Fuegos
(AE)
Es una de las vistas típicas del final de la época de lluvias, cuando la hierba ya se ha secado debido a la falta de lluvia y los campos se convierten en inmensas superficies amarillas donde esa hierba marchita lo cubre prácticamente todo menos los árboles.
Es entonces cuando los agricultores deciden limpiar sus campos y prepararlos para la nueva cosecha. Hacen una pequeña tea y en cinco minutos el campo se convierte en un infierno que hace crepitar todo, con un fuego violento y rápido que se extiende peligrosamente por todos sitios, hasta el punto de engullir chozas y poblados enteros si no se tienen cuidado a la hora de dominar las llamas.
Es una práctica bien arraigada en estas zonas de África. Los agricultores quieren limpiar sus campos y no recurren sino al fuego para ayudarles en su trabajo. Se han dicho muchas cosas sobre prácticas así, sobre el impacto que por ejemplo puede tener en la naturaleza, en la repoblación forestal, y en la regeneración de un ambiente que ya de por sí necesita mucha protección... pero a pesar de las iniciativas para encontrar otras alternativas, se sigue haciendo.
Cuando uno vuela es cuando se da cuenta de la magnitud de esta práctica. Desde el cielo se ven enormes extensiones de tierra ardiendo y formidables columnas de humo que dan una idea de lo extensos que pueden ser los fuegos, cubriendo frentes de a veces un kilómetro y arrasando todo lo que encuentren en su camino... solo los árboles más fuertes y resistentes sobrevivirán. El resto perecerá.
En un tiempo donde se nos habla tanto del clima y de las consecuencias de jugar con la naturaleza y no respetar sus leyes más básicas, creo que también en África hay que concienciar a los agricultores sobre el impacto que tienen estas técnicas en el suelo. Es cierto que a corto plazo el fuego es un aliado a la hora de limpiar y arrasar malas hierbas, pero por desgracia, el fuego no discrimina y termina con todo, incluso con brotes de árboles o con hábitats de animales pequeños que apenas pueden huir de la destrucción. Toda una tragedia que sucede cada año y que aquí no se mitigará con unidades de bomberos o hidroaviones cisterna... por desgracia muchos fuegos se convertirán en incontrolables y no habrá quien los pueda dominar. O mueren solos o continuarán hasta que encuentren obstáculos insalvables.
En estos días, mirando desde las alturas de una avioneta esas inmensas hogueras, me preguntaba hasta qué punto somos dignos de un planeta al cual parece ser que nos hemos propuesto destruir a base de explotarlo hasta el máximo. A veces pienso que los problemas globales a los que nos enfrentamos en estos días nos los ganamos realmente a pulso.
Es una de las vistas típicas del final de la época de lluvias, cuando la hierba ya se ha secado debido a la falta de lluvia y los campos se convierten en inmensas superficies amarillas donde esa hierba marchita lo cubre prácticamente todo menos los árboles.
Es entonces cuando los agricultores deciden limpiar sus campos y prepararlos para la nueva cosecha. Hacen una pequeña tea y en cinco minutos el campo se convierte en un infierno que hace crepitar todo, con un fuego violento y rápido que se extiende peligrosamente por todos sitios, hasta el punto de engullir chozas y poblados enteros si no se tienen cuidado a la hora de dominar las llamas.
Es una práctica bien arraigada en estas zonas de África. Los agricultores quieren limpiar sus campos y no recurren sino al fuego para ayudarles en su trabajo. Se han dicho muchas cosas sobre prácticas así, sobre el impacto que por ejemplo puede tener en la naturaleza, en la repoblación forestal, y en la regeneración de un ambiente que ya de por sí necesita mucha protección... pero a pesar de las iniciativas para encontrar otras alternativas, se sigue haciendo.
Cuando uno vuela es cuando se da cuenta de la magnitud de esta práctica. Desde el cielo se ven enormes extensiones de tierra ardiendo y formidables columnas de humo que dan una idea de lo extensos que pueden ser los fuegos, cubriendo frentes de a veces un kilómetro y arrasando todo lo que encuentren en su camino... solo los árboles más fuertes y resistentes sobrevivirán. El resto perecerá.
En un tiempo donde se nos habla tanto del clima y de las consecuencias de jugar con la naturaleza y no respetar sus leyes más básicas, creo que también en África hay que concienciar a los agricultores sobre el impacto que tienen estas técnicas en el suelo. Es cierto que a corto plazo el fuego es un aliado a la hora de limpiar y arrasar malas hierbas, pero por desgracia, el fuego no discrimina y termina con todo, incluso con brotes de árboles o con hábitats de animales pequeños que apenas pueden huir de la destrucción. Toda una tragedia que sucede cada año y que aquí no se mitigará con unidades de bomberos o hidroaviones cisterna... por desgracia muchos fuegos se convertirán en incontrolables y no habrá quien los pueda dominar. O mueren solos o continuarán hasta que encuentren obstáculos insalvables.
En estos días, mirando desde las alturas de una avioneta esas inmensas hogueras, me preguntaba hasta qué punto somos dignos de un planeta al cual parece ser que nos hemos propuesto destruir a base de explotarlo hasta el máximo. A veces pienso que los problemas globales a los que nos enfrentamos en estos días nos los ganamos realmente a pulso.