Los aprendizajes importantes de la Vida. Carta de Navidad (XII 2007)

Emilita, colaboradora habitual de este blog, me ha mandado amablemente la carta que ofrezco este día de Navidad. Venia con una foto de vías de trenes que no he logrado reproducir. Introduzco otra semejante, pero menos "vistosa". Todo lo que sigue es suyo. Gracias Emilita....


El motivo de la foto quiere sugerir que estamos de camino, aprendiendo y que todos los caminos conducen a Dios, porque es un Dios con nosotros EMMANUEL. Ése es su significado.



A todos vosotros que me queréis y a quienes quiero.


Este año la Navidad me inspira un repaso por los aprendizajes de nuestra vida. Las musas han sido una vez más las ancianas de la Residencia donde trabajo. He sufrido un gran impacto percibiendo sus vidas desmotivadas, vacías, entristecidas porque para ellas la Navidad es una celebración sin contenido. Escarbando en sus recuerdos he descubierto lo que todos sabemos, que hemos perdido de vista lo celebrado, y nos hemos quedado en la simple celebración. Y cuando olvidamos el motivo de la fiesta, ésta se desvirtúa y se convierte en otra cosa, no se cuál, pero otra cosa.

La fiesta de Navidad va unida en las experiencias de todos nosotros, a las vivencias y emociones habidas fundamentalmente con nuestra familia: villancicos, misa del gallo, reunión familiar, cenas, dulces y regalos, sin olvidar las vacaciones.

Esto (se nos decía) porque ha nacido el Niño Jesús, el hijo de la Virgen María. Los más afortunados (culturalmente hablando) quizás hasta hayáis conocido los versos de Lope de Vega que decían:


« Si hacemos festejos cuando nace uno de nos,
¿Qué no haremos naciendo Dios? »


Pero el rodar del tiempo, inexorable, ha ido limando esos recuerdos y dejando en la conciencia de la mayoría el hecho descarnado de que ya nos hacemos mayores, viejos, de que se nos han ido los que compartían nuestra vida y, por lo tanto, la Navidad se va convirtiendo en una dura prueba que hay que soportar con una mezcla amarga de nostalgia y tristeza.

Pues bien, algo quisiera deciros sobre esto. Alto y claro para que todos lo entendamos:

Navidad no es alegría, ni cenas o comidas ni regalos ni reuniones familiares. Esos son en todo caso los elementos con los que nosotros, hijos de una cultura y sociedad determinadas, tratamos de festejar algo, el nacimiento de un tal Jesús de Nazaret que se decía Hijo de Dios y en quien algunos de nosotros creemos como tal.

Pero aquella primera Navidad fue muy distinta. Allí hubo extrañeza, hubo incomodidad de una familia que no encuentra lugar en su viaje para descansar y dejar que su hijo nazca en condiciones. Eso sí, hubo presencias desconocidas de magos, pastores y ángeles que no sé cómo podríamos trasladar a nuestro entorno cercano. Quizás eso que a veces hemos pensado, que si acercarnos a un pobre, que si hacer una obra de caridad, que si recibir a un viajero…, todo menos entrar de lleno en esa vorágine de acciones compulsivas de gastos desenfrenados, de regalos innecesarios o, de lo contrario, de pena y nostalgia por los que ya no están, de tristeza y pesadumbre por nuestras soledades. « Ni eso ni esotro » que diría san Juan de la Cruz.

Simplemente algún momento para meditar personalmente o en familia sobre lo que celebramos, y dejar bien claro que ése es el motivo de la fiesta.

Y esto porque como dices Borges:


« Después de un tiempo uno aprende a construir sus caminos en el hoy porque el terreno del mañana es demasiado inseguro, y uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema.
Y planta su propio jardín, y decora su propia alma en lugar de esperar que alguien le traiga flores. Y aprendemos que podemos aguantar y que realmente somos fuertes y que valemos, y aprendemos y aprendemos y cada día aprendemos algo nuevo. Por eso hacernos mayores e incluso envejecer es la ganancia del aprender, que por algo se dice que el mayor es sabio.
Los pequeños y jóvenes…ya harán su propio camino y aprenderán como nosotros, como todos ».


A nosotros nos queda hoy y aquí, la incomodidad de estar de camino, como José y María, la intemperie de la vida más o menos dura, la soledad de los íntimos, la extrañeza de los que nos rodean sin que sepamos descubrir quiénes son y, en fin, sobre todo nos queda un Niño, Jesús, Dios con nosotros, Nosotros con Dios. Así de extraño y desconcertante es el misterio de la Navidad. Que yo os deseo para todos Feliz, si la descubrís.

Muchos besos y abrazos de vuestra siempre,
Emimaría
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