Carta de Dios a Maduro ¿Quién proveerá?

En ese contexto, anunció medidas económicas fuertes, pidiendo a los venezolanos mucho sacrificio, pero apelando como Abraham al Divino Creador con una palabra de "fe comprometida": ¡Dios proveerá!.
Ésta es una de las palabras más esperanzadas e hirientes (abismáticas y manipulables) de toda la historia de la Biblia. Está tomada de Gen 22, donde se dice, a modo de parábola, que el mismo Dios mandó a su preferido Abraham, diciéndole que fuera con su hijo Isaac (¡su único hijo legítimo, engendrado tras larguísima experiencia de esterilidades y fracasos!) hasta el monte Moria (¡Jerusalén!), para sacrificarlo allí sobre el altar de piedras.
Dios y Maduro, Abraham e Isaac
Dios mismo le había dado el hijo, y con el hijo todo aquello que podría tener y desear sobre la tierra, para disfrutar con él. Pues bien, ahora que tiene al hijo y con él su vida entera, Abraham escucha la voz de Dios que le dice: ¡Vete al monte y ofrécemelo en sacrificio!
La historia añade que Abrahán se levantó muy de mañana, tomó un cuenco con fuego en una mano y con la otra un gran cuchillo de sacrificar, cargó llena suficiente sobre el asno, y se puso en camino… Llegado al monte, dejó el asno a los criados, puso la leña sobre el hombro de su hijo, y con el fuego en una mano y el cuchillo en otra caminaron ambos hasta la cumbre fatídica, donde preparó el altar para el sacrificio. En este contexto se sitúa la frase cita de Maduro:
Isaac le dijo a su padre: -- Tenemos el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?
Abraham respondió: -- Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío

La historia resulta conocida, y me servirá para situar en su contexto las palabras de Maduro, que como Nuevo Padre Abraham lleva a su hijo Venezuela al sacrificio, dispuesto a matarle con su gran cuchillo y a quemarle en holocausto sobre el altar recién edificado, pues “Dios proveerá”.
No soy quién para juzgar la política del Sr. Maduro, ni el uso que hace de las palabras de Abraham, en la situación mas desesperada de su vida, cuando el Dios/Destino parece ordenarle que mate a su hijo. Es como si dijera; “Yo tengo que pedirte un gran sacrificio, Venezuela, pero Dios proveerá”. Interprete cada uno esa circunstancia y palabra de Maduro; para ayudarle a opinar me atreve a presentar los tres “excursos” que siguen.
(1) Una carta de Laureano Márquez, politólogo y humorista venezolano (enviada por https://www.facebook.com/FUNDAMERCED?fref=ts, Caracas 24, 1, 2015).
(2) Una pequeña reflexión bíblica mía, sobre el caso de Abraham y el sacrificio de su hijo, con la palabra “Dios proveerá” (¡y proveyó un cordero!)
(3) Una reflexión histórico/teológica. El gesto de Abraham, con la respuesta de Dios ha sido y sigue siendo uno de los temas principales de la reflexión de occidente, desde los rabinos judíos hasta Kant y Kierkegaard.
Buen fin de semana a todos, con Venezuela querida, entre Maduro y Marquez, dispuesta a ser sacrificada.
1. CARTA DE DIOS A MADURO (LAUREANO MÁRQUEZ )
Mi muy querido y predilecto hijo pródigo: Sabes que por ser Dios me encuentro en todas partes. Me calé completico tu discurso de memoria y cuenta, cumpliendo con mi deber ineludible de ser omnisciente. En un determinado punto - frente a las adversidades que se le avecinan al país por la crisis de los precios del petróleo- te oí decir, haciendo uso de tu libre albedrío: “Dios proveerá”.
Mi pequeña y hermosa creatura: Yo ya proveí. ¿Es que acaso no te has dado cuenta?
Te explico, mi estimado moldeado del barro primigenio: El día que creé a Venezuela la coloqué en la zona tropical, para que los rigores del invierno y las nieves no les acosaran y el sol brillara todo el año. Sin embargo, les puse los Andes con nieves perpetuas para que los maracuchos tuviesen donde pasar frío y usar guantes y gorritos tejidos con orejeras.
Las tierras de que les doté son fértiles casi todas. Los llanos son propios para una buena ganadería. En las selvas costeras tienen el mejor Cacao del planeta y donde cultivar un excelente café. Les di tierras productivas en el sur del Lago, en los Andes, en toda la zona central. Muchos ríos les hice, para que nunca les faltara el agua. Es más, puse dos bien caudalosos uno al lado del otro, para que usaran uno para producir electricidad y el otro -navegable- para que saquen los productos de exportación mineral, que además los coloqué al ladito del río para que no hagan mucho esfuerzo en sacarlos.
Les di playas maravillosas para que lleven turistas: Margarita, Los Roques, Morrocoy y la Gran Sabana con su Salto Ángel para que se sintieran maravillados y orgullosos de lo que son. En el subsuelo les puse las reservas petroleras más grandes del planeta. Tienen también, oro, aluminio, bauxita, diamantes y tantas cosas más.
Hijito bello: les mandé mensajes, les mandé personas, les envié inspiración: Bello, Bolívar, Vargas, Miranda, Gallegos, Reverón, Picón Salas, el Maestro Abreu, Zapata, Andrés Eloy, Soublette, Convit, Cabré, Davalillo, Lauro, Simón Díaz, Dudamel (La lista es larga y mis caracteres no son eternos) y hasta Uslar con un mensaje: transformen el petróleo en otras formas de riqueza, siémbrenlo.
Tesoro hermoso de mi corazón: Como si lo anterior fuese poco. Les acabo de enviar 15 años de la bonanza petrolera más grande que ha conocido la historia de la humanidad. Multiplica, bebé: dos millones y medio de barriles diarios X 100 X 30 X 12 X 15. El resultado es el dinero que les envié, para que convirtieran a Venezuela en un Paraíso Terrenal de abundancia y progreso.
Les di todo, Nicolás del alma mía, hijito tierno de mi corazón: ¿Cómo te atreves a decirme que “Dios proveerá”? Mira, si en algún proyecto tenía yo esperanzas era en Venezuela. Les va a costar mucho que yo entienda cómo convirtieron una de una de mis mejores obras en esta ruina.
Lo siento, hijo, tengo que decirte que tu petición a las finanzas celestiales también ha fracasado. Mira, te doy un consejo, así de panita: sienta en una mesa a Pedro Palma, Asdrúbal Oliveros, José Guerra, Orlando Ochoa y a Luis Vicente León al que tanto mientas y diles que te den una lista de 10 acciones urgentes para salvar al país de la debacle que le sobreviene y párales, que te lo digo Yo, que ya veo lo que viene y no por ser Dios, sino por puro sentido común.
A pesar de todo, te amo.
DIOS
(cf. http://www.el-carabobeno.com/articulo/articulo/97477/laureano-mrquez--carta-de-dios-a-maduro ))
(2) DIOS PROVEERÁ. EL SACRIFICIO DE ISAAC (PIKAZA)
(tomado de Diccionario de la Biblia, Estella 2007, 483-484).
Isaac aparece en la Biblia como hijo de Abrahán, aunque en principio debió ser una figura independiente, vinculada a un Dios fuerte (el terror de Isaac: Gen 31, 53). Su historia ha quedado vinculada a la tradición de su sacrificio, que se sitúa en la línea de los sacrificios de los hijos e hijas, especialmente de los → primogénitos, que hallamos atestiguados en muchas religiones de oriente, lo mismo que en la Biblia, donde se dice que diversos personajes, especialmente los reyes de Jerusalén, sacrificaron a sus hijos para evitar la ira de Dios u obtener su favor (cf. 2 Rey 16, 3; 21, 6; 23, 10; Jer 7, 31 etc), cosa que la Ley condena con fuerza (Dt 18, 21; Lev 18, 10).
Pues bien, en ese contexto se sitúa el Sacrificio de Isaac, que ocupa un lugar central en el simbolismo de la Biblia. Siglo tras siglo, en largos milenios, muchos padres habían ofrecido sus primogénitos queridos a un dios celoso del poder paterno. Así reconocían su poder y aseguraban su protección (y la vida de los restantes hijos) en la tierra.
(1) Abrahán y el sacrificio de su hijo.
En ese contexto se entiende la obediencia de Abrahán (que escucha a Dios, ofreciéndole su hijo, lo más grande que tiene) y la trasformación de Dios, que ya no quiere víctimas humanas, de manera que Abrahán sustituye a Isaac por un cordero, ofrecido en holocausto (quemándolo del todo), sobre el monte Moria, que la tradición identifica con el monte del templo de Jerusalén
Dijo Dios: ¡Abrahán!... Toma a tu hijo único... Isaac y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio en uno de los montes que yo te indicaré... Abrahán tomó leña para el holocausto, se la cargó a su hijo Isaac y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abrahán, su padre: Tenemos fuego y leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto? Abrahán contestó: Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío... Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó un altar... y tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel de Yahvé le grito: ¡Abrahán, Abrahán! Él contestó: ¡Aquí estoy! Y el ángel le dijo: No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado a tu hijo, tu único hijo. Abrahán levantó los ojos y vio un cordero enredado por los cuernos en la maleza; tomó el cordero y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo (Gen 22, 1-13).
Por un lado, Abrahán pertenece al mundo antiguo donde su paternidad parecía amenazada por un dios de violencia a quien debemos aplacar, ofreciéndole en sacrificio el propio hijo. Por otro lado, abre un tipo nuevo de paternidad, que se expresa en la fe: “por no haberte reservado tú único hijo, te bendeciré, multiplicaré a tus descendientes...” (Gen 22, 17). Abrahán sabe que hay algo más grande que el hijo, pero sabe también que al hijo no se le puede sacrificar por nada En el fondo de la petición de Dios y de la respuesta de Abrahán está el recuerdo de los sacrificios humanos. Siglo tras siglo, en largos milenios, muchos padres habían ofrecido sus primogénitos queridos a un dios celoso del poder paterno; de esa forma reconocían la supremacía de Dios y aseguraban su protección (y la vida de los restantes hijos).
Pero, cambiados los tiempos, mudada la imagen de Dios, → Abrahán descubre que Dios quiere su fe, no la vida de Isaac. De esa forma se instaura y funda el rito de la sustitución de la víctima: en vez de matar a su hijo, Abrahán ofrece un cordero a Dios en → holocausto (quemándolo del todo), sobre el monte Moria, que la tradición identifica con la roca sagrada del templo de Jerusalén.
(2)Principio de sustitución.
Estrictamente hablando, Dios no quiere sacrificios, sino fe. No necesita imponer su autoridad, no quiere que se mate en su honor vida ninguna. Pero, el texto antiguo no ha sacado todavía esa consecuencia; por eso, hace que Abrahán ofrezca a Dios un carnero sustitutivo en vez del hijo. Dios no quiere que matemos externamente aquello que amamos (hijo); le basta un símbolo (cordero); de esa forma, el sacrificio animal que antes era (conforme a Gen 8, 15-9, 17) expresión de sangre, talión de violencia, tiende a convertirse en símbolo de fidelidad al Dios que acoge y celebra con gozo fecundo la fe del patriarca.
Gen 22 ratifica la ofrenda del carnero, en sustitución del hijo, como si Dios necesitara la sumisión humana, unida a la sangre para así calmarse Eso significa que Dios no necesita ya sacrificios humanos, pero quiere todavía sacrificios. A Dios le pertenece todo, pero de un modo distinto, no por la muerte, sino para la vida, no por el sacrificio, sino por la bendición. En el fondo, aquí se expresa ya el principio de la sustitución y de la superación de los sacrificios, sino fe: Dios no quiere que se mate en su honor vida ninguna (ni siquiera la vida de un carnero); pero el texto antiguo no ha sacado todavía esa consecuencia. Por eso, hace que Abrahán ofrezca a Dios un carnero sustitutivo en vez del hijo.
(3) Interpretación cristiana.
La liturgia ha vinculado la muerte de Jesús, entendida de un modo sacrificial, con el sacrificio de Isaac: “Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste... el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe” (Canon 1º). En esa línea, la eucaristía cristiana sería expresión de la sacralidad violenta (=justiciera) del Dios que pide a Abrahán la vida de su hijo, para aplacarse con ella, aunque después le contente el cordero. Así podría entenderse una frase de Pablo, cuando afirma que Dios impidió que Abrahán matara a su hijo Isaac, pero no perdonó a su Hijo Jesucristo, sino que lo entregó en favor de todos nosotros (cf. Rom 8, 32).
Pero Pablo ha situado el tema en una línea no sacrificial, sino de amor total, de manera que el texto debe traducirse: “Dios no se reservó a su Hijo, sino que nos lo regaló...”. En esta línea, conforme a una palabra profética, retomada por el evangelio (Mt 9, 13; 12, 7; cf. Os 6, 6), la tradición bíblica dirá que quiere misericordia y no sacrificios. De esa forma se abre con Abrahán un camino que necesitará mucho tiempo para desplegarse, como ha ido poniendo de relieve la tradición de judíos, cristianos y musulmanes.
3. UN TEMA ABIERTO.
DE LA AKEDAH JUDÍA AL RACIONALISMO MODERNO
El tema y palabra de Gen 22 ha sido y sigue siendo objeto de profundísima reflexión en la historia del pensamiento humano. Cinco son las anotaciones que puedo ofrecer en este contexto.
1. Judaísmo antiguo y moderno. El tema suele llamarse la ‘Aqedah o Atadura (קֵידַת יִצְחַקעֲ, Akedát Yitzḥák). Dios probó al patriarca, y sigue probando a los hombres para aquilatar su fe. Toda la historia de Israel constituye de alguna manera una constante “Aqedah”, desde la doble destrucción de Jerusalén (587 a.C. y 70 d.C.), hasta la Soah u Holocausto moderno (1939-1945), pasando por la Expulsión de Sefarad (492 d.C.). Miles y miles de rabinos y sabios han pensado en ese texto, buscando su razón y su sentido, sin llegar a descubrirlo, hasta el día de hoy. A su juicio, el Presidente “Abraham” Maduro habría banalizado la palabra del viejo patriarca.
2. Los cristianos han seguido y siguen interpretando esa Aqedah de Isaac a la luz de Rom 8, 32: “Dios no se reservó a su Hijo…”. Hay un misterio inaudito en el sufrimiento humana, un misterio de Cruz (Jesús murió de verdad, no le sustituyó ningún cordero en las zarzas) y de Resurrección. Todo el evangelio sería la expresión de la nueva Akedah del Dios de Jesús, que muere él mismo para que los hombres vivan. Allí donde el ser humano, Hijo de Dios, lo da todo (se da a sí mismo) y muere por los demás se ilumina la gloria de la Pascua.
3. Dos grandes filósofos… (a) Con su racionalismo genial pero plano, I. Kant discurrió sobre ese tema, diciendo que esa palabra de Dios (¡mátame a tu hijo!) no puede ser de Dios, sino de un demonio. No podemos matar a nadie para vivir según la razón… Y es buena esta respuesta de Kant, pero olvida que de hecho la cultura de los triunfadores (entre otras, la suya: racionalista germana) sigue viviendo de matar a los pobres… (b) Por eso, tenemos que volver una y otra vez al escrito más fuerte de S. Kierkiegaard (¡Temor y Temblor) para descubrir ese misterio de Dios, que de forma enigmática se expresa en ese mandato de muerte; morir para vivir, ese sigue siendo el misterio.
4. Ese monte donde Abraham iba a matar a su hijo (el monte del sacrificio sustitutorio del cordero) sigue siendo lugar de disputa. Es el monte Moria, la Roca del Templo de Jerusalén, por el que muchos Judíos y Musulmanes se combaten… dispuestos a veces a matar medio mundo (a matar al inocente Isaac) para mantener el poder sobre la tierra.
-- Por "defender" al Dios de Abraham están dispuestos a morir (y a veces a matar) muchos judios, llorando ante el muro del Monte Moria.
-- Por recordar a ese Dios de la Aquedah (la Ligadura de Abraham) celebran los musulmanes su fiesta más grande del Cordero (el Muharram)... Y muchos están dispuestos a matar para defender el buen "cordero" de Dios.
No hemos encontrado (no han encontrado todavía) un cordero sustitutorio en aquella montaña famosa donde parece que el mismo Dios nos mandaba matar a los hijos.
5. Y finalmente está la disputa entre el Sr. N. Maduro (ya no le llamo Abraham) y el humorista L. Mázquez, que le responde con una carta de Dios. No soy quien para terciar en la disputa. No estoy del todo satisfecho con el “Dios proveerá” de Maduro… Pero tampoco me gusta del todo la carta de Mázquez; sí, políticamente parece correcta, pero hay (a mi juicio) otras cosas en la trama de fondo de las palabras de Maduro (Abraham, Abraham)… y en la situación de Venezuela.
Juzgue el lector si puede. En sus manos dejo el tema, si hasta aquí me ha seguido.