Me imagino a algunos de los lectores de este blog tomando hoy domingo un
desayuno tranquilo y reposado en el que no faltará el café. Quizás por eso se presente la ocasión como anillo al dedo para la historia que les quiero contar hoy, es una historia triste porque es la de una guerra desigual entre un país africano y una poderosa empresa multinacional, una lucha determinada por la globalización, la ambición y, cómo no, los beneficios económicos.
Desde tiempos inmemoriales, Etiopía ha producido un café cuyo sabor y aroma han sido decisivos para tener un merecido puesto en el mercado internacional. Los nombres de los diferentes granos de Etiopía tales como el Sidamo, Harar, Yirgacheffe y Limu tienen ya muchos adeptos en todo el mundo. El gobierno etíope, queriendo hacer uso de sus derechos internacionales, contrató un bufete de abogados para registrar en 30 países algo similar a una “denominación de origen” para sus variedades de café de Harar, Yirgacheffee, Sidamo y cuatro más. Las consecuencias prácticas de esta nueva situación sería que Etiopía podría controlar los precios de sus variedades de café y obtener así más beneficio para un país que necesita ya de por sí muchos más ingresos para poder aliviar la pobreza que asola a la mayoría de la población. Ahora mismo Etiopía recibe menos del 10% del valor de su café, el resto va a las arcas de las multinacionales. Jamaica, por ejemplo, que tiene una denominación de origen registrada (“Jamaica Blue Mountains”), recibe el 45% del valor del café. Con el cambio de legislación, Etiopía espera ingresar 88 Millones de dólares más e incluso podría incrementar mucho más sus beneficios nacionales.
En el camino para poder conseguir que los campesinos etíopes reciban más por su café está la multinacional Starbucks, que ha bloqueado ya en los EE.UU. el registro de dos clases de café y para ello ha conseguido que la Asociación Nacional Americana de Café la apoye. Para que se hagan una idea del poderío económico de esta compañía, Starbucks es el mayor comprador de café del mundo. Tiene cafés en 37 países que reciben semanalmente la friolera de 25 Millones de clientes; es, por tanto, una empresa boyante y en expansión.
Para apoyar legalmente su oposición al registro de las variedades etíopes Starbucks argumenta que los nombres de los cafés etíopes son “genéricos” y por tanto no pueden ser protegidos legalmente en la legislación norteamericana. Ni que decir tiene que la verdadera razón para la oposición a que se registren estas variedades está en el hecho que, si esta reivindicación prosperara, la compañía reduciría sensiblemente los suculentos márgenes de beneficio que tiene ahora. Algunas ONGs, entre ellas Oxfam Internacional, han querido recoger el clamor de los productores etíopes y están apoyando sus reivindicaciones, denunciando el hecho que una empresa se pueda imponer al legítimo derecho de los productores a registrar como marca un producto autóctono característico por sus peculiares aroma y sabor. Al hilo de esta justa reivindicación se ha organizado una campaña para hacer presión sobre Starbucks para que no obstaculice el registro de los cafés etíopes y pueda contribuir así a fomentar algo más de equidad en el ya desigual comercio mundial. A veces, cuando surgen estos temas, la gente pregunta “y yo ¿qué puedo hacer?” pues bien, hoy les puedo decir muy concretamente cómo pueden Uds. ayudar a los productores etíopes. Participen en esta campaña y con dos minutos de visita a una página web dejen constancia de su apoyo a la misma. El link es http://www.intermonoxfam.org/page.asp?id=2614&idioma=1 Estoy convencido que, aunque no puedan decírselo personalmente, miles de familias etíopes se lo agradecerán.