Cambie su nombre por un cerdo

¿Les parece raro este titulo? Pues es el nombre de un proyecto que existe en Mukono, Uganda, ingeniado por un artista danés que se llama Hornsleth. El gachó del harpa da un cerdito o un cabrito a un campesino ugandés, el cual a cambio se cambia de nombre y empieza a llamarse Horsnlet, como su supuesto donante. Ya lo dijo el Guerra, que “hay gente p’a tó.” Seria para reír si no fuera porque es un ejemplo más de cómo se puede abusar de la dignidad de los más pobres.
El asunto se ha convertido en una guerra abierta en las últimas dos semanas porque el señor Hornsleth ha organizado una exposición sobre su proyecto en Copenhague y ha invitado a 110 beneficiarios, a los cuales el cabreado gobierno ugandés ha negado el pasaporte. Hornsleth ha llevado el asunto a los tribunales y ya tenemos serial en la prensa local para las próximas semanas. El danés insiste en que, en su gran generosidad, no solo da un cerdito a los que entran a formar parte del proyecto, sino que además de ayudarles a salir de su pobreza, entran a formar parte de su familia.
Personalmente, que quieren que les diga, en primer lugar que he perdido la cuenta de cuántas cabras y gallinas me han regalado mis queridos feligreses durante los 17 años que he pasado en el norte de Uganda y les estoy muy agradecido por no obligarme a cambiar mi nombre y sustituir mi apellido Rodríguez por Okelo, Kidega o Rachkara. Y en segundo lugar, que me parece que ya hemos hecho bastante explotación y colonialismo cultural, además del económico. Me da pena cuando visito, por ejemplo, las famosas cascadas de Murchison, presuntamente descubiertas por el explorador Speke en el siglo XIX y pienso que durante siglos la gente que vivía allí llamaban al lugar Wang Jok. La gente que, por cierto, descubrieron las cascadas mucho antes que el señor Speke.
En Uganda tenemos el lago Victoria, el lago Alberto, el lago Eduardo y el lago Jorge, todos ellos miembros de la familia real británica de antaño. Peor esta el tema en Sudáfrica, donde los boers se encargaron durante el tiempo del apartheid, y aun antes, de eliminar nombres africanos y rebautizarlos con nombres como Bloemfontein, Burgesfort, Lydenburg o Pietermaritzburg.
Vivir para ver.