La cigüeña sobre el campanario

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La blanca cigüeña,
como un garabato,

tranquila y deforme, ¡tan disparatada!
sobre el campanario.
Antonio Machado

¡Yo creo en la esperanza...!
El credo que ha dado sentido a mi vida


(Cont., viene del día 20)

El Nuevo Testamento está tan radicalmente orientado a la religiosidad ético-profética como lo está la revelación mosaica del Exodo.

Dice, por ejempo, la primera carta de San Juan:

En esto sabemos que lo conocemos:
en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: "Yo le conozco"
y no guarda sus mandamientos
es un mentiroso
y la verdad no está en él
(2, 3-4)
Quien dice que está en la luz
y aborrece a su hermano,
está aún en las tinieblas.
Quien ama a su hermano y permaneces en la luz
y no tropieza.
(2, 9-10)
En esto se reconocen
los hijos de Dios y los hijos del diablo:
todo el que no obra la justicia
no es de Dios,
ni tampoco el que no ama a su hermano.

(3, 10)

Queridoss amémonos unos a otros,
ya que el amor es de Dios,
y todo el que ama
ha nacido de Dios y conoce a Dios,
porque Dios es amor.
(4, 7-8)
A Dios nadie le ha visto nunca.
Si nos amamos unos a otros,
Dios permanece en nosotros
y su amor ha llegado en nosotros a su plenitud.

(4, 12)

Si alguno dice: "Amo a Dios",
y aborrece a su hermano,
es un mentiroso;
pues quien no ama a su hermano, a quien ve,
no puede amar a Dios a quien no ve.

(4, 20)

Llegados aquí, no se puede eludir una pregunta: Si la
religión verdadera es ético-profética y la religión que, en su conjunto, lleva adelante la Iglesia profética es ontológico-cultualista, ¿cómo puedo permanecer con buena conciencia en la Iglesia?.

Sobre este punto reflexionaremos más adelante. Por ahora baste decir que la permanencia de muchos en la Iglesia va condicinada por dos factores: Primero, que no se renuncie a la religiosidad ético-profética y que denuncie la aberración de la relifgiosidad ontológico-cultualista y se intente superarla en uno mismo y en los demás.

Segundo, que se tenga conciencia que la Iglesia Católica y todas las Iglesias que pretenden ser cristianas y parten de le fe en Cristo, están llamadas a convertirse a la religiosidad ético-profética de Jesús crucificado y glorificado, que ha de venir a dar el último cumplimiento a la historia. Y si hay vocación, hay esperanza de conversión. A qué precio, Dios lo dirá.

Por lo que toca al bautismo y la Eucaristía parece suficientemente claro que en el Nuevo Testamento estän concebidos en espïritu de confesión, de plegaria, de esperanza y de "compromiso" por la justicia y el amor fraterno. Mientras que en la realidad histórica de la Iglesia están concebidos prevalentemente en función ontologico-cultualista.

Para mí la Eucaristía es algo muy importante y precioso. Pero trato de vivirla como mediación de una religiosidad ético-profética. Entre la Cena del Señor que se conmemora con un recuerdo viviente en la fe y la Parusía(retorno del Señor)que se espera, cada Eucaristía es una reiteración
del grito profético: "Ven, Señor Jesús" (Apocalipsis, 22, 20).

--Ver: Ver:José Mº Díez-Alegría, ¡Yo Creo en la Esperanza!
Desclée de Brouwer 1972
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