar sin ambages la polémica asignatura Educación para la Ciudadanía, que se ha politizado caciquilmente. Ella puede ser el inicio de un cambio profundo en esta materia trascendental para la vida de la sociedad y de la democracia. Muchos de los que se oponen a ella no la conocen y se han dejado llevar por quienes tienen otros intereses menos nobles y no quieren unos ciudadanos adultos con más derechos.
Vean lo que pretende esta asignatura (cuatro cursos, de los 12-16 años):formar a los alumnos para el ejercicio de sus derechos y obligaciones de la vida como ciudadanos (Cap III, art 22, 2).
_Los objetivos son asumir sus deberes, conocer y ejercer sus derechos en el respeto a los demás, practicar la tolerancia, la cooperación y la solidaridad entre las personas y grupos, ejercitarse en el diálogo afianzando los derechos humanos como valores comunes de una sociedad plural y prepararse para el ejercicio de la ciudadanía democrática...
_Valorar y respetar la diferencia de sexos y la igualdad de derechos y oportunidades entre ellos. Rechazar los estereotipos que supongan discriminación entre hombres y mujeres.
_Fortalecer sus capacidades afectivas en todos los ámbitos de la personalidad y en sus relaciones con los demás, así como rechazar la violencia, los prejuicios de cualquier tipo, los comportamientos sexistas y resolver pacíficamente los conflictos. (Cap III, art 23,a, c, d,) (B. Forcano, Educación para la la Ciudadanía y Derechos Humanos. Madrid 2007).
Así tendremos en el futuro una clase política bien distinta. No hagamos caso a los que se han confabulado contra esta asignatura, que La Unión Europea recomienda hoy. Y ya antes, hace más de 40 años, el Concilio Vaticano II decía al respecto: "Hay que prestar gran atención a la educación cívica y política, que hoy día es particularmente necesaria para el pueblo, y sobre todo para la juventud, a fin de que todos los ciudadanos puedan cumplir su misión en la vida de la comunidad política" (GS 75, 6). ¿No está aquí anunciada esta asignatura? No hagamos caso a los profetas de desventuras.
Es urgente una nueva forma de hacer política, basada en el consenso y los pactos. La política virtuosa que impulsó Leopoldo Calvo Sotelo de feliz recuerdo.. La renovación de los cargos del partido popular y el próximo congreso pueden interpretarse como el deseo de sus dirigentes máximos de hacer una política más sensata si quiere ser alternativa de Gobierno.
Los hábitos del pasado en que primaba la consecución del poder por encima de todo y la permanencia en él cuanto más mejor, ya han fenecido. La esencia de la política, que es la gestión honesta del bien común de la sociedad y la solución de los problemas de los más vulnerables de ella, pide otra cosa. Lo anterior hoy se considera como la negación de la política.
Los grupos opositores han de ser conscientes de que en la oposición tambien hay que hacer buena política, una política constructiva y no limitarse a desgastar al grupo que está en el Gobierno, porque la perjudicada siempre es la sociedad. El colapso de la justicia en la legislatura anterior es el mejor ejemplo.
A la política hay que ir por vocación, con preparación conveniente y con una actitud ética transparente. Los que están al frente de los partidos deben tener esto en cuenta y no permitir que accedan a ocupar puestos de responsabilidad los que entran en política para trepar. Una actividad tan noble exije un reciclaje permanente de todos sus mieembros. Los congresos son un buen momento para reflexionar sobre ello.
Y si queremos ir a la raíz del problema hemos de aceptar sin ambages la polémica asignatura Educación para la Ciudadanía, que se ha politizado caciquilmente. Ella puede ser el inicio de un cambio profundo en esta materia trascendental para la vida de la sociedad y de la democracia. Muchos de los que se oponen a ella no la conocen y se han dejado llevar por quienes tienen otros intereses menos nobles y no quieren unos ciudadanos adultos con más derechos.
Vean lo que pretende esta asignatura (cuatro cursos, de los 12-16 años):formar a los alumnos para el ejercicio de sus derechos y obligaciones de la vida como ciudadanos (Cap III, art 22, 2).
_Los objetivos son asumir sus deberes, conocer y ejercer sus derechos en el respeto a los demás, practicar la tolerancia, la cooperación y la solidaridad entre las personas y grupos, ejercitarse en el diálogo afianzando los derechos humanos como valores comunes de una sociedad plural y prepararse para el ejercicio de la ciudadanía democrática...
_Valorar y respetar la diferencia de sexos y la igualdad de derechos y oportunidades entre ellos. Rechazar los estereotipos que supongan discriminación entre hombres y mujeres.
_Fortalecer sus capacidades afectivas en todos los ámbitos de la personalidad y en sus relaciones con los demás, así como rechazar la violencia, los prejuicios de cualquier tipo, los comportamientos sexistas y resolver pacíficamente los conflictos. (Cap III, art 23,a, c, d,) (B. Forcano, Educación para la la Ciudadanía y Derechos Humanos. Madrid 2007).
Así tendremos en el futuro una clase política bien distinta. No hagamos caso a los que se han confabulado contra esta asignatura, que La Unión Europea recomienda hoy. Y ya antes, hace más de 40 años, el Concilio Vaticano II decía al respecto: "Hay que prestar gran atención a la educación cívica y política, que hoy día es particularmente necesaria para el pueblo, y sobre todo para la juventud, a fin de que todos los ciudadanos puedan cumplir su misión en la vida de la comunidad política" (GS 75, 6). ¿No está aquí anunciada esta asignatura? No hagamos caso a los profetas de desventuras.