(Pablo 8). Tuvo que dejar a Pedro. Misión en Galacia

Hace dos días (en el tema Pablo 7) he presentado el acuerdo de Jerusalén, diciendo que, conforme a la visión de Santiago, los cristianos necesitan a los judíos (para ser buenos cristianos) y los judíos necesitan a los cristianos para ser buenos judíos. Pero después, en la práctica, la convivencia es difícil: hay tensiones, surgen problemas. Así lo mostré hace unos días en “Pablo 6”, al presentar la ruptura entre Pedro y Pablo en Antioquia, según Gal 2. Fue una ruptura todavía no resuelta; ella ha marcado toda la vida posterior de la Iglesia. Pero fue una ruptura providencia, pues hizo posible la misión de Pablo Galacia, el comienzo de las iglesias paulinas.Pablo tuvo que dejar a Pedro por un tiempo, tuvo que separarse, para hacer iglesia. Hay rupturas que son más valiosas que las concordias ficticias, siempre que se hagan por amor, para bien de los demás.

Un acuerdo que abría nuevos problemas.

El acuerdo de Jerusalén 49 no zanjaba todos los puntos discutidos, pues los conflictos siguieron existiendo. En ese contexto podemos afirmar desde aquí que lo que importa no son los compromisos concretos, que pueden responder a las necesidades de un momento, sino el espíritu permanente de diálogo y aceptación mutua.

Despedidos (por la iglesia), ellos (Judas y Silas, Pablo y Bernabé) bajaron a Antioquía y reuniendo a la multitud entregaron la carta. Al leer aquellas palabras se alegraron... Tras algunos días, Pablo dijo a Bernabé: «Visitemos a los hermanos de las ciudades donde anunciamos el evangelio...». Pero tuvieron un conflicto y se separaron, por causa de Juan Marcos... (Hch 15, 30-41).

Pablo y Bernabé se han mantenido unidos en la misión anterior (según Hch 13-14). Pero, conseguido el reconocimiento de su misión a los gentiles, se separan. Lucas supone que la razón de la ruptura ha sido la actitud de Juan Marcos, cuya madre había recibido a Pedro en su casa-iglesia de Jerusalén (Hch 12, 12-17). Pero la carta a los Gálatas indica que la causa de la división era más profunda, como evocamos aquí y como veremos al tratar de Pablo:

Pero cuando Pedro vino a Antioquía, yo me opuse a él frente a frente, porque era reprensible. Pues antes de que viniesen ciertas personas de parte de Santiago, él comía con los gentiles; pero cuando llegaron, se retraía y apartaba, temiendo a los de la circuncisión (Gal 2, 11-12).

Todos están de acuerdo en los principios, pero los interpretan y aplican de modos distintos. Pablo quiere que cristianos de origen judío y gentil puedan comer juntos, de inmediato, formando de esa manera una única comunidad de mesa, aquel mismo año (en torno al 50 d.C.). Eso significa en concreto, a su juicio, que los judíos tienen que «ceder» mucho más que los gentiles, aceptando de hecho comidas que a su juicio son impuras (como el cerdo) y compartiendo la mesa con personas que, conforme a su criterio, no cumplen los requisitos de pureza de la Ley judía.

Ciertamente, en un sentido, Pablo podría aceptar las cuatro normas anteriores (que los gentiles se abstengan de idolocitos, de la fornicación, de carne sin desangrar y de sangre), pero las interpreta de modo distinto, pues quiere que los judíos puedan participar de manera abierta (sin condiciones alimenticias) en la mesa común los gentiles, sin exigirles un tipo de pureza legal como la que buscan los de Santiago y como aquella que acaban aceptando Pedro y Bernabé, quienes, en un momento dado, se separan de un tipo de «mesa común» (en la que parecen dominar los cristianos de origen gentil) para comer por separado, con los judeo-cristianos que parecen marginados.

Tres aplicaciones del concilio, un desacuerdo

Esto es algo que suele pasar, ha pasado tras el Vaticano II. Unos y otros entienden el concilio de formas distintas. Cuando parecía que se había resulto un problema (puede haber dos tipos de cristianos) surge otro: ¿qué hacer cuando están juntos esos tipos de cristianos? ¿Quién tiene que ceder?

En un sentido, los radicales son los de Pablo: ellos aceptan la solución del concilio (la que suponía la existencia de dos iglesias), pero en el fondo parecen acabar hablando de una sola iglesia, pues la comunidad de los pagano-cristianos termina «asfixiando» a la comunidad de los judíos, porque, de hecho, al unirse con gentiles, en una comunidad de vida-mesa, los judíos tienen que olvidarse de su Ley especial para compartir con los gentiles una serie de alimentos que para ellos son impuros.

En otro sentido, los radicales son los judeo-cristianos de Santiago aceptan también la solución, reconociendo la existencia de cristianos de origen gentil, pero de hecho quieren imponer sobre ellos sus principios religiosos (en el plano de comida, de circuncisión etc.).

En el centro parecen estar Pedro y Bernabé, como si tuvieran que nadar a dos aguas. Por un lado entienden a Pablo y saben que tiene razón. Por otra parte saben que, en la práctica, hay que ceder… Ellos piensan que los de Pablo tendrían que ceder, para encontrar acuerdos prácticos. Pero Pablo piensa que no es tiempo de acuerdos…


¿Qué hace Pablo? Echa un sermón a Pedro

Conforme a la carta a los gálatas, cuando la situación de Antioquía se hizo insostenible, Pablo echó un sermón a Pedro y se fue… El texto del sermón es fuerte, uno de los textos más duros del Nuevo Testamento:


Cuando vi que no andaban rectamente ante la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: "Si tú que eres judío vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a hacerse judíos?" 15 Nosotros somos judíos de nacimiento y no pecadores de entre los gentiles; 16 pero sabiendo que ningún hombre es justificado por las obras de la ley, sino por medio de la fe en Jesucristo, hemos creído nosotros también en Cristo Jesús, para que eamos justificados por la fe en Cristo, y no por las obras de la ley. Porque por las obras de la ley nadie será justificado. 17 Pero si es que nosotros, procurando ser justificados en Cristo, también hemos sido hallados pecadores, ¿será por eso Cristo servidor del pecado? ¡De ninguna manera! 18 Pues cuando edifico de nuevo las mismas cosas que derribé, demuestro que soy transgresor. 19 Porque mediante la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios. 20 Con Cristo he sido juntamente crucificado; y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y se entregó a sí mismo por mí. 21 No desecho la gracia de Dios; porque si la justicia fuese por medio de la ley, entonces por demás murió Cristo (Gal 2, 14-21).

Es un sermón hermoso. Pablo habla de vivir en Cristo. Nos gustaría conservar la respuesta de Pedro, si la hubo. El caso es que no se entendieron… y Pablo tomó el zurrón y se fue, dejando a Bernabé y a Pablo.


Tras el sermón, Pablo se va. Galacia, tierra de libertad

Así sigiuó la historia Hacia el año 40 d.C., tras después de su enfrentamiento con Pedro, Pablo tuvo que marchar de Antioquía, iniciando ya su misión propiamente dicha, por tierra de Galacia, en el interior de Asia Menor.

Riñó a Pedro y se fue... buscando libertad. Se fue para ser misionero a su manera, conforme a su visión evangelio. Le bastaba lo que había conseguido en el Concilio. Le bastaba que reconocieran su misión... Y así se fue.


Se fue para ser él mismo, por fin... tras 18 de ser ya cristiano, el año 50, misionero ya libre, plenamente libre... Y se fu también ahora a la zona extraña, a la más extraña, una zona poco helenizada, donde al parecer no había ni judíos, sino sólo galos (como los gallegos). Da la impresión de que se fue a Galacia porque no quería encontrarse ya con judíos.....

No sabemos exactamente la zona por la que anduvo, pues la palabra «Galacia» podía entenderse de formas distintas, como distrito político o como zona étnica donde habitaban los «gálatas», que eran galos (celtas), como los galeses o gallegos.

Tras un tiempo, Pablo escribió una preciosa carta a los Gálatas no es la primera, sino de las últimas que escribió (hacia al año 56 d.C.), pues ella supone no sólo una primera misión de Pablo en la zona (hacia el 49/50 d.C.) y quizá otra posterior (en torno al 52 d.C.), sino una contra-misión de unos cristianos distintos, quizá de la línea de Santiago, el hermano del Señor, que quisieron «completar» la obra de Pablo, diciendo a los gálatas que sólo si se circuncidan serán plenamente judíos y plenamente cristianos.
En esta carta, de tipo polémico y muy personal, describe Pablo el sentido de su vocación y el despliegue básico de su vida, para exponer ante los gálatas la verdad de evangelio, que se funda en la gracia de Dios y en la fe de Jesús, no en el cumplimiento de unas normas legales. Ella nos ayuda a situar el sentido de conjunto de la misión de Pablo:

Primera misión en Galacia.

Pablo ha proclamado el camino de Jesús en un campo virgen de evangelio, en una tierra donde parece que no había ni siquiera sinagogas judías. Los gálatas eran celtas (galos), que habían invado parte de Asia Menor y aún no se habían helenizado plenamente, de manera que muchos les consideraban semi-bárbaros, pues apenas habían aceptado la vida urbana. No se sabe si hablaban griego o si sólo lo entendían con la ayuda de intérpretes. En su inmensa mayoría era de origen pagano, y parece que no había entre ellos sinagogas.
Pablo y sus compañeros recorrieron la tierra, creando comunidades fundadas en los principios de su evangelio: la fe en Jesús y la esperanza de su venida, el amor mutuo, la experiencia del Espíritu. Es evidente que tuvo que hablarles de los principios básicos de la historia de Israel y de las promesas mesiánicas (empezando desde Abrahán etc.). Pero no parece haber desarrollado el tema de la ley nacional del judaísmo ni sus implicaciones sacrales. Tuvo que ser fascinante realizar una misión separada de la raíz judía, predicando de manera directa a unos paganos poco cultos y anunciándoles el cumplimiento de la esperanza de Israel.

Contra-misión judaizante.

Se fue a una zona donde al parecer no había judíos, quería estar solos. Pero los judíos llegaros. Galacia estaba lejos, fuera de los caminos normales de la expansión del judaísmo y, sin embargo, la misión de Pablo llamó la atención de los judeo-cristianos de Jerusalén, suscitado una especie de contra-misión, de manera que algunos vinieron hasta allí, tras los pasos de Pablo, con la finalidad la de ratificar y completar su tarea. En principio, estos misioneros que venían de Jerusalén no querían criticar a Pablo, ni rechazar su evangelio (su visión de Jesús), pero quieren completar lo que ha hecho Pablo, diciendo a los cristianos de Galacia que había algo más hondo que aquello que les ha dicho Pablo.

Estos misioneros judaizantes querían «completar» el evangelio de Pablo, convirtiéndolo en «religión honorable», con buenos principios y ritos, en la línea de buena ley judía. Por eso, con la mejor intención, ellos decían a los gálatas que, para ser plenamente judíos y cristianos, ellos tenían necesidad de circuncidarse y de aceptar algunas normas de alimentación sagrada, que pertenecían al camino mesiánico de Jesús y al secreto más hondo de la religión del judaísmo. El mensaje de Pablo era bueno, pero insuficiente, una fe desnuda, sin entraña religiosa.

Respuesta,la Carta a los Gálatas.

Pablo contesta defendiendo su misión y lo hace apelando precisamente a su historia personal y a las disposiciones del llamado «Concilio de los Apóstoles»

La carta de Pablo a los Gálatas empieza recordando que Pedro ha reconocido su tarea y que el mismo Santiago de Jerusalén, hermano del Señor, le ha dado la mano y le ha confiado su misión a los gentiles, sin hacer que ellos se circunciden y sin obligarles a cumplir las normas de la ley nacional judía (cf. Gal 1-2).

Por eso, aquellos que dicen venir de parte de Santiago, queriendo completar la misión de Pablo con doctrinas y ritos sobre circuncisión, no son verdaderamente hermanos, no respetan el «pacto» de Jerusalén, ni conocen el sentido de la historia israelita, que ha culminado allí donde Dios (el Dios de Israel) ha enviado a su Hijo, «nacido de mujer, nacido bajo la ley», para liberar a los que estaban sometidos a la ley (cf. Gal 4, 4).

Ampliación.

El problema de fondo de la carta a los gálatas no es de tipo especulativo o religioso, en sentido dogmático, sino más bien de de carácter social. Lo que está en juego, tanto aquí como en el conjunto de la misión de Pablo, es el tipo de sociedad cristiana fundada en Cristo. Si se acepta el orden nacional judío hay que asumir un tipo de sociedad jerarquizada, donde el varón es más que la mujer (pues sólo el varón se circuncida), con un orden social que se expresa y despliega por medio de exclusiones (lo nos judíos quedan fuera, las mujeres por debajo).

En un sentido, el judaísmo es mejor

Ciertamente, como religión organizada, sacral, jerarquizada (con ritos de separación), el judaísmo es más «perfecto y completo» que el mensaje de fe y vida de Pablo, que insiste en el surgimiento de una sociedad igualitaria, donde, por fe compartida, todos puedan ser uno en Cristo (Gal 3, 28), donde la libertad se exprese en forma de comunión de hombres y mujeres que han llegado a la mayoría de edad, desde la gracia, en Cristo. En esa línea, el mensaje fundamental de la carta a los gálatas es la afirmación básica de la unidad de todos en Cristo, a través del bautismo, de manera que ya no hay judío ni griego, varón ni mujer… (Gal 3, 28).

Pero hay que buscar la unidad de todos

Así formula Pablo su novedad, el descubrimiento de Jesús como principio y signo de unidad entre todos los hombres y mujeres. Por eso, los que aceptan la misión de esos judaizantes, que quieren completar la obra Pablo, obligando a los gálatas a circuncidarse, están dando un paso atrás, están volviendo a una religión de sometimiento, con estructuras sociales y sacrales que esclavizan a sus fieles. Los que actúan de esa manera no están completando, sino negando a Jesús, volviendo a una etapa ya pasada de la revelación de Dios.

De esa manera, en una carta escrita a los cristianos pobres de una de las zonas más pobres e incultas del oriente del Imperio Romano, Pablo ha establecido de manera ejemplar los principios de la universalidad mesiánica, que se funda en la libertad y se expresa en el amor. Frente a un imperio romano que une a muchos pueblos por imposición, por encima de un judaísmo legal que puede mantener un tipo de orden por ley, Pablo desarrolla el principio de la gracia y de la fe como fuente de vinculación universal (y lo presenta como verdad del judaísmo mesiánico, que se funda en Abrahán y que culmina en Cristo).
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