Una visión cristiana sobre África (A. Nicolás SJ)

Adolfo Nicolás, General de la Compañía de Jesús, a quien en su día presenté en este blog, ha concedido una entrevista al P. Oskar Wermter, el día 21 de diciembre pasado, antes de salir de Zimbabwe, última etapa de su tercer viaje al África. Por el interés de esa entrevista, y por la importancia de los temas tratados, la Compañía de Jesús ha querido publicarla, poniéndola al alcance de todos los interesados (cf. Servicio Electrónico de Información SJ, Vol. XIV, N. 1 | 11 de enero 2010; http://www.cpalsj.org/publique/media/ServicioElectronico-vol14-1-11ene10.doc.). A mí me la ha enviado, de un modo especial G. Haya, a quien agradezco su interés y amabilidad y quiero publicarla porque ofrece una visión "distinta" de África y de la presencia cristiana en aquel continente..

Había tenido intención de publicar en mi blog la impresionante carta que otro jesuita, el P. Henri Boulad, dirigió al Papa 31 de enero de 2010. Pero ella ha sido dada a conocer en muchos medios (entre otros en RD) y creo que la mayor parte de mis lectores la conocen y, a pesar de que algunos me han pedido que la publique y comente, prefiero dejarla por ahora en el fichero. Publico, sin embargo, esta entrevista, menos conocida, de un jesuita que es quizá, de hecho, el español (¡palentino!) más representativo de la Iglesia Católica (al menos el que más tiene que decir). La publico también por el interés de los temas tratados y porque “empalma”, en otra línea, con algunos de los temas del discurso del Papa ante el Cuerpo Diplomático (del que he venido tratando, en los días pasados). Buen día a todos. Espero que disfrutéis con esta entrevista, como yo he disfrutado.

1. Estando tan familiarizado con Asia como Ud. está ¿qué diferencias percibe en África, tanto en la Iglesia como en la sociedad en general?
Permítame comenzar diciendo que una de las cosas que he aprendido de mi experiencia en Asia es a no confiar nunca en las primeras impresiones. La razón principal es que éstas son las más condicionadas por las experiencias anteriores, las expectativas y los prejuicios. Y una segunda cosa es que me tomó algún tiempo darme cuenta de que no existe un Asia que se pueda describir en un renglón, ya que está compuesta de muchos países, muchas culturas, muchas tradiciones, historias y pueblos.
Si África siguiera siendo una sola África para mí, significaría que aún no la entiendo. Espero realmente que, al crecer en la comprensión del África, llegue a la conclusión de que también en ella hay muchos pueblos, muchas lenguas, muchas tradiciones y culturas... Y entonces las comparaciones se volverán concretas y circunscritas. Me parece muy difícil -es decir, imposible- comparar Asia y África. Habría que preguntar cuál Asia y cuál África...

2. Se nombrarán Secretarios para el Diálogo con el Hinduismo, el Islam y el Budismo, principales religiones del mundo, ¿cómo ve el diálogo con la religión tradicional africana y con la religión africana contemporánea (nuevos movimientos religiosos, movimientos cristianos indígenas dirigidos por "profetas", grupos pentecostales, etc.)?

Quisiera tocar sólo dos puntos antes de responder a esta pregunta. El primero es que, como se podía ver en mi carta, estos Secretarios para el Diálogo con las Religiones residirán en su propio lugar de apostolado. Creo que es importante señalar que el diálogo se está dando, que algo se mueve en la base, donde las personas están y viven su religión -es importante, también, que prestemos atención a las diferencias, pues el diálogo con el Budismo es totalmente diferente del diálogo con el Islam-, en otras palabras, si algo surge en el plano vital de la Iglesia y la sociedad, entonces podremos pensar en la coordinación de iniciativas o experiencias similares. No me gustaría empezar por la cúspide, con alguien sentado en lo alto, sin raíces en la vida de las personas. Espero sinceramente que el diálogo con el pueblo se lleve a cabo en profundidad, llegando a sus raíces religiosas. Y entonces podremos pensar en un Secretario.

Lo cual me da pie para establecer el segundo punto. Yo realmente espero que los jesuitas que trabajan con la gente puedan relacionarse con ella tan profundamente que haya un diálogo real de corazones entre nuestros hombres y la gente a la que servimos. Si tal diálogo se produce, la raíz religiosa de sus vidas aparecerá y será parte de nuestro diálogo con ellos. Ha sido, en efecto, una visión equivocada propia de los europeos -académicos incluidos-, considerar como "menos desarrollada", "primitiva", "menos sofisticada", etc.,

la religión tradicional. El hecho es que la religión tradicional ha permeado toda nuestra vida hasta el punto de que incluso los agnósticos europeos modernos (que a menudo se auto-definen como los secularistas más refinados) siguen teniendo conductas, latentes o perceptibles, que sólo pueden entenderse con las categorías de la religión tradicional. Como un erudito japonés dijo una vez, los europeos siempre han sido, y siguen siendo, "animistas", incluso si no están dispuestos a reconocerlo. Realmente espero, por tanto, que nuestros hombres tomen este diálogo en serio, estudien la religión tradicional en serio y abran caminos y posibilidades para un diálogo creativo y cada vez más profundo. El diálogo puede ayudarnos a todos porque nos ayuda a descubrir significados ocultos en nuestra tradición y abre posibilidades de purificación y de crecimiento que de otra manera permanecerían ocultos.

Con estas dos observaciones puedo ahora responder a su pregunta. Creo que lo fundamental de nuestro diálogo no deben ser las ideas, los sistemas o los conceptos, sino la gente. Ser persona es estar en diálogo. Lo que importa no es el área de especialización que tomemos; lo que realmente importa es la gente; dialogando con ella entramos en contacto con antiguas y nuevas religiosidades, antiguos y nuevos temores, antiguas y nuevas necesidades rituales y liberaciones interiores. Y si entramos en este diálogo, entonces está claro que vamos a necesitar de una profundidad mucho mayor en nuestra fe y de una formación muy amplia, para poder ayudar a aquellos con quienes dialoguemos.

3. La inculturación es el gran lema de la teología africana. ¿Dónde cree que debemos poner el énfasis: en liturgia, eclesiología, matrimonio y familia, vida religiosa, o en la madurez del Estado y en el buen gobierno (justicia social)?

Creo que no podemos separar las cuestiones tan nítidamente. La inculturación, como cualquier desarrollo de la vida o del pensamiento que implica la cultura, no acontece de acuerdo a un plan o teoría. Hay inculturación cuando las personas involucradas se sienten libres para vivir y expresarse en los términos que mejor responden a sus experiencias y a los marcos mentales o de interacción dentro de los cuales son más auténticamente ellas mismas. Esto se aplica a la liturgia, la eclesiología, el matrimonio, la vida religiosa y la justicia social. La cultura es una realidad con vida propia que continúa creciendo, cambiando, adaptándose y respondiendo a los nuevos acontecimientos y cambios ambientales. La inculturación es una manera de vivir en el contexto más amplio de todo lo que nos humaniza. Así, el encuentro entre la cultura y la fe es continuo, influye en ambas y constituye -así lo esperamos- una fuente de continuo crecimiento y purificación.

4. ¿Ve usted el peligro de que nuestra profunda implicación como jesuitas en el trabajo y el desarrollo social pueda "secularizarnos" o nos aleje del sacerdocio o incluso de la Iglesia? (Se lo pregunto porque estamos en el Año del Sacerdocio).

Todo depende del tipo de profundidad espiritual y humana que hayamos alcanzado en nuestras vidas. El trabajo social puede distraer de una vida espiritual profunda, o puede ser de gran ayuda para encontrar al Dios vivo en la gente que sufre. Ayer recibí un libro de un escritor espiritual sobre un jesuita que se hizo sacerdote obrero y vivió en su nuevo entorno una vida mística muy elevada. El libro se titula: "Dios, la amistad y los pobres. El misticismo de Egide van Broeckhoven, jesuita obrero". Este jesuita entendía su vocación como una llamada a enseñar a la gente "la profundidad mística de la amistad". Si entendemos que una de las dimensiones del sacerdocio es ayudar a la gente a acercarse a Dios, el trabajo social no puede ser considerado alienante. Por otra parte, una persona totalmente dedicada a obtener resultados temporales concretos en el campo de la justicia social puede alejarse mucho de su propia misión espiritual y religiosa y quedar totalmente a merced de los resultados políticos o sociales de su trabajo.

5. Zimbabwe está luchando por superar el mal gobierno, la corrupción y la violencia y por reconstruir el país con una nueva constitución democrática. ¿Cree usted que la democracia (el gobierno participativo) tiene posibilidades de éxito? ¿Diría usted que la democracia tiene raíces cristianas y por tanto debemos promoverla? ¿Podría responder a esto en el contexto de su amplia experiencia en otras partes del mundo en desarrollo, especialmente en Asia?

Sólo puedo decir que, según mi propia experiencia en otros lugares, las probabilidades de que la democracia tenga éxito y eche raíces van de la mano con el desarrollo de la educación en el país. Y no me refiero al estilo occidental de educación. Me refiero al crecimiento en la capacidad de manejar la información, de comprender la realidad, de hacer juicios acertados y actuar en consecuencia. Si a la población no se le da información necesaria y objetiva; si no se le permite comprender cabalmente cuáles son las soluciones correctas o falsas; si el razonamiento se altera con propaganda, opresión y consignas superficiales; si, por último, las decisiones responsables se hacen prácticamente imposibles, entonces no puede haber verdadera democracia.

En este sentido, todos estamos a favor de la democracia porque todos estamos a favor del crecimiento y la madurez de las personas. No es una opción por un sistema político en cuanto político y partidista. Favorecemos el que se valore la capacidad humana de crecer, tomar decisiones, entender la realidad y actuar en consecuencia. Favorecemos una información imparcial y una educación que capacite a las personas para entender, juzgar y actuar con responsabilidad. Si esto se llama democracia, estoy totalmente a su favor. Lo cual no es una opción partidista, porque las opciones partidistas privan de derechos a las personas, y nosotros estamos a favor de todas las personas y de su participación en las responsabilidades que afectan sus vidas.
El hecho de que algunos sistemas "democráticos" no hayan funcionado bien sólo significa que la democracia, como todos los otros sistemas, necesita tiempo para madurar y supone una serie de condiciones que requieren atención, inversiones y paciencia. No podemos esperar de la democracia una actitud de tipo "sopa instantánea", que crea que el sistema tiene que funcionar bien desde el primer momento de su existencia. Esto no sucede en ningún sistema, y todo sistema precisa de supervisión para desarrollarse eficaz y racionalmente.

Debo anotar que no sé si las raíces de la democracia sean cristianas o no, pero me basta saber que los factores en juego -en términos de dignidad humana, información, responsabilidad, etc.- están en profunda armonía con mi fe cristiana, para estar a su favor.
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