Al acecho del Reino

Los cristianos, afirma el obispo Pedro Casaldáliga sin tapujos, hemos de ser necesariamente políticos y evangélicamente revulocinarios. Pero la Iglesia no debe tener una Política propia como tampoco una Sociología o una Biología o Medicina propia. Debe iluminar con el Evangelio y penetrar, con la mediación de la Gracia, la Política o la Sociología.
Un obispo o un sacerdote pueden optar explícita y públicamente por una solución política -el Socialismo democrático, por ejemplo- como concretización -provisoria siempre, siempre imperfecta, de la marcha de la Historia Humana, en una hora X, en un lugar. Nunca presentando esa "solución política" como un postulado de la Fe o como única posible actitud eclesial en la materia.
Naturalmente, los obispos y los sacerdotes mantendrán su "hacer política" principalmente en la línea de la Palabra que ilumina y compromete, en el trabajo de la concientización de sus comunidades y en su actitud de plena libertad en el Espíritu, frente al poder constituido, frente a los monopolios económicos, frente a los grupos de privilegio o de presión, frente a la publicidad manipuladora.
La Iglesia es para el mundo una misión de salvación. Ella no debe ser para el mundo una fuente de problemas, la contestación por la contestación. No se quiere decir que no pueda colaborar más de cerca con un régimen realmente humano. Ahora bien, ella deberá ser siempre una conciencia crítica.
Hacer una política cristiana -o tal partido cristiano, la democracia cristiana...-es un poco ridículo. Como lo sería hacer una biología, una pintura, una ciencia cristiana. Culquier cosa, la biología, la pintura,la agronomía, la política deben ser biología, agronomía, política. El mensaje cristiano puede animarlas, dinamizarlas, liberándolas de las propias limitaciones. Pero sin colocarles una etiqueta. Sería un error fatal.
Estoy pensando, escribe Pedro Casaldáliga, en la
actitud de lucha social que sería de verdad cristi-
ana y, por lo mismo, realista y veraz. No digo "efi-
ciente", en términos de eficacia técnica o lucrativa.
Sé que es una lucha en el tiempo y para la escatolo-
gía. Sigo pensando que la "violencia" y la "no-violen-
cia" son expresiones desacertadas, la Justicia y el
Amor definen más plenamente la verdadera actitud
cristiana de una vida comprometida en la renovación
del mundo.
Hablar de "no-violencia" siempre se parece un poco a
hablar de no-guerra con relación a la Paz. Se dice
"no-violencia con relación a la "violencia" Se debe-
ría decir "justicia" y "medios justos" ¿Cuáles?
¿Cuándo? ¿En qué medida? Este es el problema de conci-
encia de cada hora y de cada individuo. Lo cual no sig-
nifica que no pueda ser también doctrina general, cri- terios básicos de la Iglesia.
Tal vez falta revisar y definir mejor la moral de la
legítima defensa. Yo sé muy bien a qué atenerme si se
trata de mi defensa personal. Morir es una fácil solu-
ción, quiero decir que es clara para ser asumida no
personalmente.
sonalmente.
Ya sé que es menos clara para ser impuesta o pedida a un padre de familia o a un pueblo. ¿Habrá que
pensarse en "martirios" colectivos? No sé. Los teólo-
gos han de meditar mucho todavía acerca de la Teolo-
de la Revolución (y la "No-violencia") Y los "violen-
tos" y los "no-violentos"...Hemos de dialogar mucho
todavía.
"Si quieres la Paz, trabaja por la Justicia". Esta, en
todo caso, es una fórmula válida". (Diario 7-6-72).
Lamento la existencia de las guerrillas, admiro la ¿utópica? generosidad de algunos guerrilleros, pero, sobre todo, condeno enexorablemente las causas que provocan las guerrillas. Y, en principio, me parece más digno un guerrillero que un dictador.
Dios sabe cuánto he pedido y buscado la Paz.
"La Paz pedida siempre.
La Paz nunca lograda.
La extraña Paz ddivina que me lleva
como un barco crujiente y jubiloso.
La Paz que doy, sangrándome de ella,
como una densa leche..."
gía