Campos de concentración... ¿en África?

(AE)

La historia es a veces irónica y nos demuestra que los eventos del pasado no son simples encuentros o desencuentros entre buenos y malos. El final de la segunda guerra mundial fue una victoria moral para ciertos países, pero la historia en África y la investigación sobre la etapa colonial demuestran cómo algunos de los vencedores cayeron en los mismos errores de aquellos países que fueron derrotados y condenados a partir de la contienda mundial.

Un libro de investigación histórica ha demostrado con imágenes y testimonios la presencia de campos de concentración en toda regla en Kenya durante la década de los años 50, época previa a su independencia en 1964. Estos campos fueron establecidos con el consentimiento de la administración colonial británica. Ahora, después de 50 años, el tema sigue abierto pues un número de antiguos prisioneros han demandado al gobierno inglés pidiendo una compensación económica y una disculpa oficial.

Uno de los campos a los que se refiere la investigación se llama Kandongu, del cual se sabe que estaba ya establecido en el año 1957. Se cree que unos 150.000 kenianos estuvieron internados en estos campos cuyas condiciones, de las cuales hemos sabido gracias a esta investigación, no tienen nada que envidiar a los gulags soviéticos o los campos nazis.

Las guerrillas Mau-Mau, surgieron como un movimiento de resistencia ante el poder colonial británico y la presencia de latifundistas ingleses y el poder que ellos habían acumulado a lo largo de los años. Fueron como un “maquis” africano que surgió en los bosques del centro de Kenia a principios de los años 50. Estas guerrillas siempre estuvieron ligadas a la tribu kikuyu, el grupo étnico más grande de Kenia que puebla las laderas del monte del mismo nombre, una montaña llamada Kirinyaga en lengua local. La persecución de estas guerrillas en un principio se justificó después del asesinado de 32 colonos y de jefes leales a la administración colonial local.

La existencia de tales campos de internamiento para los presuntos miembros del Mau-Mau no ha estado hasta ahora suficientemente documentada. Un grupo de sobrevivientes de estos campos, con edades entre los 70 y los 80 años, después de que se han revelado incluso gráficamente las pruebas de la existencia y de las condiciones infrahumanas de tales campos bajo dominio británico, han decidido tomar medidas y pedir al gobierno de Londres compensaciones morales y económicas. Entre las acciones documentadas están asesinatos y ejecuciones sumarias (hasta 50 por mes), palizas, trato denigrante, confinamientos en regimenes de privación de comida, abusos sexuales en prisioneras y otras prácticas que han dejado secuelas a veces imborrables tanto en los cuerpos como en las mentes de antiguos internos. El sistema británico demostró que podía ser tan sangriento como la guerrilla que decía combatir e incluso las formas de combatirlo tienen una terrible semejanza con los campos de concentración de sus antiguos enemigos alemanes, con la diferencia que estos campos de concentración y el trato inhumano que había en los mismos se permitían al final de los años 50 y con la población negra.

Por parte de una parlamentaria laborista inglesa hubo intentos de investigar los procedimientos que tenían lugar en estos campos, y contó con la colaboración del asistente de un comisario de policía, un antiguo veterano de la segunda guerra mundial y que describió el espectáculo de los campos de internamiento de Kenya como una experiencia mucha peor que el tiempo de prisión que él mismo había sufrido en los campos de concentración japoneses. Las investigaciones nunca pudieron traducirse en procesos judiciales ya que incluso el fiscal general de la colonia parecía haber estado al tanto de los crímenes ocurridos y se hizo todo lo posible por proteger a los oficiales bajo cuya responsabilidad estaban los recintos de internamiento. Nunca hubo ninguna sentencia y el asunto ha quedado fuera de la atención de la opinión pública hasta la publicación de estos testimonios.

Se calcula que unas 12.000 personas podrían haber muerto en la persecución contra los Mau-Mau. Una tragedia de estas dimensiones no hubiera quedado impune en otras circunstancias. ¿Sería porque las víctimas no eran blancas?
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