La cigüeña sobre el campanario

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La blanca cigüeña,
como un garabato,
tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

Capítulo Octavo
Jesús y el Reino de Dios

(Cont., viene del día 2)

Tal es la fe de Jesús y su actitud ante el Reino de Dios. Pero hay en él un rasgo característico que hay que señalar. Jesús tiene conciencia de que con él ha comenszado ya el Reino de Dios. El poder de liberar a enfermos y poseídos de los malos espíritus, que él posee de un modo incomparable es ya la irrupción del reino de Dios entre nosotros.

A los que le acusaban de expulsar los demonios por obra del príncipe de los demonios, Jesús les responde poniendo de relieve el signo liberador de su acción, que desbanca el dominio de Sataná. Y añade:"si por el dedo(o por el espíritu) de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios"(Lucas 11, 20;Mateo 12, 28).

La concepción de Jesús es la del Reino ya presente(en él), pero no acabado, sino en vías de realización. Esto expresan las parábolas del grano de mostaza y de la levadura(Mateo, 13, 31-33; Lucas 13, 18-21);Marcos 4, 30-32. Ciertamente la perspectiva temporal con que Jesús contemplaba la inminencia del Reino de Dios("algunos de esta generación verán el desenlace"), no era exacta.

Pero lo más profundo de su conciencia de esta proximidad era el íntimo sentimiento de que el Reino estaba ya en acción en su misma persona y en su misión. Y los creyentes que creemos en él estamos convencidos de que así era en realidad. Y sigue siéndolo.

Por otra parte, a los cristianos de hoy, dos mil años después de la muerte y resurrección de Jesucristo, se nos plantea un problema semejante al que desconcertaba al autor del Salmo 89.

Porque tampoco esta vez se ha cumplido la profecía. El Reino no ha llegado. La presencia del Reino en la persona y en la obra de Jesús ha quedado como un fulgor en la noche, no como una aurora que sigue creciendo en luminosidad hasta el mediodía.

Los primeros cristianos materializaron su esperanza escatológica(del fin de la historia)en la línea del mesianismo davídico. Supusieron que Jesús descendía de David y había nacido en Belén(cosas ambas que quizá no corresponden a la realidad histórica). Pensaron que Jesús vendría de un modo concreto e inmediato a hacer la plenitud del Reino. Este es el punto de vista de San Pablo
(1 Cor., 15, 20.22-26)y del Apocalipsis(6, 9-11).

En la carta a los Romanos, Pablo acentúa el carácter mistérico (de pura fe)de esta esperanza: "Porque nuestra salvación es en esperanza; y una esperanza que se ve, no es esperanza, pues ¿cómo es posible esperar una cosa que se ve? Pero esperar lo que no vemos, es aguardar con paciencia(Rom 8, 24-25).

De todos modos, las perspectivas de los primeros cristianos no se cumplieron. La hitoria sigue su camino. El influjo de Jesús, en los cristianos y a través de ellos, se hizo pronto ambiguo y problemático. ¿Cómo vivir y mantener nuestra fe en la resurrección del crucificado? Seguiremos el próximo martes...

Ver:JM. Díez Alegría, Rebajas teológicas de otoño
Desclée de Brouwer 1980
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