Septiembre, mes de la Biblia De la diosa matriarca y el dios Eros al amor en la Biblia

Mes de la Biblia
Mes de la Biblia

El texto que sigue apareció con el título Biblia y religiones en  “Nuevos Horizontes”, Madrid  y en San Pablo, México 1993. Fue ampliado como libro extenso en Hombre y mujer en las religiones (Verbo Divino, Estella) y ha sido nuevamente condensado  en Pastoral Bíblica, México 2017.            

La visión del Dios-amor de la Biblia no surgió del vacío, sino de un largo y fecundo proceso en la historia de las religiones, en el antiguo Oriente, desde Egipto y Grecia,  con Siria y Palestina, hasta la India.

Aquí ofrezco una visión escolar y escolástica del tema, como introducción al estudio de nuestra identidad , como seres creados y sembrados en la tierra sagrada del amor, para ser recreados (transformados) en el  amor de Dios que es nuestra esencia.

Introducción

La Biblia es para los cristianos el libro sagrado en que hallamos el testimonio definitivo de la revelación de Dios. Ella aparece, así, como principio y fuente de toda la religión para los fieles: es palabra que expresa el sentido y hondura de la verdadera Palabra que es Cristo. Pues bien, siendo Palabra de Dios, la Biblia ha surgido a lo largo de la historia, en un tiempo y lugar bien definidos, en Palestina, entre el siglo XII y el II d.C. y los autores de sus libros han estado en contacto con las culturas y religiones del Oriente, de manera que en sus obras pueden encontrarse huellas (y críticas profundas) de los grandes sistemas religiosos de aquel tiempo.

Quizá pudiéramos decir que toda la cultura de los hombres se ha encontrado de algún modo atestiguada y mediatizada por la Biblia: egipcios mesopotámicos, sirios y fenicios, cananeos y griegos, persas y romanos. Éstos otros pueblos han estado en contacto con los escritores de la Biblia. Por eso, para comprenderla, resulta muy conveniente conocer la cultura y religión de aquellos pueblos. Eso es lo que haremos en las páginas que siguen.

Para comprender hombre y mujer en las religiones

Estudiaremos las religiones, sobre todo la egipcia y cananea; pero no lo haremos al detalle, sino en un sentido externo, debido al poco espacio de esta revista, y abordando tan sólo santuarios y dioses bien individuados. Los que quieran conocer más a fondo tendrán que estudiar libros de historia cultura de aquel tiempo. Aquí nos situamos en un plano sencillo: tómanosla cultura para estudiar sus bases o principios religiosos, a fin de mostrar que los autores bíblicos no se han enfrentado con culturas pobres y pequeñas sino con las más grandes e importantes del mundo antiguo.

Anotaciones sobre la religión egipcia. El culto a la Madre

 Conforme a la visión de muchos investigadores, en el principio de la experiencia religiosa está la figura de la madre. En otras palabras, más que a los varones, en las culturas se ha reconocido y sacralizado en el comienzo a la madre. Ella es origen y es refugio dela vida: atiende a los hijos, les ofrece un espacio de atenciones físicas y afectivas, les alimenta y enseña. Por eso es normal que se haya divinizado a la madre. En el principio de casi todas las culturas de la tierra ha existido un período religioso matriarcal: los hombres han adorado la fuerza del amor y la fecundidad que está simbolizada por la madre.

Eso es cierto, por lo menos, en los países de la cuenca del Mediterráneo, y entre ellos en Palestina, la tierra donde se desarrolló la religión israelita. ¿Hay madre sagrada en la Biblia? Estrictamente hablando no: la Biblia ha dado testimonio de Yahvé, Dios de la alianza israelita, que se manifiesta de una forma “suprasexual”, como Señor que va dirigiendo la vida de los hombres. Sin embargo, a lo largo de los primeros tiempos de la historia israelita, los libros de profetas antiguos y cronistas, hablan del peligro de las

 Asheras es decir, de las diosas femeninas. Eso significa que las figuras divinas eran muy importantes para la gente del pueblo. Oficialmente adoraban a Yahvé, en los templos controlados por los sacerdotes ortodoxos en especial en Jerusalén: pero el pueblo sencillo seguía adorando la fuerza divina expresada en la madre. Por eso, en las excavaciones de Palestina se han encontrado por todas partes figuras de diosas maternas.

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A esas diosas se les suele llamar Venus, pero ese nombre es incorrecto. Venus es la diosa romana del amor (como Afrodita en Grecia): representa a una mujer hermosa y deseada que atrae a los varones con sumisma belleza misteriosa; por el contrario, las diosas antiguas de que hablamos son básicamente madres: signos de fecundidad y cuidado dirigido al niño; por eso están simbolizadas sobre todo como vientre y pechos. Para entender la religión israelita tenemos que empezar hablando de este período de “matriarcado religioso” (no social) que ha venido a expresarse en los cultos maternos del ambiente bíblico. Veremos así lo que ha debido superar Israel para mantenerse fiel a su Dios Yahvé.

La madre desde la perspectiva antropológica

 La madre es la primera persona (realidad) que ha troquelado y dado sentido al ser humano. Ella emerge como centro de experiencia significativa dentro del conjunto de la realidad, ofreciendo ya un “sentido” y dirección de aquello que previamente parecía un caos (indiferencia plena). Por medio de la madre, aquello que los filósofos llaman el “uno” o totalidad donde el ser se hallaba vinculado, reunido, viene a recibir una forma y unas notas llenas de valor y de promesa para el hombre. Quizá pudiéramos decir: la madrees la primera de las diferencias, el origen de todas las posibles realidades.

 El Evangelio indicará más tarde: “En el principio fue la acción o el pensamiento”. Sus sentencias me parecen justas, al menos como expresiones generales. Pero en línea más profunda, en el lugar del surgimiento humano, tal como ha sido explicitado y formulado por las religiones, debemos afirmar que “en el principio era la madre”. Quizá podamos añadir que “el todo aparece en forma de madre”: deja de ser campo indiferente en que vivimos, simple caos de lucha, nacimiento y muerte, para recibir rasgos de origen y cuidado materno. Ella es la realidad como principio engendrador y servicio por la vida.

En una perspectiva etnológica, debemos recordar que el hombre nace “prematuro”: es un viviente sin futuro, es frágil, le hacen falta largos meses(años) de cuidado materno (alimento, calor, limpieza, aprendizaje en plano desafecto y la palabra) a fin de realizarse. En otros términos, para volverse humano, el niño necesita de una madre. La madre pertenece, según eso, a la misma estructura biológica del surgimiento y maduración del ser humano: ella ha tenido que especializarse en funciones de cuidado y servicio por la vida en el nivel del alimento, la palabra y el afecto. Ella ofrece al niño un troquelado profundo y duradero, haciéndole capaz de asumir su propia vida como ser inteligente.

Libros de segunda mano: Biblia y religiones. Xavier Pikaza. Nuevos horizontes, 34. - Foto 5 - 315036713

La madre desde Freud

Una línea de antropología freudiana, a partir de algunos datos etnológicos, quiere entender al ser humano sólo en perspectiva paterna, masculina. En el principio estaría siempre la figura del gran macho dominante en la horda de antropoides, imponiendo su dominio sexual sobre las hembras y ejerciendo su poder social sobre el conjunto delos machos. Éstos se habrían reunido un día para asesinar al padre, suscitando así su forma de existencia actual como seres autónomos y libres, marcados por la ley oculta (religiosa) de aquel padre asesinado.

En esa misma línea, masculina y violenta, se sitúan muchos antropólogos, psicólogos, sociólogos e incluso filósofos que ejercen mucho influjo en nuestro tiempo. Pues bien, en contra de esa línea sean alzado, a mi entender con más razones, muchos antropólogos que trazan y destacan la importancia biológica y cultural de la “madre” como educadora, engendradora primera de los hombres: ellos surgen “por gracia de la madre”, sólo su cuidado físico y social (lactancia, educación) hace posible que seamos independientes.

La diosa madre

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Una mujer de pechos grandes y de vientre destacado simboliza la maternidad, el don de la vida que se expande(vientre) y el cuidado por la vida ya nacida (pechos). Ella es la “diosa originaria”, el símbolo fundante de la gracia, de lo humano.

Tanto los restos arqueológicos (estatuas o amuletos) como la experiencia antropológica nos llevan a encontrar (y postular) el influjo de la madre en el principio de lo humano. Este es un dato extraordinariamente significativo: el hombre no se hace por la guerra (la violencia) ni la lucha es nuestro origen o signo dominante. El hombre nace y se despliega “por ternura”, por medio del cuidado de la madre. La diosa madre recoge elementos dela tierra, interpretada ya como “materia” (mater = madre) y fuente de la vida. Por eso, la religiosidad matriarca lista está profundamente vinculada a los cultos telúricos: al proceso de la vegetación, a los ciclos de la vida. En esta línea puede hablarse también de “Physis”  (Phyein= brotar o germinar) y naturaleza (nascere = nacer): la misma realidad del cosmos (armonía de totalidad)se entiende ya como proceso vital de surgimiento. Así lo ha visto de algún modo el mismo texto de la Biblia cuando presupone que la tierra es madre de los hombres, aunque luego ha precisado que la madre verdadera es Eva, la mujer: ella es principio de todos los vivientes (cfr.  Gén 3,2023).

En esta perspectiva, el varón –que en Gen 2 parecía dominante–viene a presentarse como realidad subordinada secundaria. Ciertamente, los varones tienen su importancia. Quizá ejercen su poder desde los tiempos más antiguos promedio de la violencia. Pero en el camino de la vida ellos reciben y realizan una función que es derivada: estrictamente hablando, ellos parecen accesorios; actúan como “siervos” de las hembras (de las madres); tienen que buscar el alimento mientras ellas cuidan de los hijos.

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Relación madre-hijo

 En esta perspectiva emerge ya una intensa “dualidad” o diferencia. Pero no es aún la diferencia del varón con la mu jer sino la de la madre con el hijo. Se trata de una relación polar de carácter jerárquico. La madre tiene ahora carácter prioritario: ella se despliega y existe para hacer surgir al hijo. El hijo en cambio, surge de la madre, como expresión de su fecundidad y resultado de su acción educativa. Quizá podamos añadir que la “cultura” interpretada como expresión del cultivo de lo humano, tiene así origen materno. Algunos antropólogos (Lorenz, N. Tinbergen y R. Andrey) suponen que el origen de toda cultura es la violencia: de esa forma devalúan largan importancia y novedad humana dela madre. Pues bien, en contra de eso (con autores como A. Montang y J. Rof Carballo), sostenemos que el hombre ha surgido y ha logrado mantenerse como autónomo precisamente por su debilidad, por la exigencia que tiene del cuidado de la madre.

El niño humano es el más débil de todos los vivientes: nace prematuro y no puede mantenerse a no ser que le acojan y eduquen por un tiempo largo, en una especie de proceso de gestación extrauterina que requiere la presencia de una madre o de su equivalente (educador, nodriza, etcétera). Pues bien, esa misma fragilidad biológica, esa carencia previa, convertida en espacio de acogida y aprendizaje, hace del niño el ser más creador, por medio del cuidado y atención (educación) de la madre: esa ternura educadora de la madre (y no la lucha o violencia) convierte al antropoide niño en ser humano. En otras palabras, la madre acoge, troquela y madura al indefenso niño en un proceso de creatividad que supera el equilibrio cósmico del instinto y le conduce hasta el nivel de la autonomía personal. De esta forma, es lógico que la madre se convierta para el niño en el primero de los grandes signos religiosos: ella es matriz y contenido fundante de toda la cultura.

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Religiones maternales

¿Toda religión es maternal? En su origen sí. Esto no es una experiencia regresiva, de retorno infantil al útero materno, en virtud de un “sentimiento de inmersión oceánica”, como algunos dicen, pues la madre aparece ahora como principio “educador” positivo: cuida y ofrece un futuro al niño, situándole en el camino de la vida. La religión es recuerdo, memoria actualizada y permanente, de esta primera experiencia positiva en el origen de lo humano. Es evidente que la madre viene a presentarse en esta línea como símbolo religioso (y cultural) de toda la realidad: ella se revela como madre, en ella podemos confiar, partiendo de ella podemos realizarnos. Algunos teólogos católicos, tan significativos como H. U. Von Balthasar y Hans Küng, han situado aquí la fuente de toda comprensión de lo divino: esta primera experiencia de acogida y cariño materno, reflejada en la figura de las grandes diosas primordiales, viene a interpretarse como signo y prueba de la existencia de Dios.

Los filósofos de línea cosmológica, apoyados por algunos pensadores helenistas (especialmente Aristóteles), querían demostrar la existencia de Dios a partir del movimiento de las cosas, y apoyándose en la unión y coherencia del cosmos. Así ha trazado después santo Tomás sus cinco “vías” que conducen de las cosas que vemos y sentimos (movimiento, causalidad, contingencia, grados de ser, orden del mundo)al mismo ser de lo divino.

Pues bien, conforme a la visión más exigente y humana que aquí desarrollamos, estas “vías” aunque iluminan y acercan, resultan todavía insuficientes, pues no llevan a un Dios personal sino que acaban (y nos dejan) ante los poderes primigenios de este mundo. A este nivel, la mejor demostración de Dios es la existencia de la madre. Ella es el punto de partida de toda experiencia y religión, pues la realidad originaria ofrece rasgos maternales: es creadora y protectora. El cuidado de la madre se revela de esa forma como signo original de lo divino: es clave que nos hace comprender todo lo que existe. En el principio no está el “ser” como han pensado algunos metafísicos. Tampoco está la nada o las ideas generales. Al principio, como signo fundador y garantía de toda realidad, viene a mostrarse y a la madre. Ella es el símbolo más alto, es

la imagen (llave significadora) que nos capacita para comprender lo originario. Dios aparece  así como la hondura y la verdad, la garantía y sentido de aquello que encontramos en la madre. Esta visión de la “gran madre” constituye, posiblemente, el sustrato y fondo de toda experiencia cultural y religiosa. Pero es fondo que ha de ser actualizado, explicitado y definido en cada caso.

Matriarcalismo en Egipto

¿Puede hablarse de un matriarcalismo religioso en Egipto? En un sentido general sí. Ciertamente, hay en Egipto muchos signos religiosos de carácter cósmico, hay estructuras y formas sacrales de tipo político y social; Diosa parece vinculado al faraón y al mismo Estado egipcio. Sin embargo, si miramos las cosas de manera más profunda, en el principio y a la base de la religión de Egipto hallamos la gran madre sagrada. La configuración de lo divino en Egipto resulta simple. Hay un trasfondo henoteísta: un dios original –Atón, Ptah, Ra– que surge de las aguas del caos primigenio y aparece como punto de partida y centro de unidad del gran proceso. Por eso tiene rasgos maternos: lo divino es el todo, la unidad del proceso en que, de manera casi emanativa, van surgiendo las diversas realidades. Estrictamente hablando, no existe creación de cosas nuevas; el hombre no tiene distinción frente a los dioses, ni se diferencia cualitativamente de la escala de realidades cósmicas; todo forma un conjunto sacral escalonado donde refleja y realiza el orden primigenio.

En esta perspectiva se comprende el carácter casi físico de la emanación o maternidad divina. En la versión de Atón Ra se dice que habiendo surgido de las aguas primigenias y perfilándose como un gran arco, el dios fue nombrado las partes de su cuerpo; partes suyas son los dioses inferiores, las cosas y los hombres. En otras versiones se afirma que las cosas y los hombres surgen del aliento del dios, de su saliva, de sus lágrimas o fuerza seminal. Como gran madre, originariamente perfecta, es lo divino originario: de su cuerpo y de su vida van brotando, como expresión y expansión de la realidad, cada una delas cosas. Tres son los elementos más dignos de mención en este esquema:

  1. Hay un principio (como madre o un huevo cósmico):

 hay un comienzo de realidad, un punto de latencia germinal que se identifica con el agua, principio de vida.

  1. Hay una unidad sacral: más que contraposición de elementos divinos se destaca el orden o armonía en la que todo está integrado: los dioses y los hombres forman parte de esa gran madre que los engloba.
  2. Más que la lucha de elementos (teomaquia) destaca en lo divino la unidad integradora; en la armonía de un mundo divino adquiere hondura y sentido la vida de los hombres.

Anotaciones sobre la religión cananea

La tierra de Israel se llama Palestina – porque allí habitaron los filisteos– y también Canaán. En sentido general, los habitantes de la tierra se presentan como “cananeos”. Ellos hablaban una lengua semejante al hebreo posterior eran parientes muy cercanos de los fenicios de la costa norte, de los moabitas y amonitas del este (en la actual Transjordania) y de los idumeos del sur. También guardaban mucha semejanza con los arameos o sirios del nordeste, centrados en torno a Damasco y extendidos por las tierras que van hasta el actual Irak. La Biblia presenta a Jacob como un “arameo errante”. La religión más conocida de todos esos pueblos es lo que la Biblia suele presentar como culto a los “baales”, es decir, a los señores de la naturaleza.

Esta es una religión centrada en la experiencia del proceso vital, es decir, enla unión de lo masculino y femenino. Fuera de la Biblia esta religión está muy bien atestiguada por las obras encontradas en las ruinas de Ugarit, en el norte de la costa fenicia (actualmente en el territorio sirio).El conocimiento de esta religión delos “baales” resulta absolutamente necesario para interpretar el proceso bíblico, tanto en su principio (entrada de los hebreos en Palestina) como en el desarrollo posterior (lucha de los profetas contra el culto naturalista y sexualizado de los fenicios y cananeos). En las reflexiones que ahora siguen presentamos esa religión de la dualidad sexual, comparando el “baalismo” cananeo con el “shivaismo” de la India y el “dionisismo ”de Grecia. En todos estos casos hallamos un mismo trasfondo. Estamos ante la religión del “eros” que sigue siendoun elemento fundamental de nuestra cultura humana.

El eros

¿Qué es el eros? No es la armonía mística que constituye (integra y completa) a los seres del gran cosmos (Tao). Tampoco es la experiencia interior del platonismo. Entendido en su profundidad, el “eros” es la hondura y gozo, la verdad y plenitud de la unión (acoplamiento sexual) de varones y mujeres. Esto es lo divino. Dios no es el esposo, ni la esposa como separados. Tampoco es ya la madre engendradora (Tiamat) ni el guerrero que domina en la batalla (Marduk), sino la atracción originaria que vincula al varón con la mujer. Pudiéramos decir que Dios no existe como realidad externa y objetiva sino que se va haciendo o, mejor dicho, se expresa y acontece allí donde un varón y una mujer se atraen descubriendo en su mutua relación la fuerza originaria y creadora de la vida.

El signo original de Dios es según eso, la experiencia erótica . Los animales forman parte de un cosmos donde la vida de cada individuo está al servicio de la continuidad de la especie. Por eso el acoplamiento sexual reciben ellos un sentido genérico: viven en el nivel de instinto, sin saber lo que hacen, sin hacerse dueños de sí mismos o gestores de la vida que se expresa y reproduce por medio de su sexo.

Los hombres son distintos, nacen a lo humano y se abren de esa forma a lo divino en el momento en que pueden controlar y cultivar de forma autónoma su sexo. No se acoplan solamente para concebir y transmitir la vida. Se atraen se unen con fuerza unos a otros para descubrir (explicitar) en su unidad la fuerza originaria de la vida: lo divino. Estamos cerca de eso que se suele llamar “troquelamiento” básico.

 El signo primordial ya no es la madre: lo divino no aparece reflejado por la diosa engendradora, vientre y pechos, que parece mantenerse en el nivel delos animales. Aquí aparece ya como divina la atracción sexual que adquiere autonomía y se separa la necesidad engendradora. Se destaca de esa forma la experiencia de gozo y plenitud que configura al varón y a la mujer cuando al buscarse y abrasarse se descubren poseídos por la fuerza original de la existencia. Con ese fin hemos nacido: eso ha buscado la evolución desde el fondo de lossiglos. Todo culmina así en forma sexual: la vida se busca a sí misma a travésde un proceso que viene, que asciende tantea de antiguo. En otras palabras, cuando la vida se eleva y descubre a sí misma en los humanos, triunfa y se explicita como gozo sexual, manifestando su mismo ser divino.

Shivaísmo

 ¿Qué es el shivaísmo? Shiva fue en la India el símbolo sagrado del encuentro sexual; por eso vino a desvelarse, al mismo tiempo, como masculino y femenino; sus iconos fueron, desde antiguo, el pene erguido del varón y los órganos sexuales femeninos. Conformea esta visión, el ser humano, varón o mujer, surgió para “gozar” o realizarse en un nivel de plenitud sexual. La experiencia erótica culminada en el orgasmo es el primero de los conocimientos la expresión original de lo sagrado. Los autores que destacan esta línea, como Daniélou, piensan que las tradiciones religiosas espiritualistas de la India resultan secundarias o derivadas. La mística primera fue una experiencia de trascendentismo e inmersión del hombre en la totalidad sagrada y tenía un carácter sexual.

 Por medio del orgasmo, en la unidad varón-mujer, el ser humano ha roto los esquemas de la finitud y angustia donde parecía hallarse sometido a los poderes del destino. Estacha sido la “ruptura de nivel”, lugar donde ha venido a fundarse el ser humano; aquí tiene su base el nuevo paradigma del conocimiento religioso. La hondura sacral remite a Shiva: es la manifestación de la potencia sexual que atrae al ser humano, que vincula albarán y la mujer, que les conduce hasta el encuentro y que, por medio dese encuentro, se originan. Hablando en clave puramente material, la vida humana acabaría perdiendo su sentido sin la atracción de un ser con otro ser.

No sabemos para qué vivir, ignoramos nuestro origen y destino; nos perdemos y afanamos entre cosas que son siempre limitadas, secundarias. Estrictamente hablando, existimos desde y para el sexo. De la excitación sexual nacemos y, para revivir aquella misma excitación, vivimos en proceso siempre sorprendente y lleno de misterio. Así lo han destacado junto al dios Shiva los cultos y experiencias del tantrismo.

No hay que buscar razones de tipo intelectual. No se necesitan más demostraciones o argumentos conceptuales. La prueba del valor y de la hondura dela vida es el orgasmo bien sacralizado, es decir, ritualizado y venerado. Sobre este fundamento cobran densidad y encuentran su lugar los otros elementos de la vida: el orden social (vinculación interhumana, respeto por la vida), la exigencia del trabajo, etc. Estaes la prueba de Dios, es el lugar donde muestra su poder y se revela la verdad.

Baal. Batalla de amor en la religión cananea

 ¿Qué significa Baal? Cerca de Shiva y del tantra, en relación con el erotismo sacral del lejano Oriente, podemos y debemos destacar los cultos orgiásticos de las viejas religiones del Mediterráneo. Son famosos los dioses de Siria y Palestina, condenados por la Biblia como “baales”. Los “baales” (señores de la vida) dominaban en el culto de los pueblos cananeos. Se mostraban ante todo como signo de sexualidad sacralizada. El aspecto masculino y su consorte Ashera (Astarté) se vinculan en el templo, ofreciendo así sentido y garantía de existencia a los humanos. Normalmente oficiaban en su culto las sacerdotisas sagradas o hieródulas, que la tradición de la Biblia las ha presentado como simples “prostitutas”. Tales sacerdotisas no entregaban su cuerpo por dinero, sino que reflejaban lo divino en su liturgia erótica.

Ellas venían a mostrarse como signo viviente del dios para los hombres “varones”. Ambos intentaban expresar y actualizar la vida del dios en el gesto del orgasmo sacral. Desde su nueva concepción delo divino, la Biblia condenó esta forma de experiencia sagrada a través de los profetas (Oseas, Jeremías, etc.) y en los textos legales de su código sacral (Deuteronomio). Pero este dios, bien es mucho más que la simple experiencia sexual: es el principio de la vida que triunfa del caos primigenio (Yaam = el mar). Es el principio de la fecundación que triunfa de la muerte (Mot). Estos son los dos grandes ciclos del culto cananeo a Baal.

El primero es el ciclo de la lucha de Baal  con Yamm.Yamm es el agua primigenia del caos: en su mano está el poder, el cetro del dominio que se impone por encima de los dioses. Baal simboliza la fertilidad de la tierra: es el dios de la cosecha, de la lluvia, del nacimiento y vida. Pues bien, en el principio era el desorden: reinaba Yamm sobre Baal y los restantes dioses. La creación recibe forma teomáquica: lucha Baal y triunfa sobre Yamm, le somete a su dominio y se construye una casa como signo de su reino, expresión de su poder y garantía de estabilidad, orden y vida sobre el mundo. Baal es dios. Esto significa que el amor es orden que triunfa sobre el caos. El amor es principio sustentante de toda la existencia, interpretada en formas vitales, como ciclos de vegetación.

Baal es la violencia de la tempestad que se impone, el rayo, el viento, el agua que fecunda el surco de la tierra: “Baal envía su voz santa y descarga lafuerza de sus labios; los montes tiemblan, los lugares altos vibran”. Parece que ha de ser el único monarca. Por eso afirma:

 “No enviaré tributo a Mot, amado de Él (del Dios El); yo sólo tendré autoridad sobre los dioses, para que los hombres y los dioses se nutran, para que se harten de pan las multitudes de la tierra”. Mot es su contrario. Es el signo de la muerte que amenaza. Ambos batallan: vegetación contra sequía.”

 En esta lucha se concentra, para el creyente siro-cananeo, el sentido de las cosas. La lucha es cíclica. Por haber vencido a Yamm, reina Baal; pero después (cada año) hade ceder su puesto a Mot. Muere la vida, se seca el campo, todo llora; “falta el aliento de la vida en todos los hombres; reseco está el surco de la tierra”. Sobre la muerte de Baal se eleva el llanto de sus fieles: se hacen incisiones, gritan, gimen.

Todo se convierte en duelo. Mientras tanto, el proceso sigue. Pasa el tiempo y Baal vuelve: el germen (semen) que ha dejado sobre el mundo con su lluvia fructífera. Sigue de esa forma el ciclo de la vida. La unión sexual es fuerza creadora (victoria de Baal contra Yamm = el caos). Esa unión o principio constante de existencia parece amenazada, pero triunfa sin cesar contra la muerte(Mot). La liturgia sexual de los templos es el signo de la fuerza y victoria de Baal Ashera, pareja de amor, sobre el caos y la muerte. Esta es la expresión más honda de la religión cananea que combatieron los israelitas.

El culto a la naturaleza

 ¿Es la religión un culto a la naturaleza? Sí. Desde este fondo podemos relacionar los cultos de la naturaleza sacral (“eros” divino) de la India (Tantra )y la experiencia religiosa de muchos santuarios del cercano Oriente (Siria y Palestina). Dios mismo se desvela como vida: unión de opuestos, sexo. Así devuelve consciente en los humanos un tipo de experiencia donde se desvela el origen (triunfo sobre Yamm) y se puede superar la muerte (triunfo contra Mot). No se trata de ascender a otro nivel, nid e salir hacia otro plano de sentido. No se trata de ganar bienes externos. Lo que el hombre quiere es asegurar la propia vida y eso sólo puede conseguirlo a través del erotismo. Todos los restantes deseos o placeres resultan derivados: hay hombre porque existe sexo.

Esta visión actualizada por autores como Daniélou es claramente optimista. El hombre actual está perdido, nervioso, enajenado, porque no sabe buscar Lafuente de la vida por el sexo, queriendo edificar su existencia en otros gozos o poderes que derivan del dominio material (riqueza) o del afán del poder. Los hombres se hacen malos porque no consiguen descubrir la novedad creadora y apaciguadora del sexo, porque persiguen su verdad en cosas secundarias que terminan conduciendo siempre a la violencia. Para conseguir la plenitud del hombre (para edificar de nuevo su naturaleza religiosa) es necesario, según eso, el triunfo de Baal y Shiva.

Debemos retornar a los cultos siro cananeos, optando por Baal-Ashera y superando la violencia represora de Yahvé, dios de la guerra y el ascetismo. Esto es lo que nos dicen otros desde Grecia, descubriendo a Nietzsche la potencia de los dioses primordiales: apolo que es orden y sobre todo Dionisio como fuerza de la vida que se expresa por el sexo.

Dionisio

 Conforme a lo anterior, muchos quieren superar al mismo Nietzsche, interpretando la figura de Apolo (luz inteligente) como secundaria con respecto a Dionisio. Dionisio no aparece ya como simple “voluntad de poder”, en clave de creatividad eterna sino como expresión de un placer y poder erótico que funda y da sentido a toda la existencia humana. Nietzsche oponía, en forma antagónica, a Dionisio y Jesucristo (el crucificado). Otros, como N. Reich, dicen que un día se verá la identidad de ambas figuras y se hablará de Dionisio y/o Jesucristo: ambos son testigos del mismo mensaje dela vida a la que puede interpretarse como “voluntad de sexo”.  El mensaje de Cristo sería para Reich un camino que lleva hacia el reino de la pura libertad y claridad sexual, de tal forma que debemos ya orar así:

“Vida sexual nuestra que provienes de los cielos, santificado sea tú nombre, venga tu reino; hágase tú voluntad así en la tierra”.

 Padre, madre y fondo de la vida es ahora el sexo. Por eso debemos venerarlo en una especie de nuevo culto religioso. En esta línea, varones y mujeres son ya complementarios. No hay dominio del uno sobre el otro: ambos buscan y gozan, sin que exista dominante o dominado. Surge de esa forma el paraíso del placer como unidad intensa de dos amantes, sin que haya dominio masculino o diferencia entre los sexos. A este plano no se puede hablar aún de realidad individual o de persona. Varón y mujer son, ante todo, una función de sexo, lugar de manifestación de una potencia superior que les engloba determina. Ellos logran elevarse a la conciencia individual o autonomía: el mismo impulso del sexo les mantiene vinculados al conjunto de la vida, sin que puedan abrirse a la conciencia individual o buscar una respuesta personal, comprometida ante los grandes problemas de los hombres.

Visión en conjunto conclusión

 La religión del “eros” tiende a olvidar cosas fundamentales. Normalmente ha sido religión para varones: las sacerdotisas sagradas han tendido a convertirse en “prostitutas” rituales al servicio de la experiencia sexual de los devotos. Ciertamente, se las puede tomar como sagradas, tanto en la India, donde actúan como expertas en yoga sexual, como en Siria- Palestina, donde servían en los cultos oficiales de los templos. Pero carecen de autonomía personal, de libertad e independencia: son “mediadoras de sacralidad” (placer) para varones. Esta religión del sexo ha sido criticada en Israel desde la experiencia más profunda de la libertad humana y del derecho de los pobres.

Ciertamente, el sexo es importante como se sabe y dice el Cantar de los Cantares, pero en sí mismo no es divino. No es presencia de los dioses, ni lugar donde el hombre encuentra su más honda verdad como individuo (persona) y como ser abierto hacia los otros, en clave de justicia. Esta religión ha sido superada también por Jesucristo, quien ha visto en el varón y la mujer personas y no simples momentos de un proceso erótico. Más que signo sexual –indicadora o instrumento de placer para el varón– la mujer viene a expresarse y definirse ya como persona. Por otra parte, si no se eleva al plano personal, el sexo lleva una dosis grande de violencia y opresiones: el gozo y el sadismo van unidos; mutuamente se vinculan a ese plano la experiencia radical de agradecimiento y la más honda perversión y esclavitud que puede darse sobre el mundo. 

Eso significa que el sexo en sí, sin apertura al encuentro personal y a la trascendencia no es divino. Es un momento muy valioso, simbólicamente central, pero siempre limitado de la vida de los hombres. Así, en contra de todas las posturas que parecen hacernos regresar a ese nivel, debemos afirmar que el varón y la mujer son más que sexo. No son un simple momento de una experiencia erótica del del ser humano, varón y mujer, ; tienen dignidad y autonomía; son, ante todo, personas.

Veamos el tema a partir de la mujer. 

Ella es más que simple madre engendradora (vientre pechos), más que compañera sexual del varón o prostituta sagrada. No es diosa ni esclava, es “persona”, alguien que puede y debe realizarse en un camino de individuación irrepetible. Ella es ante todo “sujeto de sí misma”: un proyecto de vida personal, en clave de conocimiento libertada. Sólo en  ese nivel podemos y debemos recordar que la mujer es persona, es sujeto y fin en sí misma; por eso es “infinita”. No podemos hacer de ella un instrumento para nada, ni siquiera para conseguir que Dios se manifieste.

Un dios que necesitara utilizar (manipular) a una mujer para revelar su hondura y su verdad no se podría aceptarcomo divino. Había que tomarlo como un monstruo o demonio.

Acerca del autor. Xabier Pikaza Ibarrondo

Vasco de Orozko (1941), experto en Biblia y religiones.  Católico convencido y practicante. Ha sido profesor en la Universidad Pontificia de Salamanca. Le gustaría ser “Maestro en Teología”, como le nombraron sus amigos de Orden. Da gracias a Dios por lo que ha sido y lo que es: cristiano dea pie y teólogo seglar, casado con Ma. Isabel. Habla donde le llaman, escribe lo que sabe, publica donde puede. Ha enseñado en varias universidades, ha escrito algunos libros. Le gusta compartir con teólogos y amigos de vida, se consideren o no cristianos. Sobre su obra, confrontar: J. Bosch (Ed.), “Pikaza”, Panorama dela teología española, Verbo Divino, Estella 1999, pp. 499 516; en y Diccionario de teólogos contemporáneos, Monte Carmelo, Burgos2004. Actualmente vive en un pueblo pequeño de la honda Castilla, cerca de Salamanca.

Libros de segunda mano: Biblia y religiones. Xavier Pikaza. Nuevos horizontes, 34. - Foto 1 - 315036713

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